El sábado se estrenó la segunda temporada del ciclo Una voz en el Centro Cultural San Martín (Sarmiento 1551); se trata de una propuesta que explora los diversos modos de montar una voz en escena. Con dirección de Dennis Smith, Boyscout y Eye y yo se presentan como la continuación de aquella primera temporada compuesta por Negra, Karma y yo y Christiane. El domingo fue el turno de Eye y yo, una pieza ideada por la actriz Julieta Cayetina que recorre con gran sensibilidad los lazos con su abuela Eye, sobreviviente al Holocausto. La obra puede verse los domingos a las 18 hs. en la Sala Alberdi.
«Cuando murió mi abuela me di cuenta de que las personas que yo amaba podían morirse», dice Julieta personaje sobre el escenario de la Sala Alberdi, situada en el sexto piso del Centro Cultural San Martín. La muchacha vestida con un uniforme color beige ceñido a la cintura suelta la frase entre las congojas ahogadas de la platea; esa frase, de alguna manera, explica el germen de todo esto.
Julieta personaje es el alter ego de Julieta Cayetina, actriz y creadora de la idea que dio origen a esta pieza teatral. Ella puso la arcilla y Dennis Smith fue quien la moldeó con libro y dirección; Laura Oliva y Francisco Prim completan el elenco de esta gran propuesta que estará en cartel durante 8 únicas semanas y que nadie debería dejar pasar.
Esther Cajg (Eye), abuela de Cayetina, fue una sobreviviente al holocausto judío durante la Segunda Guerra Mundial. Sobrevivió a siete campos de exterminio nazis y fue capaz de transformar todo ese horror en vida: siete nietos vinieron a equilibrar la balanza, y una de ellos se atrevió a contar esa historia a través del teatro.
Desde el inicio, Francisco Prim rompe el hielo y la cuarta pared al mismo tiempo; advierte al público sobre los difusos límites entre realidad y ficción, y aclara que Oliva representará a Eye, él representará al director/dramaturgo Dennis Smith y Julieta a ella misma. Buena parte de la riqueza de esta obra proviene de esas fronteras lábiles que en cada escena vuelven a ponerse en tensión; desde el primer minuto los espectadores sabrán que todo lo que allí se narra (todo el espanto de la muerte y toda la maravilla de la vida) efectivamente le ocurrió a alguien, a una mujer polaca nacida en 1926 en el pueblo de Zakrzówek, una mujer que vio morir a sus padres y a sus hermanos, una mujer que logró huir de la muerte y por esos azares de la vida llegó a Buenos Aires: esa mujer es Eye.
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En uno de los capítulos que componen esta crónica teatral, Julieta intenta rastrear el punto cero de su aventura creativa y lo encuentra en el momento preciso en que por primera vez sintió la necesidad de tatuarse el número de serie que su abuela llevaba marcado en la piel de su antebrazo como símbolo y recordatorio del horror (los números de identificación de los prisioneros judíos en las campos). Nunca imaginó que esa empresa resultaría tan difícil. ¿Cuál era ese número?
Quizás ese número haya sido la excusa perfecta para comenzar a indagar en la familia, para entrevistar a parientes y amigos de Eye, para ponerse en contacto con las instituciones de investigación y archivos sobre Auschwitz y para comenzar a cranear esta obra. Quizás también sea la excusa perfecta para que, al salir del teatro, los espectadores puedan reflexionar sobre el tema (una vez más o por vez primera) en algún café de la calle Corrientes.
Con gran sensibilidad y mucho oficio -el trabajo de Laura Oliva en la piel de Eye es digno de ser destacado-, esta puesta se presenta como una pequeña y significativa pincelada en este inmenso cuadro dantesco que componen los horrores del Holocausto. La función de estreno fue particularmente emotiva, ya que a la hora del saludo final actores y director bajaron a la platea para abrazar a Eugenia Unger (mejor amiga de Eye), quien estaba sentada en primera fila con sus ojos repletos de lágrimas.
El personaje de Cayetina confiesa que el deseo de hacerse un tatuaje nace por el impulso de contar la historia de Eye a aquellos curiosos que preguntaran por los números en su piel. Hoy ese deseo parece haberse cumplido con esta conmovedora creación y su clara invitación a no olvidar.