Hoy, a 45 años de la Masacre de Trelew, se cumple un nuevo aniversario del asesinato de 16 militantes y presos políticos de distintas organizaciones por las fuerzas armadas. El 22 de agosto de 1972, la dictadura de Alejandro Agustín Lanusse, demostraba el accionar sangriento del Estado y anticipaba la metodología que, años más tarde, se utilizaría en la persecución y el exterminio de los militantes políticos.
La historia de una fuga que fue masacre
El 15 de agosto de 1972, 25 presos por razones políticas de distintas organizaciones como Montoneros, Fuerzas Armadas Revolucionaria (FAR) y el Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP) lograron fugarse del penal de Rawson, en Chubut. Sin embargo, por desinteligencias y confusiones entre quienes se fugaban y los responsables de garantizar el escape desde afuera de la cárcel, el plan original falló.
Solo seis personas logran salir del país rumbo a Chile, gobernado en ese momento por Salvador Allende. Este grupo, formado por dirigentes de las organizaciones, llegó a tiempo al aeropuerto de Trelew para abordar el avión que había sido previamente secuestrado. Los 19 restantes llegaron cuando el avión estaba despegando. Los militantes fueron rodeados por las fuerzas armadas y se rindieron ante la Marina.
La detención tras la fuga se llevó adelante en presencia de la prensa y un juez, especialmente convocados por los militantes para garantizar su integridad física. Frente a las cámaras y micrófonos pidieron retornar al penal de Rawson, garantizar su seguridad y, en concreto, que no los asesinen.
La detención tras la fuga se llevó adelante en presencia de la prensa y un juez, especialmente convocados por los militantes para garantizar su integridad física. Frente a las cámaras y micrófonos pidieron retornar al penal de Rawson, garantizar su seguridad y, en concreto, que no los asesinaran. Sin embargo, contra lo pactado, fueron llevados a la Base Aeronaval Almirante Zar, en Trelew. Ante las protestas de los detenidos les informaron que solo sería transitorio y que volverían al penal en pocos días.
La fuga de los seis dirigentes guerrilleros entre los que se encontraban Mario Roberto Santucho, Fernando Vaca Narvaja, Marcos Osatinsky, Roberto Quieto, Enrique Gorriarán Merlo y Domingo Menna, había puesto en una situación muy tensa a la dictadura, que había dejado a escapar a presos tan “peligrosos”. De esta forma, a modo de escarmiento, el 22 de agosto, los 19 prisioneros fueron sacados de sus celdas a las tres y media de la madrugada. Mientras se encontraban de pie con la vista puesta en el piso, tal como les habían ordenado, fueron fusilados y ametrallados a quemarropa.
El 22 de agosto, los 19 prisioneros son sacados de sus celdas a las tres y media de la madrugada. Mientras se encontraban de pie con la vista puesta en el piso, tal como les habían ordenado, fueron fusilados y ametrallados a quemarropa.
Los presos políticos asesinados en Trelew fueron Eduardo Capello de 24 años; Ana María Villarreal de 36 años; Pedro Bonet de 30 años; Jorge Ulla de 27 años; José Mena de 22 años; Humberto Toschi de 25 años; Carlos del Rey de 23 años; Humberto Suárez de 22 años; Clarisa Lea Place de 23 años; Carlos Astudillo de 26 años; Susana Lesgart de 22 años; Mariano Pujadas de 24 años; Miguel Angel Polti de 21 años; Mario Delfino de 29 años; María Angélica Sabelli de 23 años y Alfredo Kohon de 27 años.
Sobrevivieron tres de ellos al fusilamiento: Alberto Miguel Camps, María Antonia Berger y Ricardo René Haidar. Ellos fueron los encargados de contar la verdad, ya que la versión oficial del suceso indicaba que se había producido un nuevo intento de fuga, que resultó en 16 muertos y tres heridos entre los prisioneros, pero sin bajas en las filas de la Marina. Los tres sobrevivientes fueron secuestrados durante la última dictadura cívico-militar por las Fuerzas Armadas y aún permanecen desaparecidos.
En octubre de 2012, cuarenta años después de la masacre, la justicia declaró el hecho como un crimen de «lesa humanidad». Allí, el Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia resolvió condenar a prisión perpetua a los militares retirados Emilio Del Real, Luis Sosa y Carlos Marandino como autores de los 16 homicidios y tres tentativas. El Tribunal también absolvió a Rubén Paccanini, para quien se habían pedido dos años de prisión, y a Jorge Bautista, acusado de encubrir los crímenes. Luego, la Cámara de Casación Penal anuló dichas absoluciones. Aún continúa prófugo el teniente Roberto Bravo, que reside en los Estados Unidos y cuya extradición es denegada por jueces estadounidenses, pese a los reclamos de los organismos de derechos humanos.
En octubre de 2012, cuarenta años después de la masacre, la justicia declara la masacre como un crimen de «lesa humanidad». Allí, el Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia resolvió condenar a prisión perpetua a los autores de los 16 homicidios y tres tentativas.
La Masacre de Trelew ocurrida cuatro años antes de 1976 fue el anticipo de la sistematización del accionar terrorista por parte del Estado, metodología utilizada para implementar el genocidio. A 45 años de este hecho que permanece en la memoria como un recuerdo imborrable, es necesario ubicarlo en relación a la planificación del exterminio de toda militancia política por un Estado que fue capaz de fusilar, pero también de secuestrar, torturar, desaparecer y matar.