El mal amor, de José Sbarra: escribir lo que otros no se animaban a decir

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La reciente publicación de El mal amor (Dagas del sur, 2017) de José Sbarra trae a la escena literaria actual a un autor que venía circulando de forma dispersa pero constante a través de Internet y ediciones piratas. En un diálogo extenso con su hermana y albacea literaria, Pipi Sbarra, y el editor de Dagas del Sur, Yamil Morato, repasamos la vida y obra del escritor detrás del mito que su figura generó. «Él buscaba llegar a la mayor gente posible pero no comercialmente, sino de una manera literaria», señala Morato, mientras que Pipi asegura: «José escribió para abrir un poco el camino para gente que venía detrás de él y que se sentía sumamente marginada».


Sbarra: el autor detrás del mito

Pocos escritores ganaron terreno de forma tan rápida e inesperada al mismo tiempo como José Sbarra. El autor, nacido en 1950 y fallecido en 1995, formó una obra sólida a pesar de su corta vida y el mito que amenazó con dejar en las sombras a sus libros. Sin embargo, la reciente edición de El mal amor (Dagas del sur, 2017), libro inédito de poemas de Sbarra, rescata la obra por sobre la figura de un escritor que aprovechó la polémica para apuntalar su literatura.

«Lo que a mí me interesa, y a José también, es la literatura. En esa época, ir por el lado bien bajo vendía más y él  lo utilizó mucho eso para poder escribir», señala a La Primera Piedra Pipi Sbarra, hermana y albacea literaria del autor de Plastico cruel, sentada en la cabecera de la mesa de su casa. Después de recibirnos con un ambiente cálido, Pipi trata a Morato como si fuera un familiar. En esa dirección, no fueron pocos los que quisieron publicar la obra entera de Sbarra, pero ella decidió esperar el momento oportuno y elegir bien a quién confiarle algo de tanto valor literario y sentimental.

— ¿Cómo fueron los primeros diálogos entre ustedes para hacer la colección de José Sbarra en Dagas del Sur?
Yamil Morato (YM): A mí siempre me interesó la obra de Sbarra, desde que empecé a leer y después a editar. Siempre me pareció que era una obra que había que difundirla, porque el único medio de difusión que tenía hasta ese momento era Internet y ediciones «piratas». Con el tiempo pude llegar a Pipi y, cuando hablé con ella, se dio todo al toque por suerte.

Muchas editoriales buscaban más la morbosidad, el negocio, «el reventado que escribía» y José, en definitiva, no quería eso con sus libros

— ¿Y a vos Pipi que te produjo que una editorial independiente y joven tenga interés en la obra de tu hermano?
Pipi Sbarra (PS):  Lo que pasa es que hay muchas editoriales independientes interesadas en la obra de José. Hay muchas que publicaron y no tienen autorización legal. Cuando Yamil vino, la conversación que tuvimos me dio la confianza de que él sí iba a llevar a cabo un buen proyecto literario.
YM: La invité a una presentación en Florencio Varela y ella vino, se tomó el tren, fue la primera en llegar y todo (risas).
PS: Los editores anteriores buscaban otra cosa de José, no la riqueza de sus escritos.

— ¿Qué buscaban?
— 
PS: Buscaban más la morbosidad, el negocio, «el reventado que escribía» y José, en definitiva, no quería eso con sus libros. Él quería que se editaran por el valor que tenían, no por lo que se llegara a poder decir. Yo sentí que Yamil con Dagas del Sur lo sentía bien a José.


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Sobre la edición pirata y la difusión vía web de los libros de Sbarra, su hermana, quien recibió los derechos de sus obras de mano del autor antes de morir, señala: «Muchas veces me dijeron: ‘Tal está publicando la obra de tu hermano’, pero yo respondía que no importaba, que a José no le interesaría eso. Él quería que todo el mundo lo leyera. Vos fijate que en uno de sus libros dice ‘Si no podés pagarlo, robalo’, recuerda con una sonrisa.

