Las reacciones del periodismo ante los casos de violencia de género continúan demostrando la necesidad permanente de los movimientos de mujeres para desterrar el sentido común machista. Esta vez fue Nicolás Repetto, periodista del canal Telefé, que volvió a poner el foco en la víctima al entrevistar a una mujer que había sufrido una situación de acoso.
¿Es posible o no estar a la 1 de mañana en un subterráneo vestida sexy?», preguntó Nicolás Repetto a Axia Rizzo, la joven que denunció una situación de acoso callejero en el 2015, gracias a lo cual se promulgó una ley en la Ciudad de Buenos Aires. «Aclaro una, y mil veces que no es que justifique ningún tipo de acoso. Estás en todo tu derecho de ir vestida como quieras. Lo que queremos empezar a investigar es si vas de noche vestida muy sexy, si conviene hacerlo o no conviene. Sería útil saberlo«, continuó el periodista. Aixa volvió a repetir aquello que los movimientos de mujeres intentan dejar en claro hace tiempo: que la culpa no es de las mujeres, ni de su ropa, ni de sus elecciones, sino de una cultura que no educa en la igualdad de género. «No tenés muy bien vistos a los varones, Aixa, me parece», agregó Repetto.
¿Es posible o no estar a la 1 de mañana en un subterráneo vestida sexy?», preguntó Nicolás Repetto a Axia Rizzo, la joven que denunció una situación de acoso callejero en el 2015, gracias a lo cual se promulgó una ley en la Ciudad de Buenos Aires.
No importa cuántas veces se diga, en las calles, en los medios, en las redes sociales, es necesario volver a repetirlo una y mil veces más: no se puede responsabilizar a las mujeres de las violencias que atraviesan a diario, y menos cuando se hace desde un medio de comunicación, un ámbito que juega una parte fundamental a la hora de construir el sentido común. Tampoco se pueden equiparar, como lo hizo Repetto, otras agresiones con las que sufren por las mujeres solo por el hecho de serlo, porque así se diluye la magnitud del reclamo. Estamos ante un problema cultural debido al cual un sector de la población fue históricamente oprimido sobre la base de un rol de inferioridad.
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El foco no está en la ropa que usa la mujer, sino en el machismo enquistado en la sociedad y en la falta de educación sexual integral que desarme las desigualdades desde la infancia. Hacer esas preguntas es desviar la atención y responsabilizar a las mujeres por no acatar el modelo moral que la sociedad prefiguró para ellas, es reafirmar la idea de sumisión que determina formas de habitar el espacio público y privado, basadas en la asimetría y el privilegio de los varones. Deconstruir estos parámetros requiere precisamente comprender que los casos de violencia de género no son aislados, ni suceden como consecuencia de una enfermedad que da rienda suelta a un «instinto», sino que son el resultado de una cadena que transmite la idea de que los hombres tienen el derecho de apropiarse del cuerpo de una mujer.
Hacer esas preguntas es desviar la atención y responsabilizar a las mujeres por no acatar el modelo moral que la sociedad prefiguró para ellas, es reafirmar la idea de sumisión que determina formas de habitar el espacio público y privado, basadas en la asimetría y el privilegio de los varones.
Dar centralidad a este hecho, a menudo omitido por el periodismo, es un paso fundamental para dar a los reclamos el lugar que se merecen y tomar acciones en la búsqueda de la justicia y la igualdad de género. Solo mediante un enfoque adecuado, que no banalice la problemática, ni deslegitime al feminismo, se podrá tomar verdadera consciencia de las patrones que perpetúan las relaciones de poder para finalmente desarmarlos.