La Primera Piedra asistió a una función especial para la prensa de la obra (D): una leve aproximación a la literatura de Dorothy Parker, escrita y dirigida por Silvia Oleksikiw, y protagonizada por Nadia Albarracín y Dana Crosa. Esta propuesta teatral está basada en algunos de los materiales literarios de la escritora estadounidense Dorothy Parker, quien vivió entre 1893 y 1967 y fue una de las figuras más importantes en las tertulias de la famosa Mesa Redonda de Algonquín. Tuvo una vida cargada de intensidad y supo traducir esas experiencias al lenguaje mordaz que dominó su obra literaria. (D) puede verse los domingos a las 19 hs. en Querida Elena (Pi y Margall 1124, La Boca).
Ingresar al espacio Querida Elena -situado a pocos metros de Parque Lezama, sobre esa delgada frontera que divide los barrios de La Boca y Barracas- constituye una experiencia multisensorial fascinante, porque supone atravesar el umbral para sumergirse en un verdadero oasis dentro de la ciudad de Buenos Aires. Se trata de un espacio dedicado enteramente al arte: hay una pequeña galería fotográfica, un salón decorado con objetos de época a modo de exposición escenográfica, rincones plagados de esculturas y un hermoso patio custodiado por plantas, piedras y las creaciones artísticas de uno de los fundadores del espacio, que también se desarrolla como escenógrafo. Aquí se respira otro aire y se vive otro tiempo; entre estas paredes, las agujas del reloj parecen ir mucho más lento.
Unos minutos después de haber llegado, cuando alcanzamos el quórum necesario para que comience la función, somos conducidos por los anfitriones a través de un largo pasillo que desemboca en la sala adonde se desarrollará (D). Esa espera, entre figuras de hierro y construcciones de piedra, de alguna manera ya nos predispone para una mejor expectación de la puesta, para una observación más detenida y atenta a los detalles. Se trata de una indagación dramatúrgica en la literatura de Dorothy Parker, encarada con fino gusto y gran destreza por Silvia Oleksikiw.
Aquí se respira otro aire y se vive otro tiempo; entre estas paredes, las agujas del reloj parecen ir mucho más lento.
El eje dramático está sustentado en dos versiones de Parker (entre tantas posibles): una corresponde a su juventud y está interpretada por Dana Crosa; la otra se sitúa en su madurez y está representada por Nadia Albarracín. «Qué difícil ser uno mismo», suelta el personaje en los momentos iniciales, casi como al pasar. Y podría decirse que buena parte de las escenas se mantiene en esa delgada línea sobre la cual Parker probablemente osciló (y tambaleó) a lo largo de toda su vida.
Dos posibilidades o ninguna: la de convertirse en alguien, «ser» alguien, obtener prestigio, «ser famosa» (algo que ella intentó eludir de todas las maneras posibles aunque, claro, no lo logró), perdurar a través del tiempo y perpetuar su nombre más allá de la propia muerte; o bien «no ser» nadie, convertirse en polvo y huesos, ser olvidada por todos incluso en vida. En esa permanente oscilación -una escisión tan exquisitamente teatral como la del «ser o no ser» shakesperiano- se ha jugado la vida de Parker y se juega también el corazón de esta obra. Ser y estar. Querer ser, no querer estar. Anhelar lo imposible. Desear desaparecer.
Parker escribía desde las catacumbas de su propia ruina, a la espera de una muerte que tardaba en presentarse
Oleksikiw retoma varios de los textos de Parker -tanto su prosa como su poesía- y con esos fragmentos arma una estructura de la cual sus personajes intentan salirse todo el tiempo y cuya estabilidad se ve seriamente amenazada. Aquí es donde se produce el choque entre la escritura y la experiencia. ¿En qué medida esos escritos siguen siendo propiedad de la autora? ¿Cuál es la relación que se genera entre el artista y sus materiales? ¿Qué ocurre cuando los entrega al mundo y son devorados por él, e incluso por su propia experiencia? ¿Cuál es la distancia entre la literatura y la vida? ¿Cuáles son los límites entre crear, vivir y sentir?
Dorothy Parker vivió intensamente el período de los Años Locos y la decadencia de la crisis del ’30, que también fue el período de entreguerras: vio la miseria de lejos y también cara a cara; se espantó del horror que la rodeaba y de su propia decadencia; probablemente no la soportó, y por eso intentó suicidarse dos veces; escribió numerosos cuentos y poesías, todos repletos de mordacidad; lo hizo en estado de espera, y pese a las restricciones de la Ley Seca halló en el alcohol un paliativo contra la desesperación.
Las actuaciones de Nadia Albarracín y Dana Crosa retoman todos los elementos de ese clima literario casi asfixiante y lo traducen a su propio idioma: el drama
Parker escribía desde las catacumbas de su propia ruina, a la espera de una muerte que tardaba en presentarse con su capa y su guadaña. Dos fueron los intentos de suicidio y amplia su derrota contra la vida, que la obligó a quedarse por estos pagos un tiempo más. Escribió con la pluma en una mano y una botella de whisky en la otra; se acostumbró a vivir de ese modo y así murió, junto a su perro en el interior de un cuarto de hotel. Entre las grietas de su literatura se respira ese aire de resaca, ese espíritu vencido y, por ello, atrapante y mordaz.
La puesta está bien pensada y se emplean recursos que resultan eficaces: una pantalla en donde se proyectan algunas frases de la autora, la lectura de algunos fragmentos a libro abierto en boca de las intérpretes, algunos bollos de diarios y papeles dispersos por el suelo, la máquina de escribir sobre el escritorio o una botella de ginebra. El diseño lumínico y la música cooperan en esa construcción. Cada detalle nos revela la atmósfera en la cual vivía y creaba la escritora, tan viciado como maravilloso (aún en su decadencia miserable, en esa sutil irreverencia).
Las actuaciones de Nadia Albarracín y Dana Crosa retoman todos los elementos de ese clima literario asfixiante y lo traducen a su propio idioma: el drama. En estas actrices hay solidez y convicción, palabras que no sólo son dichas sino encarnadas. Ambas interpretan sus papeles con verdad, y eso se revela en la profundidad de sus miradas hacia la platea; son ojos que no imponen distancia o recelo, sino que instalan complicidad y cercanía. Una vez que el espectador establezca ese vínculo -al menos durante los 60 minutos que dura la obra- ya no podrá ser indiferente ni ajeno a la obra de Dorothy Parker, a la experiencia de Dorothy Parker y al recuerdo de esta escritora que alguna vez soñó con tener este epitafio: «Fue a todas partes en contra de su voluntad»
Funciones: Domingos a las 19 hs. // Espacio Querida Elena (Pi y Margall 1124, La Boca Dulce)
Localidades $170 (con promociones) // Reservas por www.alternativateatral.com
FICHA TÉCNICO-ARTÍSTICA
- Sobre textos de: Dorothy Parker
- Dramaturgia: Silvia Oleksikiw
- Traducción: Maite Crosa
- Actúan: Nadia Albarracín, Dana Crosa
- Vestuario: Javier Laureiro
- Iluminación: Gonzalo Berdes
- Diseño de espacio: Nicolás Botte
- Música original: Santiago Carranza
- Diseño gráfico: Tresboxes
- Asistencia de dirección: Anabella Zarbo
- Dirección: Silvia Oleksikiw
- Duración: 60 minutos