La novela Imágenes olvidadas (El ojo del mármol, 2017), de Martina Vidret, sigue de cerca la investigación de un joven periodista que llega a un pueblo desconocido en búsqueda de una historia que catapulte su carrera. Explorando los vínculos entre los habitantes de un lugar que por momentos parece detenido en el tiempo, el protagonista se ve envuelto en una trama misteriosa que toma forma junto con la memoria colectiva.
Sobre la autora
Martina Vidret nació el 5 de agosto de 1997. Es egresada del Colegio Nacional de Buenos Aires, estudia Licenciatura en Psicología en la Universidad de Buenos Aires y Licenciatura en Artes de la Escritura en la Universidad Nacional de las Artes. Imágenes olvidadas es su primera novela.
Desenterrar la memoria colectiva
«Elsa Ulma, adolescente, dieciséis. En un pueblo tan pequeño como este, te imaginarás que es difícil esconder a alguien. Y mirá lo que sucedió. Desapareció ante nuestras narices”. Con estas primeras líneas, la contratapa de Imágenes olvidadas (El ojo del mármol, 2017), de Martina Vidret, introduce al lector en una trama que va desenredando la intriga a lo largo de los capítulos.
Todo comienza con un joven periodista, reciente egresado de la carrera de Letras, y con una mezcla de sensaciones que a menudo acompaña los inicios de un nuevo año: dejar el pasado para embarcarse en la búsqueda de algo diferente, llevar adelante proyectos y concretar aspiraciones. En su afán de alejarse del tedio de la ciudad, el narrador llega a un pueblo casi por accidente, en donde se propone descubrir una historia única que catapulte su carrera. Así es cómo se cruza con el caso de Elsa, una joven desaparecida a fines de la década del ‘50.
En esta “cacería de números primos” – tal como el protagonista la llama – asistimos también a una etapa de crecimiento interior: la exploración de la independencia y de la vida fuera del hogar gracias a la ruptura de los esquemas acostumbrados, y a la reflexión sobre los deseos, las inseguridades y las contramarchas de un personaje resuelto a lograr sus objetivos.
Ambientada a fines de los 90’s, la temporalidad imprime una particularidad en la novela. La investigación que lleva adelante el protagonista no está marcada por la celeridad propia de las tecnologías digitales, sino por la lectura minuciosa sobre el papel, permitiendo explotar el recurso de los libros, los diarios de época y las entrevistas como métodos primarios de búsqueda, recuperando un trabajo periodístico sin la necesaria y actual mediación de la pantalla.
El hecho de que la narración tenga lugar en un pueblo permite además indagar sobre los lazos de sociabilidad construidos en un lugar que parece estar congelado en el tiempo; un refugio, donde la familiaridad entre los habitantes esconde pistas que el protagonista va tejiendo a cada paso. De esta forma, se reconstruye la memoria colectiva desde los más mínimos indicios, dispuestos como piezas en un tablero de ajedrez, que a su vez parecen estar preparadas para desenterrar secretos sepultados por generaciones.