Paro Internacional de Mujeres: sacar el cuerpo a las calles

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Este miércoles 8 de marzo se llevará a cabo el Paro Internacional de Mujeres, una medida que busca visibilizar la violencia de género en todas sus formas y la trama política y económica que la sustenta. En una acción colectiva inédita que se replicará en 45 países de todo el mundo y en más de 200 ciudades, las mujeres saldrán a las calles, reconociéndose como un sujeto político que reclama por la vida. (Foto: Gustavo Yuste)


El próximo 8 de marzo se perfila como una instancia de lucha histórica que planea resignificar la jornada. A diferencia de las movilizaciones anteriores, adquirió una articulación global, gracias a la cual miles de mujeres de todo el mundo frenarán sus actividades y saldrán a las calles para evidenciar la violencia que sufren a diario. Una acción colectiva con la que se despojarán del rol pasivo al que la sociedad las relega y que les permitirá hacer frente a un modelo disciplinador que condena toda forma de reacción contra los cánones del sistema.

A diferencia de las movilizaciones anteriores, el paro adquirió una articulación global, gracias a la cual miles de mujeres de todo el mundo frenarán sus actividades y saldrán a las calles para evidenciar la violencia que sufren a diario.

La desigualdad local en el trabajo

En Argentina, el paro tiene de trasfondo el ajuste económico y la falta de recursos que puso en agenda el reclamo por mejores condiciones laborales. En este sentido, no es un hecho menor la irrupción del movimiento de mujeres para lograr la convocatoria al interior de la estructura y conducción sindicales. Fue el primer paso para salir a denunciar la situación de vulnerabilidad a la que quedan expuestas ante la falta de posibilidades económicas, agravadas por la desigualdad de los derechos en el ámbito laboral.

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Según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), la desocupación entre las mujeres alcanza un 10,5%, dos puntos más que el desempleo masculino. A su vez, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) registró que la brecha salarial es del 27%, una de las más altas de Latinoamérica, lo que implica que las mujeres, ganan, en promedio un mínimo de 22 mil pesos menos que los varones. A esto se le suma también las dificultades que atraviesa el género femenino para tener acceso a las jerarquías más altas en los puestos laborales.


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Foto: Gustavo Yuste


Por todas las que faltan

El paro surge también como una medida urgente ante el avance y recrudecimiento de la forma más extrema de violencia machista: los femicidios. El último eslabón de una cadena en la que la mujer es concebida como un objeto sumiso y descartable. De acuerdo a un informe elaborado por Amnistía Internacional, en América Latina, al menos 12 mujeres son asesinadas por día. En Argentina, la frecuencia de los asesinatos aumentó respecto del año pasado. Según el Instituto de Políticas de Género Wanda Taddei, en lo que va de 2017, se contabiliza un femicidio cada 18 horas, en lugar de cada 30.

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En el 2016 se cometieron 322 femicidios, dentro de los cuales se contabilizan 48 femicidios vinculados. El 87% fueron perpetrados por hombres del círculo íntimo de la víctima. El 35% de las mujeres convivía con el agresor y el 58% fue atacada dentro de su casa. Así, las estadísticas indican que el lugar más inseguro para una mujer es su propio hogar.

El pasado 2 de marzo, el Movimiento de Mujeres de la Matria Latinoamericana (MuMaLa), presentó el Registro Nacional de Femicidios en la Argentina, relevado a partir de medios gráficos y digitales entre el 1 de enero y el 31 de diciembre de 2016. De acuerdo a los datos registrados, se cometieron 322 femicidios, dentro de los cuales se contabilizan 48 femicidios vinculados. El 87% fueron perpetrados por hombres del círculo íntimo de la víctima. El 35% de las mujeres convivía con el agresor y el 58% fue atacada dentro de su casa. Así, las estadísticas indican que el lugar más inseguro para una mujer es su propio hogar.


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Foto: Gustavo Yuste


Además, los datos demuestran la negligencia e ineficacia del Estado para proteger a las víctimas de violencia. La violencia institucional y la falta de confianza en la justicia generan una cantidad reducida de denuncias que, de llevarse a cabo, no garantizan la protección de la mujer. El informe de MuMaLá registra que el 17% de las víctimas había realizado denuncias previas y que sólo el 9% contaba con medidas de protección.  En la misma línea, el Primer Índice de Violencia Machista afirma que un 43% de las mujeres que se presentaron ante la Comisaría de la Mujer evalúa la atención como negativa y que 1 de cada 4 denuncias fue desestimada.

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La violencia institucional y la falta de confianza en la justicia generan una cantidad reducida de denuncias que, de llevarse a cabo, no garantizan la protección de la mujer. El informe de MuMaLá registra que el17% de las víctimas había realizado denuncias previas y que sólo el 9% contaba con medidas de protección.

La responsabilidad estatal también está marcada por la postergación de la violencia de género en la agenda política. Los anuncios parecen estar lejos de transformarse en medidas concretas. El ejemplo más reciente ocurrió en el mes de enero, con un recorte presupuestario de 67 millones de pesos originalmente asignados al Consejo Nacional de Mujeres y al Plan Nacional de Acción contra la violencia de género. Según la directora del Consejo, Fabiana Tuñez, se trató de “un error”, rectificado recién el 2 de marzo en el Boletín Oficial, en el que se publicó la reasignación correspondiente, luego de la denuncia de múltiples organizaciones.


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Foto: Gustavo Yuste


El rol de los medios

Los medios de comunicación tienen un papel esencial en la sociedad para evitar la reproducción de estereotipos que revictimizan a las mujeres. Tanto la presentación informativa como las formas del lenguaje juegan un papel fundamental para construir un periodismo en clave de género que no perpetúe la violencia simbólica. En muchos casos, los medios de comunicación cuestionan a la víctima e intentan determinar una cuota de responsabilidad. Fallan al no reconocer la violencia machista como una estructura sistemática que se replica en toda la sociedad y al considerar a los femicidios como casos aislados.

Los medios de comunicación cuestionan a la víctima e intentan determinar una cuota de responsabilidad. Fallan al no reconocer la violencia machista como una estructura sistemática que se replica en toda la sociedad y al considerar a los femicidios como casos aislados.

De acuerdo a un informe elaborado por el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género sobre la violencia contra las adolescentes y su tratamiento en los medios gráficos, los femicidios se suelen encasillar “como situaciones de inseguridad de la vida cotidiana o hechos aislados, en lugar de contextualizar la violencia contra las mujeres como un problema cultural”. Agrega además que  “es habitual  que los medios de comunicación se refieran a los varones violentos como ‘bestias’ o ‘enfermos’, una caracterización que parece también un intento por explicar su accionar como algo ajeno a la sociedad o al sentido de comunidad compartido”.

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En este contexto, el Paro Internacional de Mujeres funciona como una herramienta política que busca interpelar al Estado y al conjunto de la sociedad, para reconfigurar la realidad de las mujeres y su modo de vida. Implica la posibilidad de empoderarse, descubrir en la calle una fuerza común que reclame equidad, respeto y justicia por todas las que faltan. Una forma inédita de lucha que le da fuerza a un feminismo que logró tomar un lugar cada vez más amplio para desmontar el sentido común arraigado en la estructura social patriarcal. 


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