Bárbara Lennie es la actriz española (de padres argentinos) que Diego Lerman convocó para protagonizar su quinto largometraje, Una especie de familia. Curiosamente, no se trató de una elección impuesta por las leyes de las co-producciones: pese a que el proyecto incluye a otros cinco países además de Argentina (Brasil, Polonia, Alemania, Francia y Dinamarca), España no figura en esa lista. La decisión de Lerman estuvo orientada más bien por la paleta de virtudes interpretativas de las cuales Lennie dispone. El resultado es admirable: nadie sospecharía que detrás de ese acento porteño hay una española, y al ver tal potencia dramática en pantalla cuesta muchísimo imaginar otra opción para encarnar al personaje de Malena. La Primera Piedra entrevistó a la actriz que, en estos momentos, se encuentra en España rodando la próxima película del iraní Asghar Farhadi —La Separación— junto a Ricardo Darín, Javier Bardem y Penélope Cruz.
— ¿Por qué dijiste que «sí» a este proyecto? ¿Fue una decisión instantánea o muy pensada?
— Fue todo bastante rápido y poco reflexivo. Creo que tanto Diego como yo somos personas intuitivas, ambos sentíamos que la cosa iba a cuadrar y nos lanzamos a la aventura sin darle muchas vueltas. A mí me atrajo mucho el proyecto en conjunto, reunía cosas que deseaba hacer hacía mucho tiempo.
— ¿Cuál fue el rasgo que más te atrajo del personaje en la lectura del guión?
— La necesidad de ir hacia adelante, su inestabilidad y su animalidad.
Seguramente, fuera de este contexto, Malena es una tipa con la que me encantaría tomar algo
— ¿En qué medida te identificás con el personaje? ¿Qué similitudes o diferencias
— No me siento especialmente cerca de este personaje en casi nada. Obviamente siempre hay un intercambio de lo propio con lo que uno hace en la ficción. En este caso, Malena fue un gran canal para volcar muchas cosas que me venían pasando en mi vida. Es un personaje emocional y físicamente muy exigente, así que puse todo el cuerpo a su servicio.
— ¿Qué pensarías de ella si te la encontraras en los azares de la vida? ¿Podrían ser amigas?
— Jajajaja, no sé. ¿Por qué no? Tal vez necesitaría de alguna amiga que la ayude un poco, la acompañe y la contenga. La película se centra en un momento muy concreto de su vida, muy complicado. Seguramente, fuera de este contexto, Malena es una tipa con la que me encantaría tomar algo.
Llegamos a un momento en el que ya es inaceptable que, si nos dedicamos a contar la vida, las mujeres no estemos presentes
—¿Qué clase de empatía estableciste con ella y desde qué lugar?
— Toda la empatía de la que fui capaz y desde lo más íntimo, desnudo y honesto que pude.
— ¿De qué manera te atravesó la historia como mujer?
— Entendí hasta dónde puede llegar una mujer atravesada por el deseo profundo de ser madre, y cómo eso puede ser maravilloso y dañino al mismo tiempo. Me hizo cuestionarme mis propios deseos y también conocer desde adentro lo complejo que puede llegar a ser el mundo de la adopción en Argentina.
— Se trata de una mujer independiente que muchas veces toma sus decisiones por impulso, guiada por el instinto… ¿sentís que hay un diálogo con la época en este film, una historia que -al modo de una pieza en un rompecabezas- refleja otras historias propias de nuestra contemporaneidad?
— Bueno, yo creo que todas las buenas películas tienen eso, ¿no? Esta es una historia profundamente local y, a la vez, universal. Creo que pone sobre la mesa y cuestiona algo que está a nuestro alrededor cada vez más presente, la idea de repensar y reconfigurar los vínculos, tanto los familiares como los amorosos. Y, por supuesto, la mujeres tenemos un papel fundamental en ese replanteo.
En este caso, Malena fue un gran canal para volcar muchas cosas que me venían pasando en mi vida. Es un personaje emocional y físicamente muy exigente, así que puse todo el cuerpo a su servicio.
— ¿Qué desafíos te planteó la composición del personaje en solitario y el trabajo en rodaje ya con todo el equipo?
— De entrada, afrontar un personaje protagónico que tiene que sostener toda la película es un desafío importante. Además, Diego había escrito una mujer compleja que está atravesando un momento vital muy delicado, a quien se le plantea un dilema que puede cambiar su vida. Trabajamos mucho para encontrar la “no forma”, lo inesperado, lo no conducido técnicamente por mí como actriz. Eso tenía que ver con algo de abandonar lo preconcebido, lo que debería ser, el control. Una vez que entendí que Malena se mueve en un territorio confuso, variante y energéticamente inestable, todo empezó a fluir.
— ¿Cómo fue el contrapunto con Yanina Ávila, considerando que es la primera vez que trabajás con una actriz amateur?
— Fue una experiencia increíble. Yanina no había actuado en su vida pero, al verla en el set, uno tenía la impresión de que llevaba mucho tiempo deseando contar esta historia. En determinadas secuencias tuve la sensación de estar viviendo las experiencias más intensas de mi carrera.
— ¿Cómo fue la dinámica de trabajo con Diego Lerman y el resto del equipo?
— Fueron semanas muy intensas, muchas horas de rodaje y muchas horas de convivencia fuera del rodaje. Estábamos todos durmiendo en el mismo lugar, compartiendo la creación de esta película de una manera muy entregada. Digamos que la dinámica fuera y dentro de la ficción era casi la misma. Tengo la sensación de haber rodado sin parar durante las siete semanas que duró la filmación.
Una vez que entendí que Malena se mueve en un territorio confuso, variante y energéticamente inestable, todo empezó a fluir.
— ¿Qué podés comentar acerca de las historias protagonizadas por mujeres en la escena cinematográfica actual? ¿Qué tipo de guiones llegan a tus manos?
— Por suerte me llegan guiones muy diferentes con mujeres muy diferentes, pero creo que no es lo habitual. Creo que estamos deseando ver más mujeres y más historias que nos cuenten tal y como somos. Me da la sensación de que llegamos a un momento en el que ya es inaceptable que, si nos dedicamos a contar la vida, las mujeres no estemos presentes con la relevancia que tenemos en ella.
— ¿Quiénes son tus referentes en el campo de la cinematografía y de la interpretación?
— Tengo mucha gente a la que admiro, la verdad. Como estamos hablando de mujeres, aprovecho para recomendar la película de una cineasta joven y talentosa, Carla Simón. Su ópera prima está recorriendo el mundo de una manera maravillosa. Se llama Estiu 1983.
— ¿Qué te gustaría que los espectadores encontraran en esta historia y en tu personaje particularmente?
— Ojalá les pase algo de lo que me pasa a mí cuando veo un trabajo que me gusta. Algo que tiene que ver con que lo que estas viendo te remite a tu propia experiencia vital. Aunque no sea especialmente cercana a la de la película, te hace viajar, te estimula, te mueve, te hace disfrutar y te acompaña en tu cotidiano. Vamos a ver…
Leé nuestra crítica de la película: Una especie de familia: el instinto como brújula