Hoy se estrena La reina del miedo, ópera prima de Valeria Bertuccelli. Si bien ya escribió y dirigió sus propios materiales en teatro, esta vez se atrevió a encarar esos roles en la gran pantalla (co-dirección junto a Fabiana Tiscornia). Además fue la protagonista, y este papel le valió el premio a Mejor Actriz de Ficción Internacional en la última edición del Sundance Film Festival. La película relata los vaivenes de Robertina, una actriz llena de miedos que transita todas las decisiones importantes de su vida detrás de ese gran escudo: el pánico.
Robertina (Valeria Bertuccelli) es una actriz prestigiosa y está a punto de estrenar una obra de su autoría en el Teatro Liceo. La gente la reconoce por la calle, su equipo de trabajo tiene grandes expectativas y los productores han arriesgado su capital convencidos de que el proyecto en cuestión verá la luz a tiempo y cosechará tantos aplausos como billetes. Pero en la cabeza de Robertina se proyecta otra película.
El tiempo pasa y ella no tiene nada demasiado definido: ni en el arte ni en su vida cotidiana. Múltiples conflictos llaman a su puerta pero parece incapaz de tomar decisiones. Su única reacción, entonces, es posponerlo todo para después. Pero ese “después” nunca llega o se yuxtapone a otros asuntos cada vez más urgentes. El personaje vive en estado de duda permanente, oscila entre la acción y la omisión, y transita una profunda angustia en la más completa soledad, no porque carezca de un entorno contenedor sino porque no logra comunicar ese conflicto interno.
La película de Bertuccelli es una gran pieza porque tiene su propio sello, un estilo personal y un tono que oscila equilibradamente entre la tragedia y la comedia. Lo que la protagonista vive es un tormento, pero su modo de afrontarlo es absurdo y —de tan absurdo— resulta gracioso
La primera escena nos revela a una Robertina aterrada, frágil, vulnerable. Entre sueños escucha un ruido; se sobresalta; mira por la ventana. El perro ladra; algo se mueve entre las plantas; no hay luz en la casa. ¡Terror! Ella no puede con esto así que decide despertar a su empleada doméstica para que la ayude a resolver la situación. Ninguna de las dos sabe qué hacer, entonces llaman a Prosegur. (Sí, resulta extraño escuchar el nombre de la empresa tantas veces en boca de los personajes, pero seguramente habrá una cantidad de ceros considerable para justificar tamaña decisión, aunque, si se apoya al cine nacional no vamos a quejarnos).
La atmósfera creada es de total desamparo, y casi por analogía también se refleja en el caserón inmenso, vacío, desolado donde vive (gran elección de locación). Robertina le teme a los ruidos que escucha (o cree escuchar) en la noche, a los ladridos de su perro Jimmy, a las siluetas y sombras que ve (o cree ver) entre las plantas del jardín, al cotilleo de sus empleadas, al abandono de su marido, a los hombres de Prosegur que llegan para socorrerla. Le teme a la presión de su equipo técnico, a los ensayos y al día del estreno.
Pero frente a todos esos miedos aparece uno aún más terrorífico: la muerte. El punto de inflexión está marcado por la noticia sobre el cáncer de su amigo Lisandro (Diego Velázquez en un muy buen papel), que avanza sin piedad sobre sus pulmones. A partir de allí Robertina se convierte en la «reina» que anuncia el título, y el personaje va hacia otras zonas. Saca pasaje a Dinamarca —donde vive su amigo—, y el anonimato le permite ser otra, olvidar las obligaciones, tomar decisiones y hacerse replanteos sobre su carrera, sus vínculos y su matrimonio (el “Señor” es nombrado de forma recurrente por todos los que trabajan en la casa, pero recién aparece en el tramo final encarnado por un Darío Grandinetti siempre eficaz).
La película de Bertuccelli es una gran pieza porque tiene su propio sello, un estilo personal y un tono que oscila equilibradamente entre la tragedia y la comedia. Lo que la protagonista vive es un tormento, pero su modo de afrontarlo es absurdo y —de tan absurdo— resulta gracioso. En La reina del miedo ha podido desplegar todas sus dotes interpretativas, e incluso explorar zonas más oscuras que no estaban tan vistas en sus últimos trabajos. Muy buena opción de cine nacional para este fin de semana.