La política argentina, de la mano de los grandes medios, cayó en los reduccionismos de una falsa grieta impuesta por ellos mismos. Así, la vida humana pasó a un segundo plano y todo puede analizarse según el color político que salga beneficiado o debilitado por un acontecimiento. El caso de la tragedia del ARA San Juan es un claro ejemplo de eso, donde las muertes se quieren analizar con un binarismo nefasto.
Desde hace ya varios años la política argentina se debate en una falsa grieta autoimpuesta y alimentada por los grupos mediáticos que reducen el debate en búsqueda de réditos económicos de pauta oficial y publicidad que derivan del rating. En el medio, distintos hechos se ven teñidos de los colores políticos dominantes: Cambiemos o Kirchnerismo. Pasó con la desaparición forzada seguida de muerte de Santiago Maldonado cuando escapaba de la represión de Gendarmería Nacional y sucede actualmente con la búsqueda del submarino ARA San Juan de la Armada.
En el caso de la nave militar, muchas veces se olvida que 44 personas se encontraban a bordo y se intenta subrayar o disminuir la responsabilidad política del Gobierno de Mauricio Macri, borrando la historia de cada uno de los tripulantes y restándoles cualquier importancia. Similar a lo ocurrido en la tragedia de Once, donde la chicana política y el manoseo mediático solo recuerda el número de fallecidos para arrojarlo de un lado u otro de la grieta.
En el caso de la nave militar, muchas veces se olvida que 44 personas se encontraban a bordo y se intenta subrayar o disminuir la responsabilidad política del Gobierno de Mauricio Macri, borrando la historia de cada uno de los tripulantes y restándoles cualquier importancia
El caso de Santiago Maldonado corrió la misma suerte, cuando los periodistas allegados al Gobierno y una parte importante de la población no reparaba en el hecho de que se trataba de una desaparición forzada y luego de una muerte producida en un contexto de brutal represión por parte de las fuerzas públicas. La figura del joven artesano solo alimentó chicanas políticas, dejando una vida humana menos y un debate sobre la democracia más que pendiente.
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El debate sigue en las distintas redes sociales, donde los mismos que cuestionaban ese accionar en el caso Maldonado, reproducen un discurso en un tono revanchista, dejando atrás que 44 personas perdieron la vida, más allá de su ideología política o una ocupación tan particular (y hasta cuestionable) como lo es ser militar. De más está decir el desprestigio que tiene esa fuerza en la historia nacional, sobre todo después de la última dictadura cívico militar de 1976, pero eso no habilita a manosear el fallecimiento de 44 personas por la negligencia de un Estado que subejecuta presupuestos que caen en las manos más ricas de Argentina.
En esa dirección, se puede nombrar un gesto más que significativo de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora. El organismo de Derechos Humanos manifestó su solidaridad “con el tremendo dolor de los familiares del submarino ARA San Juan”. En ese sentido, continúa: “como Madres conocemos el desgarro de la espera y la incertidumbre que no tiene fin. Reciban nuestro saludo y sentido acompañamiento en la tragedia que están padeciendo”.
Ver que detrás del ARA San Juan existen 44 vidas menos e historias familiares, es un gesto humano que muestra las diferencias existentes entre quienes luchan por la Memoria, Verdad y Justicia y quienes solo cuidan sus propios intereses económicos y políticos.
Eso no tiene que confundirse con el olvido y el indulto de las Fuerzas Armadas y su rol nefasto en la violación a los Derechos Humanos en Argentina, más teniendo en cuenta el ocultamiento de información que todavía se mantiene. Sin embargo, ver que detrás del ARA San Juan existen 44 vidas menos e historias familiares, es un gesto humano que muestra las diferencias existentes entre quienes luchan por la Memoria, Verdad y Justicia y quienes solo cuidan sus propios intereses económicos y políticos.
Hoy resulta indispensable no dejarse llevar por la información que engorda las redes para buscar reacciones dentro de esa lógica de la falsa grieta. Los casos de Santiago Maldonado o el ARA San Juan (así como también la tragedia de Once) esconden un mismo núcleo duro: la responsabilidad de un Estado que se desentiende de sus obligaciones y beneficia a unos pocos sectores económicos en detrimento de la sociedad en su conjunto.