Todos los años pasa lo mismo: a las primeras temperaturas altas y la silueta del verano asomándose en el horizonte, muchas personas empiezan a preocuparse por los ideales de belleza y la carrera por «llegar» bien a esa temporada. ¿En qué momento dejamos que ciertos patrones colonicen no solo nuestros cuerpos, sino también nuestras formas de pensar? ¿Qué rol puede cumplir el amor propio ante todo esto? (Imágen: Caro con Insomio)
Cada año repite la misma rutina y parece que no nos damos cuenta. Como en El día de la marmota (también traducida como Hechizo en el tiempo), donde Bill Murray vive una y otra vez el mismo día, eso puede aplicarse con el conjunto de 365 días, sobre todo en su recta final: entre las fiestas de fin de año y la llegada de verano, los estereotipos florecen con la misma velocidad que las plantas. Es ahí cuando los ideales de belleza llegan a aplastar todo a su paso.
Las propagandas televisivas -ahora también en versión web-, que intentan vender cualquier producto con la excusa del verano, reproducen siempre los mismos cuerpos delgados, jóvenes y generalmente blancos. Las excepciones a las reglas son justamente eso: minorías que casi siempre son mostradas de manera exótica o hasta con burlas. De esa manera, la playa y las vacaciones parecen ser solo para las personas flacas. El resto ve toda la joda del otro lado de la pantalla o se pierde de disfrutar los pocos días de descanso que tiene por estar acomplejado con su cuerpo.
La playa y las vacaciones parecen ser solo para las personas flacas. El resto la mira por televisión o se pierde de disfrutar los pocos días de descanso que tiene por estar acomplejado con un cuerpo
Con los primeros días de septiembre, de repente se vuelve natural escuchar que un amigo, un familiar o un conocido empezó una dieta veloz, se anotó en un gimnasio caro y se sabe las calorías de todos los alimentos que hay sobre la mesa. Si bien nadie puede estar en contra de pensar la alimentación de forma responsable, los excesos en estos comportamientos llevan a ánimos que no dejan a nadie contento: ni la persona acomplejada con su cuerpo, ni a quienes lo ven preocupado por eso. No llegar al verano, entonces, significa no llegar contento al verano. ¿Qué lugar ocupa el amor propio en todo esto?
Una imagen creada por Carolina Peralta, más conocida como Caro con Insomnio en las redes sociales dio en la clave al respecto: dejar de tener en cuenta los ideales de belleza a la hora de pensar nuestro cuerpo y el de los demás. Este mensaje resulta clave ahora que esta problemática, históricamente asociada al cuerpo femenino pero lejos de contraerse, también empezó a aplicarse al cuerpo masculino.
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Al compartir la imagen en redes sociales que se viralizó rápidamente, la autora expresó: «El ideal es imposible y lo perfecto no existe. Pero vivimos en un mundo que hace que nunca estemos conformes con nosotras. Un mundo que nos hace ‘esconder’ y ‘disimular’ lo que ‘está de más’ o ‘de menos'». En ese sentido, Caro con Insomnio es tajante: «Esto no es casual, responde a un sistema. Dejá de odiarte. Si querés cambiar algo, hacelo sanamente. Pero primero querete, que lo demás viene solo. Empoderá tu cuerpo, ponete lo que quieras cuando quieras».
«Dejá de odiarte. Si querés cambiar algo hacelo, sanamente. Pero primero querete, que lo demás viene solo. Empoderá tu cuerpo, ponete lo que quieras cuando quieras».
El amor propio, ante un sistema económico y patriarcal que nos prefiere disconformes, es una de las formas de empoderamiento más fuerte que se puede hacer desde lo individual hacia lo social. Los ideales de belleza justifican que la inversión en cirugías estéticas superen en muchos casos los fondos destinados a la investigación para la cura de las enfermedades. O que los productos «light» salgan más caro que los normales. En otras palabras, replicar esos patrones también es un negocio para los mismos de siempre a costa de nuestra tristeza.
Entender que los ideales de belleza son exactamente eso, ideales puestos en un tiempo histórico -la belleza no siempre fue pensada de la manera en que lo es actualmente- ayuda a dejar de perder tiempo con falsas premisas hacia una felicidad que no va a sostenerse con el tiempo. Todos los cuerpos llegan al verano como quieren y pueden llegar y lo mejor es no dejar que nadie diga qué es lo que tenemos que hacer con nuestro ocio, ese poco tiempo donde, quizás, podemos hacer lo que queremos. Desterrar los ideales de belleza es, en definitiva, la única forma de llegar al verano como corresponde: sin prejuicios.