El poemario Acúfenos (Zindo & Gafuri, 2017) de María Rosa Maldonado propone un trabajo sumamente cuidado con las palabras al igual que con las imágenes. Haciendo un zoom más que particular en cada aspecto con vida que rodea la existencia humana, así como también retrocediendo en el tiempo, la autora logra demostrar cómo en la naturaleza vive el combustible necesario de la escritura.
Sobre la autora
María Rosa Maldonado nació nació en 944 en Barcelona, España, y reside desde 1949 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. Es Profesora de Filosofía, Psicología y Ciencias de la Educación. Desde 1989 coordina talleres de poesía y narrativa. Entre otras distinciones obtuvo el Primer Premio del Concurso de Poesía “La Nación” de 1988, por su poemario “Hasta que despertar es imposible” y el Segundo Premio Género Poesía, bienio 2002-2003, otorgado por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Publicó los libros de poesía“Poemas” (1977), “Hasta que despertar es imposible” (1989), “El esplendor ajeno de las cosas”(1992), “el zumbido de Dios” (2002), “atzavara” (Kriller71 Ediciones, Barcelona, España, 2012).
La naturaleza como máxima poesía
No se descubre nada diciendo que cada género literario carga con sus propias particularidades, más aún si se habla de poesía. En cierto sentido, podría pensarse que hay tantas búsquedas en la escritura como autores. El caso de Acúfenos (Zindo & Gafuri, 2017) de María Rosa Maldonado va en una dirección bien determinada desde el principio: desmenuzar cuidadamente cada imagen y palabra propuesta.
Utilizando palabras de difícil comprensión, como es el caso de aquellas específicas del campo de la biología, Maldonado parece demostrar que antes de lanzarse a la escritura, hay un pensamiento frío y parsimonioso, esperando que sea la palabra la que decida su participación o no en el poema. Al igual que la naturaleza, la potencia de los versos de este libro avanza aunque el sentido no termine de descubrirse a simple vista.
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Los momentos de profunda intimidad dentro de este libro se balancean con otros donde la voz poética parece ver todo externamente, dejando que sean las imágenes propuestas en los versos las que generen la empatía con el lector. De esa manera, conviven en Acúfenos, fragmentos como los siguientes: «un mínimo veneno inesperado entra desde la zona confusa del azar»; «y yo no sé si estoy viva o si soy solo un sueño»; «no robamos el fuego/ pero es cierto nos llevamos su imagen».
Cargado de una potencia propia y particular desde la primera hoja, este poemario se mantiene en pie a pesar de su aparente dificultad. Dejando atrás las corrientes contemporáneas, Maldonado encara su propia búsqueda para mostrar cómo en la naturaleza se encuentra el germen inicial de toda poesía. Ya sea una hormiga cargando el triple de su peso, un lobo que -sin saberlo- da el primer paso de la evolución de su especie o el ojo humano, que contiene más partículas que estrellas el universo, todo está ahí manifestándose todo el tiempo. Acúfeno da cuenta de eso.
