El viernes por la noche se confirmó que Anahí Benítez, la joven de 16 años que estaba siendo buscada en Lomas de Zamora, provincia de Buenos Aires, había sido asesinada, y que su cuerpo sin vida había sido encontrado en una reserva cercana. Lejos de ser un caso aislado, el femicidio de Anahí se enmarca en la emergencia social que vive la Argentina en cuestiones de violencia de género. Durante el mes de julio, una mujer por día fue víctima de femicidio, mientras que el Estado continúa sin dar respuestas. (Foto de portada: Lina Etchesuri)
El sábado 29 de julio, Anahí Benítez salió de su casa y nunca volvió. Su desaparición disparó una incansable búsqueda en el partido de Lomas de Zamora, primero por parte de su familia y compañeros de colegio, quienes repartieron volantes y difundieron la información en las redes sociales, y más tarde por la policía, que fue quien encontró el cuerpo sin vida de la adolescente una semana después, en la reserva Santa Catalina del barrio de Llavallol. El sábado, sus compañeros encabezaron una movilización de más de 1500 personas hasta el Congreso de la Nación para exigir Justicia por el femicidio de Anahí.
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La foto de Anahí se convertirá en una nueva bandera por el «Ni Una Menos». Como lo fueron las caras de Ángeles, Candela, Lucía, Ornella, Micaela, y muchas otras. Hoy los medios de comunicación difunden todos los detalles sobre su vida, sus intereses, sus gustos y sus rutinas. Durante los primeros días informarán con poca precisión y discreción cada avance del caso, sus mensajes privados de Facebook y WhatsApp, recortes de su diario íntimo y todo lo necesario para que la audiencia lo siga interesada como a una novela policial. Luego, la información se perderá en el mar de las noticias urgentes y quizás en algunos años recordemos el caso si se dicta finalmente una sentencia judicial.
El femicidio es el síntoma más violento de una sociedad machista que avala silenciosamente la violencia contra la mujer en todas sus formas.
El femicidio de Anahí Benítez no es un caso aislado, al igual que no lo fueron los que lo precedieron ni los que lamentablemente lo sucederán. No es el resultado de la obsesión de un profesor, el accionar de un desquiciado o el delirio de un reincidente. El femicidio es el síntoma más violento de una sociedad machista que avala silenciosamente la violencia contra la mujer en todas sus formas.
A pesar de que la visibilización de la violencia de género ha aumentado a partir de las movilizaciones de Ni Una Menos en todo el país, el crecimiento de la violencia no se detuvo. Según el Registro Nacional de Femicidios de la Justicia Argentina, durante el año 2016 murieron un 8% más de mujeres que el año anterior. Se registraron 254 víctimas, de las cuales 60 habían presentado denuncias previamente y al día de hoy sólo un 9% ha recibido una sentencia condenatoria. El mayor número de casos se registró en la provincia de Buenos Aires.
Según el Registro Nacional de Femicidios de la Justicia Argentina, durante el año 2016 murieron un 8% más de mujeres que el año anterior. Se registraron 254 víctimas, de las cuales 60 habían presentado denuncias previamente y al día de hoy sólo un 9% ha recibido una sentencia condenatoria.
El año 2017 muestra un panorama aún peor: según las estadísticas difundidas por la agrupación Mujeres de la Matria Latinoamericana (MuMaLá), una mujer fue víctima de femicidio cada 26 horas en lo que va del año, sumando la preocupante cifra de 167 asesinatos en la primera mitad del 2017. En la mayoría de los casos, los asesinos pertenecían al círculo íntimo de las víctimas (parejas, ex-parejas o conocidos), mientras que sólo un 5% eran desconocidos.
Según las estadísticas difundidas por la agrupación Mujeres de la Matria Latinoamericana (MuMaLá), una mujer fue víctima de femicidio cada 26 horas en lo que va del año, sumando la preocupante cifra de 167 asesinatos en la primera mitad del 2017.
Las cifras permiten comprender la importancia de que se trate la violencia de género como situación de emergencia en Argentina, y que se cuide a las víctimas en su propio entorno familiar y afectivo. Sin la intervención activa del Estado, será imposible revertir el aumento del número de femicidios. Es necesario que se desarrollen políticas públicas de fondo, y no se recorten los presupuestos correspondientes, que permitan el cambio cultural por el que tantas mujeres se están movilizando.