El presidente Mauricio Macri brindó ayer su segundo discurso de apertura de las sesiones ordinarias del Congreso de la Nación. Afirmó que «para conseguir los cambios que necesita el país hace falta tiempo» y resaltó la importancia del diálogo y la unión de los argentinos. Mientras tanto, puertas afuera, las organizaciones sociales y los docentes reclamaban contra su política económica.
El discurso de apertura del Congreso Nacional no es cualquier discurso. Es el momento que el presidente tiene para revisar sus políticas pasadas y, sobre todo en años electorales como este, plantear sus metas a futuro, marcando el rumbo a los legisladores de ambas cámaras legislativas.
En una hora de discurso, Macri se dedicó a mencionar los que para él fueron los logros del año 2016 en su gestión, ignorando las polémicas surgidas alrededor de muchos de ellos y criticando las políticas del gobierno anterior: luego de 15 meses en el poder, Macri sigue invocando a la «unión de los argentinos» desde la lógica binaria de «ellos» contra «nosotros».
Luego de 15 meses en el poder, Macri sigue invocando a la «unión de los argentinos» desde la lógica binaria de «ellos» contra «nosotros».
«Agradezco a todos los argentinos por entender que para conseguir los cambios que necesita el país hace falta tiempo», fue una de las primeras frases que afirmó el presidente frente al Congreso. Sin mencionar que el 2016 haya sido un mal año para el país, hizo hincapié durante la primera parte del discurso en que el gobierno está «sentando las bases sobre las que un país crece» y que «el 2017 va a ser un mejor año que el anterior».
Sin mencionar que el 2016 haya sido un mal año para el país, hizo hincapié durante la primera parte del discurso en que el gobierno está «sentando las bases sobre las que un país crece» y que «el 2017 va a ser un mejor año que el anterior».
Siguiendo la lógica tradicional del discurso de Cambiemos, Mauricio Macri apeló recurrentemente a la idea de que «el cambio se logra juntos día a día» y apoyó la «cultura del diálogo». Un diálogo que no se abre a la oposición, ya que entre muchas críticas que le sirven de excusa para justificar sus medidas, calificó al gobierno kircherista de «populismo irresponsable» y habló de una «década de despilfarro y corrupción».
Mauricio Macri volvió a repetir aquellas tres metas para su gobierno que había establecido en campaña, a las que mencionó como «3 sueños que el año pasado los invité a compartir»: pobreza cero, combatir el narcotráfico y la unión de los argentinos. Habló también sobre «sacar a millones de argentinos de la pobreza», sin mencionar los despidos masivos ocurridos el año anterior tanto en la administración pública como privada que dejaron a familias enteras en la calle.
Habló también sobre «sacar a millones de argentinos de la pobreza», sin mencionar los despidos masivos ocurridos el año anterior tanto en la administración pública como privada que dejaron a familias enteras en la calle.
Al mencionar que «las verdaderas oportunidades nacen con la educación», el presidente fue abucheado desde las bancas de la oposición en relación al conflicto salarial que enfrentan con los docentes. Habló de la importancia de tener «maestros sin frustraciones» y de «cuidar a los docentes», y respondió a las críticas diciendo que «Baradel no necesita a nadie que lo cuide».
Sin mencionar el crecimiento de la deuda externa ni el pago a los fondos buitre, destacó que ahora «el país se financia en el mercado» y que logramos «incorporarnos al mundo y tener credibilidad internacional». También habló de una cosecha récord para el campo, sin mencionar la quita de retenciones que se le aplicó el año pasado.
Hacia el final del discurso, habló de la corrupción y del conflicto de intereses, temas que estuvieron muy presentes en el debate público en las ultimas semanas debido al escándalo de la deuda del Correo Argentino, las licitaciones otorgadas a grupos cercanos al gobierno como Calcaterra y los intereses de la familia presidencial en la empresa Avianca, recientemente beneficiada por el gobierno nacional. Afirmó que «la obra pública dejó de ser sinónimo de corrupción».
«Somos la generación que vino a cambiar la historia» sentenció el presidente al cierre del discurso, mientras los aplausos de los legisladores oficialistas lo despedían del recinto del Congreso Nacional. Afuera lo esperaban los reclamos de organismos sociales y docentes para recordarle que las promesas eufóricas no sirven si no llegan a oídos del pueblo.
