Un 4 de diciembre, pero del 2009, Luis Alberto Spinetta iba a dar uno de los shows más emblemáticos del rock nacional. El show de Spinetta y las Bandas Eternas recopiló gran parte de la inmensa obra del músico argentino, repasando sus clásicos con Pescado Rabioso, Invisible y Almendra, además de sus hits solistas y las infaltables rarezas que conforman la obra del «flaco». Como si fuera poco, invitados de lujo se sumaron a la fiesta: Charly García, Fito Páez, Gustavo Cerati, entre muchos otros.
Algunos hablan de más de 35.000 personas, otros 40.000. Lo cierto es que fuimos varios los testigos de un show entrañable en la cancha de Vélez: Spinetta y las Bandas Eternas, un concierto que bien podría pasar a la historia como Spinetta y el recital eterno. Cargado de emoción, talento y profesionalismo, seguramente ninguno de los asistentes pudo darse cuenta en ese momento que se estaba asistiendo a una fecha clave del rock nacional. Tantos años después, ya no hay dudas de eso. Con casi 6 horas de show (empezó a las 21:40 y terminó a las 3:30) , es uno de los shows más largos de la historia.
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En los meses previos, la consigna era clara: Luis Alberto Spinetta, más conocido simplemente como «el flaco», iba a reunir a sus históricas bandas para repasar toda su carrera. Una experiencia única para los que lo siguieron desde finales de los 60’s con Almendra, rockearon en los 70»s con Pescado Rabioso y disfrutaron de la calidad exquisita de Invisible. Para los más jóvenes, se nos presentaba el milagro de la resurrección o la chance de volver a ver a Spinetta y los Socios del Desierto.
Cargado de emoción, talento y profesionalismo, seguramente ninguno de los asistentes pudo darse cuenta en ese momento que se estaba asistiendo a una fecha clave del rock nacional. 8 años después, ya no hay dudas de eso.
La noche de aquel 4 de diciembre, exactamente a las 21.40 según recuerdan varias crónicas, Spinetta subió al escenario. Visiblemente alegre y conmovido por la mera humana -algo que en los últimos años de su carrera no era habitual- dijo: «Estoy muy emocionado por esta fiesta». Así, el show comenzó con la última banda que acompañaba al «Flaco», para recorrer sus temas solistas sin discriminar: desde los más nuevos -y por lo tanto desconocidos para la mayoría del público- y sus pocos pero valiosos hits de esa carrera solista.
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Sin embargo, esa decisión no fue bien recibida por todos, ansiosos por lo que sería el plato fuerte de la noche con la llegada de los grupos reunidos. El campo, dividido en VIP y popular, generaba que los del fondo empezaran a corear por Pescado Rabioso. Algo similar ocurría en las plateas, donde la impaciencia daba paso al malestar o a la dispersión. Nadie, entre los que me incluyo, sabía que iba a ser la última vez que viéramos al flaco en vivo.
La aparición de Fito Páez, el primer invitado «popular» de la noche -antes desfilaron Javier Malosetti y el «Mono» Fontana-, sirvió para calmar esos ánimos variados, logrando recuperar la conexión con una parte del público. Versiones inolvidables de «Las cosas tienen movimiento» con el músico rosarino, «Té para tres» con Gustavo Cerati y «Rezo por vos» con Charly García -uno de los momentos más emotivos de la noche-, empezaron a calentar el ambiente para lo que sería una noche única.
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Invisible, en un formato de power trío con Spinetta – Pomo – Machi, empezó a cumplir la promesa retrospectiva y emotiva de la jornada. Versiones
Spinetta y los Socios del Desierto fue la primer «banda eterna» en aparecer en escena, recordando ese rock a contracorriente que irrumpió en la década de los 90’s, con un flaco inesperado y sorprendente para muchos. Después Invisible, en un formato de power trío con Spinetta – Pomo – Machi, empezó a cumplir la promesa retrospectiva y emotiva de la jornada. Versiones de «Durazno sangrando» y «Lo que nos ocupa es esa abuela, la conciencia que regula el mundo», quedaron registradas en la memoria de los asistentes.
Inmediatamente llegó el turno de Pescado Rabioso, esa banda que agitó al rock nacional de los 70’s que se había encandilado con Almendra y, posteriormente, las canciones armoniosas de Sui Generis. Los distintos integrantes del conjunto en su breve tiempo de vida (1971-1973) aparecieron en escena: Black Amaya – David Lebón – Carlos Cutaia – Guillermo Vadalá- Osvaldo «Bocón» Frascino. Para atesorar, las versiones de «Poseído del Alba», «Despiértate nena» y «Post crucifixión»
El plato más fuerte de la noche llegó ya entrada la madrugada, cuando Almendra – una de las bandas fundadoras del rock en español que decidió alejarse de las letras en inglés y las melodías beats – salió en escena con su formación original: Spinetta – Edelmiro Molinari – Emilio del Güercio – Rodolfo García. «Fermín», «Hermano Perro» y la tan esperada «Muchacha ojos de papel» en una versión casi a capella dieron el broche de oro y emoción a la jornada que, al recorrer la historia del flaco Spinetta, recorre de alguna forma una parte importante de la música popular argentina y de habla hispana.
La tan esperada «Muchacha ojos de papel» en una versión casi a capella dio el broche de oro y emoción a la jornada que, al recorrer la historia del flaco Spinetta, recorre de alguna forma una parte importante de la música popular argentina y de habla hispana.
Cuando parecía que el final había llegado, Spinetta y las Bandas eternas guardaba una última cuota de emoción: el tema «8 de octubre», dedicado a los alumnos fallecidos del colegio Ecos en un accidente vehicular cuando volvían de actividades solidarias en el interior del país. Además, la presencia de Ricardo Mollo y los hits que todavía no habían sonado («Seguir viviendo sin tu amor» y «No te alejes tanto de mí»), fueron la frutilla de un postre que ya había dejado a todos más que satisfechos.
Tantos años después de ese recital histórico, es un buen ejercicio detenerse en la figura de Spinetta, que nunca aprovechó el impulso ganado con sus distintos éxitos a lo largo de su carrera y avanzó en una búsqueda personal y propia. Cabe destacar que su último recital, antes de fallecer el 8 de febrero del 2012, fue en un pequeño teatro en Chile, dando un recital íntimo. Las presentaciones en Argentina, salvo Spinetta y las Bandas Eternas, también tenían ese carácter poco masivo, demostrando que el arte puede o no puede ser algo para multitudes, y el flaco supo estar de ambos lados sin necesidad de otros artilugios para conmover al público.