La novela Ciudad Celular (Malisia Editorial, 2016) de Mercurio Sosa propone una versión moderna y aggiornada de un género clásico dentro de la narrativa: la novela distópica. Estas historias que se escapan de las idealizaciones y cualquier atisbo de esperanza han sabido ganar lectores a lo largo de todo el mundo, pero lo particular de este relato es su cercanía con el presente que habitamos. Con historias dinámicas que se entremezclan con la profundidad de la introspección, Ciudad Celular inquieta al lector desde sus primeras páginas.
Sobre el autor
Mercurio Sosa nació en un contenedor el 13 de septiembre de 1984. De infancia nómade, vivió en varios pueblos rurales de la Argentina, llegando a Cochabamba (Bolivia) para luego establecerse en el conurbano bonaerense. Misántropo e inestable, desfiló por distintas universidades de la Ciudad de Buenos Aires para recibirse de redactor publicitario y director de cine. Trabaja como periodista freelance, reseñador y cronista. Ciudad Celular es su primera novela y retrata su lucha contra la depresión crónica.
La distopía queda a la vuelta de la esquina
¿Qué tan lejos queda el horror? ¿Orwell y Huxley estaban tan lejos en sus novelas distópicas que marcaron un antes y un después en la narrativa mundial? La novela Ciudad Celular (Malisia Editora, 2016) de Mercurio Sosa continúa ese legado, pero con la particularidad de tener una visión argentinizada y demostrar que la catástrofe puede estar esperándonos a la vuelta de la esquina o a un par de hojas del almanaque.
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El protagonista de la historia, que no es más ni menos que el propio Mercurio Sosa (seudónimo del autor de la novela), vive experiencias tanto realistas como fantásticas, con la seducción de ser ambas verosímiles y atrapantes para un lector que, desde la primera hoja, sabe que está siendo interpelado en ese lugar donde más le duele: la zona de confort. Un futuro no tan lejano donde el capitalismo salvaje ya perdió cualquier atisbo de moral o buena educación.
Trabajos denigrantes donde la humanidad es reducida a su mínima expresión, el protagonista de Ciudad Celular deja todo de lado para sobrevivir en una vida que nunca termina de comprender. Llena de observaciones ácidas e inquietantes, donde el vértigo de los sucesos conviven con los sentimientos y pensamientos del protagonista, cuyo trabajo es probar productos que prometen bienestar pero no hacen más que arruinar su existencia. Con rastros de ciencia ficción, esta novela usa a la tecnología y el futurismo para mostrar los puntos débiles de los conocidos presentes y pasado.
Puede leerse en Ciudad Celular: «La situación se tornó insostenible, dos personas que comparten una cama sin amor, son dos personas terriblemente infelices, ya que el pasado no duerme en la cama, sólo el presente lo hace». Ese tono melancólico, crítico y severo va a ser una fija a lo largo de la novela que en su fantasía deja la puerta abierta para que el lector deposite ahí su propia experiencia y su interpretación de los hechos. Como si fuera un espejo que proyecta el futuro, cada cual puede dar su visión en esta novela. Eso sí: ninguna puede ser positiva.