«Su idea no era la comercial. Por ejemplo si yo dejara que lo publiquen en la misma editorial que a Jorge Lanata, me mataría. Bajaría del cielo y me asesinaría (risas)»

En esa dirección, Pipi reafirma: «Su idea no era la comercial. Por ejemplo si yo dejara que lo publiquen en la misma editorial que a Jorge Lanata, me mataría. Bajaría del cielo y me asesinaría (risas). Yo trato de ir por el caminito que a él le gustaría». Años antes de que Internet interrumpiera en la vida cotidiana de todos, Sbarra apostaba por la libre cultura. «José hubiera puesto todo en la web, la hubiera aprovechado mucho», asegura Morato.

— Volviendo a lo que decías Pipi, sobre el morbo que suele rodear a la figura de tu hermano, ¿cómo convivís con eso? Hace poco tuviste un contrapunto con una nota que salió en el suplemento Soy de Página 12.
PS: Lo que a mí me interesa, y a José también, es la literatura. En esa época, ir por el lado bien bajo vendía más y él  utilizó mucho eso para poder escribir. Lo de la nota del diario que me molestó fue, primero, que no era una nota original, sino que estaba copiada exactamente igual de otra. En segundo lugar, había muchos datos que no sé de dónde sacaron, que eran todos mentira. Aparte, con Dagas del Sur creíamos que iba a ser una nota sobre el libro y la presentación, pero no fue así. Yo tampoco puedo ser tan necia para negar una parte tan oscura en la vida de mi hermano, la cual conocimos, pero tampoco tiene todo eso que le agregan. Si vamos a hablar de eso, hablemos con la verdad.

— Como editor, ¿cómo llevás editar El mal amor y el resto de la obra de Sbarra sin caer en esos lugares comunes que todos van a buscar?
YM: Lo que buscamos en el libro es eso, resaltar tu obra. En la edición, al poner fotos de él, facsimilares, se lo saca de esa postura. Él era escritor y exageraba cosas porque sabía que eso le servía a su obra. Yo le dí el postfacio a Nadia Sol Caramella justamente para eso, para rever a Sbarra desde la obra y la otra cara, la que no vendía.

(Leer nota relacionada: Escrituras Indie: nacer en una generación con urgencia de hacer y vivir experiencias artísticas)

— ¿Cómo sigue la publicación de la obra de Sbarra?
YM:  Para fin de año vamos a sacar Plástico cruel y después arrancamos el año que viene con Bang! Bang! También queremos organizar con Pipi «El circo de poesía de José Sbarra», para que mantenga la estética de él y que sirva de espacio para autores.


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Yamil Morato y Pipi Sbarra


Sbarra y la curiosidad: ir siempre en busca de más

Cada vez que es consultada sobre José, Pipi Sbarra empieza sonriendo y se toma dos segundos para empezar a hablar. A partir de ahí, el entusiasmo y el cariño hacen que sea muy difícil interrumpirla. En cierto sentido, su hermano mayor le transmitió no solo el amor por la literatura, sino esa idea de no tenerle miedo a las cosas nuevas, lo que la hace conocer gente interesada en la obra de José y que le dan abrazos que esconden una mezcla de afecto y admiración.

«José escribió para abrir un poco el camino para gente que venía detrás de él y que se sentía sumamente marginada. La imagen que yo tengo de José es de alguien que fue muy generoso siempre, ya sea ayudando a otras personas o escribiendo lo que otros no se animarían a decir y representándolos», cuenta Pipi con alegría sobre la figura de su hermano escritor.  «Yo lo veo como una persona incansable de buscar, siempre había algo más. Para mí también era mi hermano mayor, me defendía y también me hacía participar de aventuras», remata divertida.

