Tiempos de reconciliación y negacionismo recorren el país desde la llegada de Mauricio Macri a la presidencia. Este aire pareciera permitir a ciertos sectores la reivindicación de la dictadura cívico-militar, los nuevos intentos de hermanar a los argentinos que torturaron y asesinaron junto a los que fueron víctimas, sobrevivientes o familiares de desaparecidos y, una vez más, el pedido de reconciliación de la Iglesia, institución que sigue callando y ocultando su rol al servicio del genocidio. Una institución que nunca pidió perdón y hoy promueve el «encuentro fraterno de los argentinos».
Tiempos de reconciliación
La Conferencia Episcopal Argentina (CEA) estableció un plan para llamar a la «reconciliación» entre familiares y víctimas de la última dictadura y familiares de genocidas. En su 113° Asamblea Plenaria que tiene lugar en la localidad de Pilar realizarán jornadas de trabajo en las que «se abordará el tema de la reconciliación en el marco de la cultura del encuentro, para reflexionar acerca del modo de comunión dentro de la Iglesia y como un servicio al encuentro fraterno de los argentinos”, difundieron desde la institución mediante un comunicado.
Allí, en estos encuentros, recibirán testimonios de familiares de desaparecidos y de los perpetradores de la tortura y muerte con el fin de “conversar sobre ese momento histórico con una mirada que apunte a la reconciliación». Es decir, esperan escuchar la supuesta doble verdad que, en realidad, solo es una: la historia de los verdugos y sus víctimas, o en otras palabras, la historia de los desaparecidos por los perpetradores del genocidio.
Repudio de los organismos de Derechos Humanos
Organismos de Derechos Humanos repudiaron fuertemente este nuevo intento negacionista y reconciliador por parte de la Iglesia y, en parte, apañado por el gobierno nacional. Un pedido de reconciliación sin aún tener justicia y sin obtener la verdad sobre los cuerpos de los desaparecidos, las personas que fueron apropiadas al nacer y toda la información que siguen ocultando mediante el pacto de silencio entre los militares y cómplices civiles de la dictadura, como lo es la Iglesia.
Organismos de Derechos Humanos repudiaron fuertemente este nuevo intento negacionista y reconciliador por parte de la Iglesia y, en parte, apañado por el gobierno nacional. Un pedido de reconciliación sin aún tener justicia y sin obtener la verdad sobre los cuerpos de los desaparecidos, las personas que fueron apropiadas al nacer y toda la información que siguen ocultando mediante el pacto de silencio entre los militares y cómplices civiles de la dictadura, como lo es la Iglesia.
En este sentido, Abuelas de Plaza de Mayo se proclamó: «No hay diálogo posible con quienes secuestraron, torturaron y desaparecieron a nuestros hijos e hijas; con quienes niegan información sobre su destino final; con quienes saben dónde están los más de 300 nietos y nietas que aún son esclavos de la mentira y, a 40 años de su apropiación, continúan viviendo bajo una identidad falsa», en un comunicado en el que manifestaron su profunda preocupación ante este nuevo intento de relativizar el genocidio y sus consecuencias que siguen persistiendo. «Una parte de la Iglesia fue cómplice de las desapariciones; con doble moral avaló las torturas y omitió información para el encuentro de nuestros hijos», sentenciaron desde el organismo.
A su vez, Nora Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo – Línea fundadora exclamó: «Es una hipocresía lo que hace la Iglesia, fueron participes de la dictadura, bendijeron las armas con las que mataron a nuestros hijos y ahora nos piden reconciliación. Deberían pedir perdón y abrir de verdad los archivos, lo que nos mostraron son las mismas cartas que llevamos al Vaticano”. Lejos de una verdadera apertura de información, Cortiñas señala que esta nueva supuesta desclasificación de archivos que promueve la Iglesia es más de lo mismo, es decir, datos que no aportan la información que se necesita desde hace 40 años.
“La reconciliación que plantea la Iglesia es una excusa para borrar el pasado, quieren que olvidemos las torturas y los desaparecidos que hubo en el país. Si quieren reconciliación primero los militares deberían admitir y pedir perdón por todo lo que hicieron y reconocerlo, pero la reconciliación sería con las familias, el pueblo no lo va a olvidar nunca”, exclamó. Frente a este discurso poco inocente por parte de la Iglesia, Cortiñas, una de las Madres de Plaza de Mayo más representativas, señala lo que luego de décadas de lucha debería ser una realidad: “Después de 40 años ya es hora que todos los genocidas estén presos, no queremos que sigan caminando por las calles”.
“La reconciliación que plantea la Iglesia es una excusa para borrar el pasado, quieren que olvidemos las torturas y los desaparecidos que hubo en el país. Si quieren reconciliación primero los militares deberían admitir y pedir perdón por todo lo que hicieron y reconocerlo, pero la reconciliación sería con las familias, el pueblo no lo va a olvidar nunca”, exclamó Nora Cortiñas.
Por su parte, H.I.J.O.S. Capital exigió: «Ante la información acerca de un encuentro entre victimarios y familiares de víctimas, reiteramos que lo que necesita nuestro país no es la reconciliación con los asesinos del pueblo, sino el Juicio y Castigo para todos los genocidas, y también para todos los partícipes civiles, entre ellos, la cúpula de la Iglesia que participó en el terrorismo de Estado». En este sentido, el juzgamiento a los civiles que participaron y fueron cómplices de la dictadura aún sigue sin efectivizarse.
Reconciliación como sinónimo de impunidad
«La Iglesia debe asumir su historia. Debe asumir que sigue estando integrada por partícipes en delitos de lesa humanidad. Debe asumir que los religiosos tercermundistas fueron víctimas de los genocidas con los que pretenden reconciliarnos. Debe abrir y desclasificar absolutamente todos los archivos. Debe reconocer que fue una institución al servicio del genocidio», sentenciaron desde el organismo H.I.J.O.S.
Este nuevo intento no es casual, en tiempos macristas de negacionismo y relativización de lo sucedido durante la última dictadura cívico-militar la dirección de los sectores más poderosos es clara. Reconciliar para no lograr justicia y borrar el pasado, reconciliar para frenar el juzgamiento a los delitos de lesa humanidad cometidos en el marco del terrorismo de Estado y, sobre todo, reconciliar como sinónimo de impunidad para los civiles cómplices y responsables del genocidio perpetrado en la Argentina.