Los cuentos completos de Roberto Arlt: la prepotencia de la infelicidad

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La publicación de los Cuentos completos (Seix Barral, 2017) de Roberto Arlt regala al lector una oportunidad única de sumergirse de lleno en una de las obras más icónicas de la literatura nacional. Con un atento y acertado prólogo de Martín Kohan, Arlt aparece en pleno siglo XXI y a 67 años de su muerte como un autor al que los años no le quitan su potencia repleta de infelicidad y amargura. 



La literatura argentina tiene una clara tendencia a erigir monumentos y, a la sombra de los mismos, empezar a construir un antimonumento que contradiga al primero. Ningún autor se salvó de eso y Roberto Arlt (1900-1942), sin dudas, es uno de los casos más emblemáticos. Puesto por una parte importante de la crítica del siglo XX como el escritor que contrabalanceaba el peso de Jorge Luis Borges, las obras de Arlt fueron leídas de manera sesgada para alimentar una confrontación tan innecesaria como perecedera.

En esa dirección, la publicación de los Cuentos completos (Seix Barral, 2017) del muy poco conocido como Roberto Godofredo Christophersen Arlt abre la puerta a un revisionismo de su obra narrativa más allá de sus célebres novelas como El juguete rabioso o las aguafuertes. Encargado de prologar esta edición -tarea nada fácil-, Martín Kohan propone empezar a analizar estos relatos a partir de las dos máximas por excelencia de Artl: el cross a la mandíbula la prepotencia de trabajo, las cuales también servirán para enlazar con la vieja teoría que mezcla boxeo y literatura, donde se sostiene que las novelas ganan por puntos y los cuentos por knock out.

 Puesto por una parte importante de la crítica del siglo XX como el escritor que contrabalanceaba el peso de Jorge Luis Borges, las obras de Arlt fueron leídas de manera sesgada para alimentar una confrontación tan innecesaria como perecedera.

Esa referencia a las «atropelladas» literarias que caracterizan a la obra de Arlt pueden analizarse teniendo en cuenta el contexto de producción de la gran mayoría de sus cuentos: escritos lejos de la comodidad de un escritor consagrado o con peso propio dentro del ambiente literario, urgido por el intercambio de textos por dinero y con un tono periodístico y de crónica que lo acompaña en muchos fragmentos. Teniendo en cuenta esos factores, destaca Kohan la «búsqueda de un efecto de lectura inmediato, para un lector tan eventual como concreto».


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Esa incertidumbre de escribir para publicaciones variadas, que a la vez contaban cada una con un público específico, llevan a Arlt a nutrirse de una amplia gama de recursos, intercalando momentos de una búsqueda de profundidad literaria con otros donde los detalles son lo de menos y lo importante es avanzar sin mirar atrás. Al respecto, destaca Kohan que no se trata de «una prescindencia intencional de artificios y de leiteralidad, sino de la creación singular de otra clase de artificio, de otro orden de literalidad».

Partir desde la infelicidad y la desesperación no es una tarea sencilla ni agradable. Si bien es imposible obviar que ambas cualidades eran constitutivas dentro de la biografía de Arlt, llevar eso a la literatura de la manera en que lo hizo no es para nada poca cosa

Esa creación de un mundo tan particular y propio, al cual pocos escritores logran acceder mediante su obra, llevaron a que Arlt fuera puesto en un ring imaginario con Borges, sin deparar en otros aspectos muchos más valiosos y valientes dentro de, por ejemplo, sus cuentos. Partir desde la infelicidad y la desesperación no es una tarea sencilla ni agradable. Si bien es imposible obviar que ambas cualidades eran constitutivas dentro de la biografía de Arlt, llevar eso a la literatura de la manera en que lo hizo no es para nada poca cosa -basta con leer el primer cuento de este gigantesco tomo, «El jorobadito» para convencerse-. En esa dirección, gran parte de la literatura nacional de fines del siglo XX y principios de este siglo pueden reconocerse deudores de Arlt.

Por último, cabe destacar la pretensión de Arlt con su literatura: llegar a la cultura de masas, lejos de los elitismos propios de su época y que todavía persisten hasta el día de hoy. No es casualidad que, salvo los reunidos en El Jorobadito (1933) y El criador de gorilas (1941), una parte más que importante de sus relatos hayan quedado dispersos en diarios y revistas de la época. Capaz de adaptarse a lo que la realidad le ofrecía, Arlt siempre se mostró dispuesto de ir a la búsqueda de ese lector lejano.

Estos Cuentos completos, en definitiva, invitan a que la tan conocida prepotencia de trabajo de Arlt, consecuencia de la también prepotencia de la infelicidad en su vida y obra, vea una vez más la luz y gane por knock out a pesar de que la campana haya sonado hace tanto tiempo para él.


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