El poema ilustrado Insomnio (mágicas naranjas, 2017), de Marcelo Tomé y Gustavo Gottfried avanza sobre los rincones desconocidos de la ciudad nocturna siguiendo a un personaje que no puede conciliar el sueño. Con ilustraciones que juegan hábilmente con luces y sombras, el libro construye un ritmo atrapante que se pasea entre lo onírico y la realidad.
Sobre el autor
Gustavo Gottfried nació en Buenos Aires, en 1969. Es Licenciado en Psicología por la Universidad de Buenos Aires y se desempeña como terapeuta. Lleva adelante, junto a su compañera Hilda Fernández, la editorial mágicas naranjas, dedicada a la poesía y la infancia. Publicó Un rastrojero bajo el sol (Huesos de Jibia, 2007) y La austeridad es la divisa de mi familia (mágicas naranjas, 2017).
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Sobre el ilustrador
Marcelo Tomé en Buenos Aires, en 1964. Es egresado de las escuelas de Artes Lola Mora y Prilidiano Pueyrredón. Se dedica a la ilustración Infantil y Juvenil y también a la docencia. Sus trabajos han sido publicados en las editoriales Estrada, Eldevives, Aique, AZ, Homo Sapiens y Libros del Quirquincho. En mágicas naranjas ha ilustrado el libro Como si fuera su novia, de Osvaldo Bossi.
Lo impredecible en la noche
La ciudad de noche es un terreno que ha dado lugar a múltiples recorridos en la literatura. Lo desértico que caracteriza a las calles y rincones inexplorados durante la madrugada aporta un clima particular que se va formando a la luz de ciertas expectativas. Insomnio (mágicas naranjas, 2017), de Marcelo Tomé y Gustavo Gottfried, se introduce en ese ámbito nocturno desde la imposibilidad de conciliar el sueño, bajo la óptica de un personaje que tantea lo desconocido en la oscuridad.
El libro ofrece así una historia de suspenso en clave poética, que se balancea por la línea indefinida entre la lucidez y la inconsciencia. Los versos dan cuenta de esa confusión de quien se desvela y tiene un pie en ambos planos: lo onírico y la realidad. Una sensación que puede durar a veces unos pocos segundos, pero que en este caso se extiende, construyendo una escena vívida e impredecible. Por ejemplo, puede leerse: “mis pasos/ siguen el ritmo de una música/ que no sé de dónde viene/ ni tampoco a dónde va/ siento que alguien me acompaña/ pero estoy solo”.
Las ilustraciones de Marcelo Tomé expanden el sentido gracias al juego habilidoso de la paleta de blancos y negros, a la combinación de luces y sombras que delimitan figuras a la vez que ocultan otras. Es también allí, en lo que no se muestra ni se dice, donde reside la potencia de Insomnio, que mantiene al lector en vilo gracias al complemento justo entre imágenes y palabras.
“Cuando la maquinita del dormir falla, empiezan los monstruos, las pesadillas, o algo peor todavía”, sostiene Osvaldo Bossi en la contratapa. De este modo, el libro de Tomé y Gottfried se interna en ese mundo difuso de la vigilia, que delimita una encrucijada en la que tanto el personaje como el lector buscarán descubrir una salida.