El bar: patetismo de lo ordinario

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Un bar. Ocho personajes. La mayoría de ellos no se conocen entre sí: algunos son habitués, otros van siempre pero es como si no estuviesen, y otros caen circunstancialmente, casi por azar, con el vago propósito de hacer tiempo o cargar la batería del celular. En esa aparente calma matutina, entre cafés, aguardientes y mixtos, ocurre un hecho insólito: el asesinato consecutivo de dos personas que habían estado minutos antes compartiendo el mismo espacio. Este episodio rápidamente pondrá en jaque al resto, y a partir de allí el relato vira hacia las diversas reacciones que los personajes experimentan frente a la situación límite. Esta es la nueva propuesta de Álex de la Iglesia, que llega hoy a los cines argentinos: El bar.



Dos asesinatos consecutivos e inesperados en la misma vereda y durante la misma mañana; la reacción de ocho personas encerradas en un café frente a esa situación extraordinaria. Alguien dijo que si una historia puede ser contada en un par de líneas, entonces tiene que valer la pena. La última propuesta cinematográfica de Álex de la Iglesia (director de El crimen ferpectoLa comunidadBalada triste de trompeta El día de la bestia) definitivamente cumple con este sutil requisito. El bar no sólo nos ofrece una historia atrapante, sino también personajes que entrañan una gran complejidad y densidad dramática detrás de su aparente caricatura.

Quien esté un poco familiarizado con el trabajo del cineasta español, llegará a las salas con una serie de expectativas y ciertamente no saldrá defraudado. Esta es una pieza destacada dentro de los universos que Álex de la Iglesia suele presentar. Por lo general, se trata de mundos plagados de personajes grotescos, situaciones absurdas y escenas delirantes; todo cubierto por una atmósfera que cruza con destreza lo sutil y lo exacerbado. Dentro de esos esquemas que el director nos propone, hay una perfecta coherencia y una sólida consistencia en todos sus planteos argumentales. La conclusión, como de costumbre, roza el delirio. 

Lo espeluznante no está allí afuera, en los sucesos externos, sino en ese encierro forzado, entre los mismos parroquianos y las cuatro paredes del bar

¿Qué es lo que ocurre en las situaciones límites? ¿Qué aspectos de la condición humana emergen ante un acontecimiento extraordinario? ¿Qué se hace frente a la catástrofe? ¿Cuál es la reacción de los simples mortales ante el advenimiento de un momento apocalíptico? Existen tantas reacciones como seres sobre el planeta Tierra. Pero, en cualquier caso, la pregunta que deberíamos hacernos desde las butacas de la crítica es: ¿qué atractivo genera la catástrofe en el plano narrativo? ¿Por qué tantos creadores se han obsesionado con ella? Quizás porque es en medio de lo apocalíptico que surge el color de las escenas y los personajes, su verdadera profundidad.

El bar 2

Uno de los mayores hallazgos en este film ha sido sin dudas la elección de los actores que interpretan a cada uno de los personajes, porque de ellos depende buena parte de la trama que se desarrolla en un mismo ambiente a lo largo de todo el metraje. Alejandro Awada compone a un maravilloso vendedor de lencería, a pesar de su inevitable tonada argenta; Mario Casas está prácticamente irreconocible detrás de su barba y su look de hipster, pero sorprende para bien; Blanca Suárez construye una interesante curva dramática para su personaje, que ingresa como la tímida «oveja negra» para convertirse luego en la heroína; Terele Pávez y Jaime Ordóñez hacen un increíble trabajo con sus criaturas: la dueña del bar y el vagabundo que merodea por la zona.

¿Qué es lo que ocurre en las situaciones límites? ¿Qué aspectos de la condición humana emergen ante un acontecimiento extraordinario? ¿Qué se hace frente a la catástrofe?

Las curvas del relato y los giros narrativos son eficaces y logran no sólo capturar la atención del espectador, sino consolidar una estructura que podría funcionar muy bien, por ejemplo, en un film de terror clásico. Lo que elabora De la Iglesia es terror también, pero la gran diferencia con aquello que suele verse en el mainstream es el lugar donde reside: lo espeluznante no está allí afuera, en los sucesos externos, sino en ese encierro forzado, entre los mismos parroquianos y las cuatro paredes del bar. Bajo la tradicional lógica del descarte, típica de los relatos de supervivencia donde sale victorioso «el más apto», El bar opera como parodia exacerbada -y quizás involuntaria- de esos vaivenes arquetípicos. No sólo se ríe de los códigos sociales al interior del texto, sino también de los mismos códigos narrativos, desde ciertos ejercicios de metatextualidad.

El bar no subestima al espectador; más bien todo lo contrario. De la Iglesia propone secuencias vertiginosas y ritmos frenéticos en su relato. El guión funciona con precisión y genera deliberadamente ese clima veloz que no nos permite masticar demasiado una imagen o un diálogo porque se pasa al siguiente. Lo inesperado no sólo aparece en los contenidos, sino también en la misma arquitectura dramática. Recomendable film para conocer o revisitar a este creador.



FICHA TÉCNICA
Título original: El Bar
Año 2017
Género: Comedia negra
País: Argentina/ España
Intérpretes: ALEJANDRO AWADA · BLANCA SUÁREZ · MARIO CASAS · JAIME ORDÓÑEZ · CARMEN MACHI · TERELE PÁVEZ · JOAQUÍN CLIMENT · SECUN DE LA ROSA
Director: Alex de la Iglesia
Director de Fotografía: Ángel Amorós
Guión: Jorge Guerricaechevarría
Productora: Pampa Films, Pokeepsie Films, Atresmedia Cine, Nadie es Perfecto
Duración: 102 minutos

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