Micaela García, la joven de 21 años que era buscada desde la madrugada del domingo pasado en Gualeguay, provincia de Entre Ríos, finalmente fue encontrada muerta. Su cuerpo fue hallado a unos kilómetros de donde había sido encontrada su ropa. La policía había detenido anoche a Sebastián Wagner, el principal sospechoso de este nuevo femicidio, que se encontraba en libertad condicional por dos violaciones previas. La violencia machista otra vez en el centro de la escena y un Estado que, a través de sus tres poderes, sigue mirando para otro lado mientras las mujeres se ven obligadas a vivir con miedo.
Matan a una, matan a todas
Otra vez el patriarcado mostró su peor cara y la que muchos aún intentan ocultar o banalizar: Micaela García, quien había desaparecido el domingo pasado a la madrugada en Gualeguay (Entre Ríos) al salir de bailar, fue encontrada sin vida esta mañana. La policía halló sus restos en una zona de pastizales cercana a esa ciudad, a unos siete kilómetros de la ruta 12, luego de que anoche se haya detenido Sebastián Wagner, el principal sospechoso del asesinato. Tal como señala Página 12, fuentes de la investigación indicaron que brindó datos que permitieron ubicar el cuerpo de la joven de 21 años.
Según se supo saber, la investigación de la desaparición de Micaela dio un giro más que importante cuando la policía detuvo en Moreno (provincia de Buenos Aires) a Wagner, quien en 2010 fue condenado por dos casos de violación y estaba en libertad condicional. Tras ser arrestado mientras regresaba anoche a la casa de su madre, quien dio aviso a la policía de su presencia en el lugar, Wagner fue trasladado a Gualeguay. Allí se reanudó esta mañana el rastrillaje en busca de Micaela y propio sospechoso aportó información que hizo posible encontrar el cuerpo de la chica.
Wagner, quien en 2010 fue condenado por dos casos de violación y estaba en libertad condicional. Tras ser arrestado mientras regresaba anoche a la casa de su madre, aportó información que hizo posible encontrar el cuerpo de la chica.
El horror se hizo tristemente real cuando el cuerpo de Micaela estaba en una zona de malezas cercanas de un camino rural, en las afueras de Gualeguay. A unos kilómetros de ese, en un lugar denominado Sección Chacras, la policía había encontrado algunas pertenencias de la joven de 21 años, entre ellas el pantalón y las sandalias con las que había sido vista por última vez.
Por su parte, Wagner trató de suicidarse al ser arrestado pero no lo logró porque el revólver 32 que llevaba no realizó el disparo. El detenido estuvo desde un primer momento en la mira de los investigadores porque los registros de numerosas cámaras de seguridad lo muestran siguiendo a Micaela a la salida de la discoteca King de Gualeguay hace una semana, cuando fue vista por última vez.
Tal como señala La Nación ahora las miradas apuntan hacia el juez Carlos Rossi, quien decidió otorgarle la libertad condicional a Wagner a mediados del año pasado, a pesar de que el informe penitenciario no recomendaba que se le aplique ese beneficio. El beneficio otorgado por Rossi a Wagner- quien ya contaba con salidas transitorias desde enero del 2016- tenía restricciones, como «abstenerse de frecuentar locales bailables y consumir alcohol». Se denuncia que el juez sabía de la falta de cumplimiento del acusado de dichas restricciones.
Marchar por Micaela
Luego de conocerse la noticia del asesinato de Micaela, para esta noche hay convocatorias para juntarse en las plazas de Entre Ríos y del resto del país. “Marchamos todos por Mica” es la consigna para hoy a las 20. En esa dirección, se convocó para el Martes 11 de abril una convocatoria en Plaza de Mayo, Ciudad de Buenos Aires. «JUSTICIA POR MICAELA!! BASTA DE FEMICIDIOS, LA JUSTICIA Y EL ESTADO SON RESPONSABLES!!» , reza la convocatoria.