«José escribió para abrir un poco el camino para gente que venía detrás de él y que se sentía sumamente marginada. La imagen que yo tengo de José es de alguien que fue muy generoso siempre, ya sea ayudando a otras personas o escribiendo lo que otros no se animarían a decir y representándolos»

— Al ser su hermana y ser alguien que estuvo muy cerca de él y su obra, ¿qué sensaciones te produce que su nombre esté dando tantas vueltas? Más teniendo en cuenta que hay pintadas en las calles con versos y frases de él, algo que no es tan común en los escritores.
PS: Cuando José se da cuenta de que ya le quedaba poco tiempo de vida y no iba a poder seguir negociando sus publicaciones, me dijo que quería dejar todo bien organizado para que la obra no desapareciera. Después de todo, las obras para chicos eran aceptadas por su familia, pero Marc, Plástico cruel, ya no. Él escribía y después íbamos escondiendo los escritos. Un amigo le dijo que hiciera algo por escribano, para que nadie se pueda negar a la publicación de sus libros. Así que imaginate que, para mí, cada cosa que se hace de José es un orgullo. La presentación de El mal amor fue una cosa hermosa, estuve flotando 15 días, porque fue como él hubiera querido. Ahí también confirmé que no me equivoqué con la elección de Yamil y Dagas del Sur.

(Leer nota relacionada: ¿Qué es la poesía? #5 Osvaldo Vigna: “La poesía es lo que permanentemente se va escapando cuando la queremos atrapar”)

— A la hora de armar la presentación del libro con gente que lo conoció y compartió momentos con él, ¿qué comentarios recibieron? Pienso en Osvaldo Vigna por ejemplo, que siempre lo nombra como un maestro para él.
YM:  La gente estaba muy agradecida por todo y también había mucha ansiedad para que hubiera algo relacionado con José.
PS: También pasó que por esa fecha una sobrina de él se enteró por Internet que Sbarra era su tío, estaba muy copada con él y la historia. Una parte de la familia mucho no hablaba de José  y recién ahora están descubriéndolo. Ahora el tío revivió y se están enterando de todo (risas).

— La obra de Sbarra tiene esa particularidad de mezclar la poesía y la narrativa, lo cual funciona como un buen puente para aquellos lectores que no están acostumbrados a leer poemas. ¿Cómo ven eso?
Sbarra-6YM:  Sí, es un gran introductor a la literatura. Él buscaba que su obra fuera así de amplia y lo logró. Yo muestro el libro, hablo de José y la gente que no está muy habituada a leer ya lo quiere leer, aunque solo le cuente el argumento. Él buscaba llegar a la mayor gente posible pero no de manera comercial, sino de una manera literaria. Ayudar a los marginados, que se sientan contenidos. En su último libro para chicos, Socorro nadie me quiere, buscaba eso. Él construyó un poco hacia el futuro, sabiendo que alguien lo iba a reconocer muchos años después.
PS:  Aparte comenzó con una manera de escribir bastante diferente a la tradicional. Eso llamó mucho la atención y atrajo mucho. Además de hablar de temáticas de las que no se hablaban.

— ¿Piensan que hay una influencia de Sbarra en la escena poética actual?
— 
YM: Sí, incluso sin saberlo, hay una gran influencia. Sbarra fue uno de los primeros en hacer ciclos con micrófono abierto y ahora es algo re común.

Él buscaba llegar a la mayor gente posible pero no de manera comercial, sino de una manera literaria. Ayudar a los marginados, que se sientan contenidos.

Yamil y Pipi cuentan anécdotas de José – su hermana desde su experiencia y memoria, el joven editor desde el costado de la investigación y la admiración – y se ríen fraternalmente. Sabiendo que hacen algo con una clara intención literaria y afectiva, las sonrisas surgen solas. Al respecto, Pipi se encarga de aclarar: «Yo lo único que hago es cumplir mi promesa, como puedo».

Sin embargo no todo fue fácil y la propia hermana del autor fallecido en 1995 se encarga de aclararlo: «En su momento, después de la muerte de José, me recorrí muchas editoriales y lo único que encontraba era rechazo, eso me derrumbó«. En un acto de humildad y reconocimiento hacia Sbarra, aclara que «eso pasó porque no le hice caso a mi hermano, porque José me dijo: ‘cuando yo me muera mi obra va a ser un éxito, pero vas a tener que esperar unos años’. Yo no me di cuenta, tenía ese sentimiento de hacer justicia», relata Pipi mientras los ojos se le vuelven a llenar de orgullo hacia su hermano.


