Penúltimo sosiego (Clara Beter ediciones, 2017) es el primer libro de Juan Manuel Fonrouge. Los poemas que lo conforman, sin título ni numeración, pueden entenderse como varias series o como un solo conjunto que comparte ejes y características comunes: el uso preciso del lenguaje, la búsqueda de una verdad en el silencio, y la insistencia sobre ciertos tópicos hasta agotarlos. Con un tono que no queda anclado a su época, el poemario puede dejar al lector con la sensación de que pudo haber sido escrito hace años, o bien escribirse dentro de varias décadas.
Por Tamara Grosso*
Sobre el autor
Juan Manuel Fonrouge nació en Florida, provincia de Buenos Aires, en 1982. Es músico. Practicó teatro, integró proyectos musicales y cursó en las carreras de Edición en la Universidad de Buenos Aires y Gestión Cultural en la Universidad Nacional de Tres de Febrero. Actualmente estudia Música Popular en el Espacio Memoria y Derechos Humanos.
La búsqueda de la palabra precisa
Penúltimo sosiego (Clara Beter ediciones, 2017) es un libro que invita a detenerse en cada verso o estrofa, a releer y así intentar descubrir el sentido preciso y cuidadosamente planeado de cada palabra dentro del todo. Como si se hubieran buscado con esfuerzo los términos adecuados para dar forma a lo que quería decirse, sin prisa y dándole el tiempo necesario a la escritura para que apareciera la palabra justa.
“Quisiera comprobar / una vez más si el infinito / es verdaderamente inapelable”, escribe Fonrouge. Ese “una vez más”, o la insistencia, caracterizan a la perfección su escritura. El autor insiste en los temas abstractos y universales, como el regreso, la soledad o la búsqueda interior, como si agotarlos o llegar a una verdad detrás de ellos fuera posible. Y esa insistencia sobre las palabras y los temas se repite en la forma: al avanzar en la lectura, el lector puede advertir que la pregunta por la forma siempre estuvo presente, quizás a veces desde antes de que aflorara un significado.
Las imágenes, cuando aparecen, son también universales y austeras. “Lavo mis manos / con tierra fértil / se quita lo mustio” o “derramo fuego / sobre agua turbia / y reluce un astro / en las postrimerías / de la transparencia”, son algunas de esas fotografías de lo inasible que llevan a lo concreto la búsqueda abstracta del poemario. Mientras que las imágenes quedan abiertas a la interpretación, algunas declaraciones son contundentes: “Trastocar el vicio: asumir paredes existan o no. / Amar a mansalva / la única forma de amar”.
Ante la ausencia de marcas o rastros de la época, el lector puede tener la sensación de que se encuentra ante un texto que tiene la capacidad de trascender. Podría haber sido escrito en otro tiempo, o podría leerse en un futuro lejano, sin que perdiera vigencia: su búsqueda trasciende a un tiempo o lugar en particular. Hacia el final del libro, se logra causar el efecto en el lector de que algo en esa búsqueda quedó cerrado.