Soda Stereo es considerada una de las bandas más importantes de la historia del rock español. Su líder, Gustavo Cerati, fue parte importante para que esta tuviera lugar aunque no de la forma más pensada. Una historia de seducción fallida y casualidades derivó en que el conjunto argentino diera sus primeros pasos que luego terminarían en la cumbre de la fama.
Corría el verano de 1982 en Argentina: una sociedad que se movía como un péndulo entre el ritmo de vida que imponía la última dictadura cívico-militar y la ola pop de los 80’s que venía de Estados Unidos y Europa, lo que hacía que muchos jóvenes se vieran interesados en bandas tan excéntricas para el oído español como The Cure, The Police o el estilo camaleónico de David Bowie. Según cuenta la historia, a uno de los chicos del equipo de waterpolo de River le gustaba una de las chicas que iban a ver los entrenamientos al costado de la pileta: se llamaba Carlos Ficcichia, aunque todos lo conocerían luego como Charly Alberti.
El futuro baterista de Soda Stereo tenía por ese entonces 17 años y, aunque según relatan los testigos, no era alguien con mala suerte a la hora de la seducción, no lograba que ella aceptara salir con él. Ya obstinado en sacar a flote sus intentos, un viernes a la tarde, Alberti llamó a la casa para invitarla a tomar algo. Ella, María Laura Cerati, otra vez le dijo que no y, para sacárselo de encima, le pasó el teléfono a su hermano mayor, que también escuchaba rock: Gustavo Cerati. Otras versiones sostienen que María Laura nunca llegó a atender el teléfono, sino que fue directamente Cerati quien levantó el teléfono.
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De esa charla impensada e incómoda, resultó que los dos tenían intereses en común, como por ejemplo ser ávidos escuchadores de rock internacional, particularmente de The Police. En el fragor de la charla surge otro dato importante: Charly, además, tenía una sala de ensayo y, dos días más tarde, Cerati fue a lo del pretendiente de su hermano con un amigo que tocaba el bajo y se llamaba Zeta Bosio.
Hacía ya varios meses que Cerati y Bosio, compañeros de la carrera de Publicidad en la Universidad de El Salvador, soñaban con armar un trío -formación que estaba de moda por ese tiempo- de rock alternativo
Hacía ya varios meses que Cerati y Bosio, compañeros de la carrera de Publicidad en la Universidad de El Salvador, soñaban con armar un trío -formación que estaba de moda por ese tiempo- de rock alternativo. La llegada de un joven que compartía los mismos gustos y contaba con una sala de ensayo, no era para nada despreciable. A eso, hay que agregarle otro dato fundamental: Charly Alberti era hijo de Tito Alberti, baterista reconocido dentro del jazz y de la música infantil.
Fruto de ese primer encuentro, Bosio y Cerati decidieron que el joven Alberti había pasado la prueba y era el integrante adecuado para conformar el trío musical que venían planeando. Tal como señala la biografía oficial de Gustavo Cerati, publicada en www.cerati.com, la banda había probado agregar a un integrante más, y entre los aspirantes desfilaron nombres de la talla de Richard Coleman, Daniel Melero y Andrés Calamaro.
La banda había probado agregar a un integrante más, y entre los aspirantes desfilaron nombres de la talla de Richard Coleman, Daniel Melero y Andrés Calamaro.
Producto de la ingeniosidad de sus integrantes, la educación musical fruto de horas y horas a escuchar vinilos -que el padre de Gustavo Cerati traía de Estados Unidos durante sus viajes de trabajo- y los conocimientos relacionados al marketing y la publicidad que el líder de la banda y Bosio poseía, Soda Stereo empezó a pisar fuerte en todo lo relacionado con la estética de los músicos, los ritmos utilizados y las letras modernas que desafiaban de alguna manera a los clásicos del rock nacional. El resto, es historia conocida.
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