En los últimos años, desde el surgimiento del colectivo Ni Una Menos, las marchas por la lucha feminista y la búsqueda de igualdad de género siguen aumentando en todo el país, pero desde el Estado y sus poderes se mira para el otro lado intencionalmente o por desconocimiento del tema, que a esta altura de la tragedia que se vive son actitudes similares. ¿Hasta cuándo se puede hacer oídos sordos? Marchas masivas como el último Paro Internacional de Mujeres del 8 de marzo parecen repetirse en el horizonte cercano en Argentina.
Pese al horror, se sigue culpando al feminismo
En Argentina nos acostumbramos en estos últimos años a repetir una cifra más que trágica que, tras ser escuchada de manera constante, no pierde su efecto desolador: una mujer muere cada 30 horas. Sin embargo, en el 2017 el escenario parece ser todavía peor, ya que el Instituto de Políticas de Género Wanda Taddei informó a mediados de febrero de este año que se contabilizó un femicidio cada 18 horas, con un total de 57 casos de mujeres asesinadas en apenas un mes y medio. En la misma dirección, a principios de año, esta organización informó que en 100 días se cometieron 133 femicidios.
En este contexto, la violencia de género gana cada vez más espacio en las agendas mediáticas y políticas, producto de una activa militancia de organizaciones feministas, que toman el arduo trabajo de discutir un sentido común que se encuentra arraigado y reproducido en muchas de las instituciones. Para eso, la visibilización de casos de abuso sexual y violencia psicológica que muchas víctimas se animaron a denunciar está desnudando la hipocresía en la que vivimos en estos últimos años.
El Instituto de Políticas de Género Wanda Taddei informó a mediados de febrero de este año que se contabilizó un femicidio cada 18 horas, con un total de 57 casos de mujeres asesinadas en apenas un mes y medio. En la misma dirección, a principios de año, esta organización informó que en 100 días se cometieron 133 femicidios.
El panorama sigue siendo desalentador: se multiplican no solo los casos de violencia de género, sino también las denuncias por maltrato institucional a la hora de acercarse a hacer una denuncia. “Muchas veces en las comisarías o en las fiscalías se hace lo posible por eludir la denuncia de la víctima, se las maltrata y así se las vuelve a victimizar, esta vez por las instituciones del Estado, que deberían velar por su protección”, afirmó Julio Torrada, titular de la organización Wanda Taddei tras presentar el informe.
Además, muchos medios de comunicación, en un número más que significativo de casos, sigue tratando la violencia de género de manera errónea, poniendo la lupa sobre la víctima (cómo se vestía, que hacía o dejaba de hacer, con quiénes se juntaba, etc.) y encubriendo muchas veces los casos de violencia o abuso sexual bajo pantallas como “ataques de celos”, “crímenes pasionales” o “emoción violenta” causada por drogas o alcohol.
En esa misma dirección, movilizaciones como el “tetazo” que tuvo lugar en el Obelisco el pasado mes de febrero, suelen ser cubiertas bajo un tinte sexista que, en vez de centrarse en el reclamo, hacen foco en los pocos casos de destrozos a patrulleros o paredes en las calles. De esa manera, los reclamos que buscan igualdad son masticados y digeridos por un discurso conservador y machista, el cual muchas veces hace un tema de «interés general» una lucha feminista que busca cambiar el orden en el que se vive actualmente y deja a mujeres muertas como Micaela.
A pesar de los esfuerzos de medios independientes, organizaciones especializadas y la militancia activa de miles de personas, el feminismo sigue siendo visto como un movimiento extremo que amenaza con “destruir” todo lo relacionado con el hombre. Así, ante cada planteo de desigualdad, el término “feminazi” sale a la luz. El desconocimiento inocente o intencional en estos casos suelen ser lo mismo y lo único que logran es seguir abonando una grieta entre géneros (ignorando también que el universo posible no se agota en los géneros hombre/mujer).
En La Primera Piedra repetimos una vez más: camino es largo y sinuoso, pero el andar es irreversible. El feminismo cobra cada vez más visibilidad y es responsabilidad de todos discutir los sentidos dominantes cotidianamente para que los lugares comunes no tapen lo urgente y, sobre todo, dejen de morir mujeres en manos de hombres violentos, amparados por un sistema machistas e instituciones que parecen estar diagramadas para obstaculizar la justicia.