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Minutos después, Yamil y Pipi recuerdan la carpeta que guarda la albacea de José con todos los recortes de diarios, revistas y afiches vinculados a los libros y obras que los medios reflejaban. Similar a los antiguos álbumes de fotos que las madres y abuelas se encargaban de completar con parsimonia, Sbarra aparece en distintos formatos: entrevistas, tapas de sus libros y notas periodísticas que lo mencionaban.

Al volver a ver las imágenes y recortes de José, Pipi comenta: » Yo tengo la imagen de mi hermano siempre con agenda, papel y lápiz, se la pasaba haciendo anotaciones. Era alguien muy perceptivo de las personas: cuando vino a vivir a mi casa, mis hijas gemelas tenían tres años. Él escribe El beso del vampiro con Luisina y Evelina de protagonistas. A la primera la hace muy pizpireta e investigadora, a Evelina la hace golosa. Es el día de hoy que siguen siendo así», concluye y se ríe.


Los últimos años de José Sbarra en la voz de Pipi

Sbarra-4Como suele suceder con todo escritor que muere joven, los mitos, fábulas y relatos exacerbados también comenzaron a florecer sobre la figura de Sbarra, convirtiéndolo en una especie de «escritor maldito» para la prensa y crítica literaria, la cual se encargó de recordar más su enfermedad (Sida) y su adicción a las drogas que su obra literaria. El bajo fondo de San Telmo y la vida nocturna, en ese sentido, se encargaron de opacar el activismo cultural del autor de Marc la sucia rata.

Al respecto, comenta su hermana: «Cuando volvió de Rusia y se murió su pareja, se sintió muy mal. Estuvo días drogándose constantemente para morirse. Dicen que se prostituyó, pero para mí no lo hizo nunca. Sí participó de orgías, que es algo distinto, y que tiene que ver con eso de buscar cosas nuevas que decía antes». Ya con un tono más serio que antes, pero con el mismo semblante, Pipi afirma: «Esa sí fue una época muy fea, de destrucción, donde surge Los pterodáctilos. En ese momento estaba dirigiendo Plástico cruel y ahí intenta suicidarse, por lo que la obra se estrena sin él y ahí es cuando José ‘desaparece’, que no es una historia muy conocida«.

Hizo varias cartas a la gente que él consideraba, pero ya no era lo mismo. Ahí fue cuando dijo que si ya no podía escribir, entonces ya no quería vivir más. En 28 días murió. José hasta decidió cuándo quiso morir.

— ¿Cómo es esa historia?
— 
PS: Un día viene y me dice: ‘Yo tengo que desaparecer, porque en San Telmo levanto un adoquín y hay droga’. Ahí empezamos una desintoxicación súper secreta acá en mi casa sin que nadie supiera dónde estaba. Entonces, a él se le ocurre escribir una carta desde un supuesto centro de rehabilitación de Córdoba y la envió a un grupo de personas que él sabía que la iba a divulgar a lo loco. Ahí pone que no lo dejaban comunicarse con nadie y logra dejar atrás esa etapa.

— ¿Qué recuerdos te quedan de esos años?
— PS: 
En ese momento le cambió la vida, logramos combatir los efectos de las drogas para después poder dedicarnos al Sida. Empezamos a estudiar naturismo, lo cual no era tan fácil en esa época sin Internet. En eso José tenía mucha fe, en la medicina natural: las defensas le empezaron a mejorar y a estar mejor. Sin embargo, la enfermedad estaba avanzada y ya tenía kaposi. Por eso, cuando dicen que se le caía la comida de la boca es algo que me pone loca, no sé de dónde lo sacaron. Lo único que no podía hacer en el último tiempo era caminar, justamente por el kaposi. Después terminó de escribir lo suyo, hizo varias cartas a la gente que él consideraba, pero ya no era lo mismo. Ahí fue cuando dijo que si ya no podía escribir, y que entonces ya no quería vivir más. En 28 días murió. José hasta decidió cuándo quiso morir.


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