La semana pasada, el diario Clarín publicó un artículo titulado «El manual ideal de una mina copada», en el que convalida una serie de estereotipos para la construcción de una supuesta imagen positiva de la mujer. En un contexto en el que la violencia de género se sostiene gracias a esta clase de lugares comunes avalados por la sociedad machista, cabe preguntarse: ¿qué es ser copada? (Foto de portada: Gustavo Yuste)
“Copada entrena la aceptación y la tolerancia”. “Copada anda depilada y con interiores engamados por si algo pasa”. “Copada es lectora y con toque feminista”. “Copada llora en silencio”. Después de esta lista de instrucciones publicada en el diario Clarín para la “mujer posmoderna” el pasado 25 de octubre, cabe preguntarse ¿qué es ser copada? Aparentemente, para la autora del artículo escrito para la sección “Pasiones argentinas” de uno de los medios de mayor circulación nacional, implica responder a los estereotipos y los mandatos de una sociedad machista. Aceptar con una sonrisa el rol que le es asignado a las mujeres para agradar, y para ser sumisas y tolerantes bajo la fachada de una falsa independencia.
¿Qué es ser copada? Aparentemente, para la autora del artículo escrito para la sección “Pasiones argentinas” de uno de los medios de mayor circulación nacional, implica responder a los estereotipos y los mandatos de una sociedad machista.
Luego de la polémica desatada en redes sociales, dos notas posteriores intentaron reivindicar las intenciones del “manual”, afirmando que se trata de un texto sobre la “cotidianidad de la mujer independiente”, que implementa “altas dosis de ironía y humor”, realzando así “ese valor”. La autora argumentó haber elaborado un artículo sobre la libertad, las elecciones de vida y la aceptación de lo propio. Ambas explicaciones fallan en comprender que difícilmente se puede hablar de autonomía mediante un conjunto de instrucciones que establecen una fórmula para que la mujer construya una supuesta imagen positiva de sí misma. Pero buscar acomodarse dentro de los patrones culturales machistas que deciden por el género femenino lo que lo hace más “atractivo” no es independencia.
En un contexto de emergencia por violencia de género, utilizar el humor para reivindicar los estereotipos que pesan sobre las mujeres – y en los que se sustenta la desigualdad – relativiza la importancia de desnaturalizar el sentido común machista. Frente a este panorama, la militancia feminista es fundamental para trastocar las categorías de la cultura y erradicar las creencias que imponen patrones de comportamiento que las mujeres tienen que seguir para no ser estigmatizadas.
La mujer copada
Copada no se queda callada. Grita ante las desigualdades y denuncia los agravios. Tiende redes para que ni ella ni otras tengas que soportar nada en silencio.
Copada es la que tuvo que trabajar desde los 16 y la que lucha para que otras no tengan que hacer lo mismo, en un contexto económico de precariedad laboral que afecta en mayor proporción a las mujeres.
Copada sigue su deseo y deconstruye el mandato. Entiende que el feminismo no es un «toque», sino que es una militancia cotidiana que requiere de una visibilización y un debate constantes que interpelen a toda la sociedad.
Copada busca la libertad, para ella y para otras, deshaciéndose de las reglas impuestas para el género femenino.
Copada es la que no requiere de un manual para que le diga cómo ser.
Mujer copada es la que, en definitiva, no necesita ser “copada”.