“En todos los casos, en todas las modalidades que quieras analizar en materia represiva el macrismo ha pegado un salto fenomenal«, sentencia María del Carmen Verdú, la abogada y referente de la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI), que trabaja desde hace tres décadas contra la represión en democracia. “En los primeros 10 meses y medio del gobierno de Cambiemos pasó de un caso cada 28 horas a uno cada 25. Este año va para peor porque seguro hay un caso por día y muy probablemente lo hayamos superado”, denuncia en diálogo con La Primera Piedra. El escenario alarmante que ejerce el macrismo desde su llegada al poder, la situación represiva actual y la necesidad de utilizar el concepto de represión estatal por sobre el de violencia institucional, en la siguiente entrevista. (Fotos: CORREPI)
— ¿Cómo ves la situación represiva actual?
— En CORREPI trabajamos el material para el archivo a lo largo de todo el año. A noviembre de 2016, es decir, con 10 meses y medio de gestión de gobierno de Cambiemos habíamos pasado de una muerte cada 28 horas a una muerte cada 25. Todo indica, por los números que tenemos hasta el momento, que ya son más de 250 casos chequeados en este año y que vamos a superar ese promedio.
— ¿Qué implica superarlo?
— Para que te des una idea de la progresión porque estamos hablando de una proporción dentro de 5200 casos: al gobierno kirchnerista le tomó casi 10 años pasar del índice de una muerte cada 30 horas que era el saldo que había quedado al final del gobierno de Duhalde a una cada 28. Y, en ese momento, nos arrancamos los pelos y decíamos “que barbaridad” porque esas tres horas implican un crecimiento importante. Pero en 10 meses y medio, Mauricio Macri pasó de un caso cada 28 horas a uno cada 25. Este año va para peor porque seguro hay un caso por día y muy probablemente lo hayamos superado. Todavía no podemos sacar un índice de frecuencia pero estamos en vías de superar ese promedio.
Al gobierno kirchnerista le tomó casi 10 años pasar del índice de una muerte cada 30 horas que era el saldo que había quedado al final del gobierno de Duhalde a una cada 28. Y, en ese momento, nos arrancamos los pelos y decíamos “que barbaridad” porque esas tres horas implican un crecimiento importante. Pero en 10 meses y medio, Mauricio Macri pasó de un caso cada 28 horas a uno cada 25.
— Teniendo en cuenta que en diciembre de 2015, antes de la asunción de Mauricio Macri, desde CORREPI ya habían anticipado este aumento represivo, ¿lo que ven ahora es realmente lo que creían?
— No, es peor. Es absolutamente peor. En todos los casos, en todas las modalidades que quieras analizar en materia represiva el macrismo ha pegado un salto fenomenal. Si vas a cualquier barrio y ves la cantidad de uniformados que tenés en cualquier esquina de cuatro o cinco colores diferentes, es decir, todo ese proceso de militarización de los barrios que veníamos denunciando desde hace años se ha profundizado de una manera escandalosa.
— ¿Qué consecuencias implica esto?
— Naturalmente eso tiene dos consecuencias directas, por un lado, la orden de utilizar en todo momento las facultades para detener personas arbitrariamente, metiendo más gente presa y, por ende, tenes más muertes en comisarías. También, tenés más poder de fuego en la calle, por lo tanto, hay más fusilamientos. Y si, por el otro lado, miras todo lo que tiene que ver con la represión descargada sobre los sectores organizados de la clase trabajadora ahí tenés para hacerte una panzada de distintos episodios represivos en todos los lugares que se te ocurra mirar del país. Todo esto acompañado además de una vuelta de tuerca represiva en todo lo que es legislación y fallos judiciales.
— ¿Porqué creen que la práctica represiva está dirigida a los sectores populares y, especialmente, a los jóvenes?
— Se trata de los sectores que tenés que disciplinar. Si estamos hablando de herramientas que tienen como objetivo el control social, ¿a quién necesitás disciplinar? ¿a los que ya son viejos y no asumieron el resistir y tratar de cambiar la forma en que viven o el que todavía está en condiciones por una cuestión de edad de pararse de mano y decir yo no quiero seguir viviendo así? Lo mismo con la cuestión de clase, no vas a ir a reprimir a Puerto Madero si ahí viven ellos.
— Teniendo en cuenta la impunidad que hay en la mayoría de estos casos, ¿es difícil seguir adelante con las causas?
— Una vieja consigna acuñada no solo por los militantes sino también por los familiares de casos de represión estatal dice que “la lucha no es por la sentencia sino por la conciencia”. La intervención en las causas judiciales es parte del escenario, pero no es ni por asomo el principal ni el más importante, y es en el que sabemos perfectamente que estamos en territorio del enemigo. El porcentaje de causas que llegan al juicio oral es inferior al 10 por ciento, y de esas el porcentaje de condenas es mucho menor todavía. Así y todo tenemos más de 1100 años de condenas en total a distintos miembros de las fuerzas de seguridad precisamente por la cantidad de causas en las que nos involucramos, pero sería tonto esperar que fuese diferente el resultado.
Si a todo lo llamas violencia institucional, en realidad, estás desdibujando una responsabilidad directa e intencional como lo es la de la política represiva.
— Es muy conocido el término de violencia institucional para hablar de estos casos, pero últimamente se está criticando bastante, por ejemplo, por Vanesa Orieta (hermana de Luciano Arruga) que insiste en hablar represión estatal sistemática y planificada.
— En realidad es volver a utilizarlo. La expresión violencia institucional ha sido una instalación ideológica del kirchnerismo para poder salir a cooptar familiares de víctimas y sobrevivientes como si el problema de la represión estatal fuese un hecho violento por la naturaleza humana o una especie de dirigible que sobrevuela el planeta y un día tira un rayo y cae en un lado y otro día en otro lado. Si es institucional no es violencia, es represión. Justamente en este punto coincidimos con los compañeros de Familiares y Amigos de Luciano Arruga, con los que insistimos de manera permanente con eso. Cuando nos preguntan por la violencia institucional decimos: “Mirá violencia institucional es que tu vieja se tenga que levantar a las cuatro de la mañana para poder conseguir turno en el hospital porque si va más tarde no la atienden”. Si a todo lo llamas violencia institucional, en realidad, estás desdibujando una responsabilidad directa e intencional como lo es la de la política represiva.
— Teniendo en cuenta la movilización en marco de la Marcha Nacional contra el Gatillo Fácil, ¿cuántos jóvenes se lleva esta modalidad represiva?
— En principio, que distingamos que hay diferentes modalidades no quiere decir que no sean todas parte de una misma política represiva. Los fusilamientos de gatillo fácil son el 47% del total del archivo, es decir, más de 2400 casos y el 39% son muertes en lugares de detención.