Los trece relatos que integran Una reina perfecta (Clubcinco, 2017) de Inés Garland muestran uno de los poderes más seductores de la narrativa: aparentar novedad aún dentro de los registros clásicos. Este libro, originalmente de 2005, también muestra que la visión de las mujeres dentro de la literatura no es algo exclusivo de este tiempo, sino que contaba con versiones como las que propone la autora: resistir, casi en un combate en silencio, con las normas de la sociedad.
Sobre la autora
Inés Garland nació en Buenos Aires en 1960. Es cuentista, novelista y traductora. Su primer libro, Una reina perfecta, fue premiado en 2005 por el Fondo Nacional de las Artes. Como novelista juvenil recició el premio Jugend Literaturpreis en Alemania por su novela Piedra, papel o tijera (2009). Publicó, además, El rey de los centauros (2006), La arquitectura del océano (2014), El jefe de la manda (2014), Los ojos de la noche (2016) y Una vida más verdadera (2017)
Lo novedoso de lo sencillo
La literatura, en especial la narrativa, tiene un poder que la vuelve irresistible: la capacidad de hallar una novedad aún dentro de las formas clásicas. Eso es lo que pasa al leer Una reina perfecta (Clubcinco, 2017) de Inés Garland. En este libro, originalmente publicado en el año 2005, las mujeres toman la voz cantante en historias que no se dejan llevar por tendencias o estilos de escritura «novedosos» para hallar su potencia narrativa.
Sin embargo, esa sencillez a la que se hace referencia no es sinónimo de una literatura fácil, sino del talento a la hora de encarar una historia por parte de Garland. En ese sentido, los trece relatos breves que conforman Una reina perfecta también dejan en evidencia la capacidad de síntesis de la autora, donde atmósferas espesas e historias enrevesadas pueden tener lugar sin necesidad de largas descripciones o adjetivos que entorpezcan a la lectura.
Como en la vida real, los problemas no se describen ni se comprenden, se sienten. Un ejemplo: «Pero lo único que podía pensar, que se me repetía como un mantra, era ‘por fin’, ‘por fin’. A mi vida siempre le había faltado humor: el humor apasionado que promeían las comisuras de la boca de Adolfo». O también: «El hombre está perdido, no tiene a donde ir, no tiene casi ni mujer. Todo eso sabe ella con sólo mirarlo».
Con una mirada sagaz, la vieja teoría del iceberg de Hemingway se cumple a la perfección en los cuentos de Garland: todo lo que no se dice opera a la perfección en lo que se insinúa, lo que apenas sale a la superficie. No es casualidad que las protagonistas de estos cuentos sean mujeres, ese género al que una sociedad machista solo dejó, históricamente, mostrar una porción de sus capacidades, de sus opiniones y de sus sentimientos. Una reina perfecta sirve, también, para comprobar que la cuestión de género no es algo que haya sido descubierto en la actualidad, sino que lo que se modificó es el impacto en los lectores.
La reedición de este libro, así como el resto del catálogo de Clubcinco -editorial especializada en rescatar obras de autores consagrados-, es un ejercicio de lectura interesante para comprender a la escena literaria contemporánea: lo novedoso no siempre anida en las formas, sino en la potencia y en la sencillez con la que una tarea difícil puede ser llevada a cabo. Garland hace en estos cuentos una demostración de su habilidad para construir relatos complejos con pocos recursos, algo que no es fácil de encontrar hoy en día.