«Habría que tender un poco más a la profesionalización si se quiere. Hay muchas que en el camino fueron quedando y también cada dos meses salen cuatro nuevos sellos», afirma Juan Alberto Crasci, uno de los editores de Añosluz Editora sobre el boom de editoriales independientes que hubo en estos últimos años. ¿Cómo posicionarse como un sello que apuesta sobre todo a la poesía? «Es natural que la narrativa se lea más que la poesía, porque hay una cuestión de oscurantismo que la rodea», destaca al respecto. Conocé más sobre el trabajo de esta editorial perteneciente a La Coop, a continuación.
Sobre la editorial
Añosluz Editora es un sello independiente que nació en la Ciudad de Buenos Aires en enero del 2012. Con un catálogo que mezcla poesía, narrativa y ensayo, se destaca por la apuesta a autores noveles. Sin embargo, en este último tiempo también amplió su horizonte a traducciones de autores rusos que hasta el momento eran pocos conocidos dentro del ámbito de habla hispana. Es una de las editoriales pertenecientes al colectivo La Coop.
— ¿Cómo nació Añozluz? ¿Hubo alguna continuación de Casi Incendio La Casa (CILC)?
— En cierto sentido hubo una continuación, pero en otro no. En CILC estábamos Juan Manuel Daza, Fernando Bogado, Sebastián Realini y yo, desde el 2005 al 2010. Cuando terminó ese trabajo, con Sebastián pensamos en lanzar otra editorial, pero no nos apuramos mucho, recién en enero del 2012, cuando los dos nos juntamos con Florencia Piluso. No es tanto una continuidad de CILC porque ahí apuntábamos a plaquetas y pequeños formatos, mientras que con Añosluz ya empezamos a trabajar directamente con lo que se conoce como el libro tradicional. Si seguimos con algunos autores con los que habíamos trabajado antes, aunque la mayoría son todos autores nuevos.
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— ¿Con qué objetivo nació Añosluz?
— La idea era dar a conocer nuevas voces, autores jóvenes que estén sacando su primer o segundo libro, que es la mayoría de nuestro catálogo. Después se fue abriendo el panorama tras recibir mucho material, como los ensayos. Así se fue ampliando un poco nuestra idea original.
La idea era dar a conocer nuevas voces, autores jóvenes que estén sacando su primer o segundo libro, que es la mayoría de nuestro catálogo. Después se fue abriendo el panorama tras recibir mucho material
— Actualmente se puede ver la presencia de autores rusos, ¿cómo ven esa colección con las demás?
— La colección de traducciones está a cargo de Laura Estrin, profesora de Letras en la UBA. Ni bien sacamos los primeros libros de la editorial, yo se los acerqué y ella nos empezó a pasar mucho material muy bueno y que no les interesaba a las grandes editoriales porque suelen decir que no se vende. Como a nosotros nos interesaba mucho la literatura rusa, lo aceptamos e introducimos al catálogo. En todos los casos se tratan de primeras ediciones al español, lo cual es algo muy valioso y un plus.
— ¿Cómo fueron recibidos esos autores?
— Un poco lento, porque no son del todo conocidos, aunque venden más que un autor novel. Dovlatov está causando un poco más de ruido en los medios porque es más contemporáneo y además es novela, un género que siempre despierta más interés en los grandes medios. Es un poco hacer primero el nombre del autor y luego hacer circular los libros. Lo mismo nos pasó con Vicente Luy, que era muy poco conocido en Buenos Aires, casi de culto. Además, tampoco había material de él acá. Después se transformó en un poeta clave en estos años.
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— ¿Qué recuerdos tenés de trabajar con Luy ese libro? Me acuerdo haber conversado con Hernán y Osvaldo Vigna, que siempre comentaban que era muy intenso trabajar una publicación con él.
— Luy fue siempre con nosotros muy generosos. La primera vez que lo vimos fue en el 2006, en un recital cuando antes de que salga el músico se puso a leer arriba del escenario. Ahí empezamos a rastrear información hasta que conseguimos su contacto y le dijimos que nos interesaba editar algo. De la nada, él nos dijo que nos preparaba un libro, porque era la primera vez que alguien de C.A.B.A le daba bola. Él siempre se había manejado en Córdoba y pagando sus ediciones. Esta fue la primera vez que una editorial le pagaba a él, fue una primera etapa muy buena: el libro nos lo entregó casi terminado. El resultado fue una antología de lo que él consideraba bueno de su obra, desechando el resto. El diseño se encargó Hernán, Luy quería tener todo bajo control.
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— Claro, acostumbrado a como siempre estuvo trabajando.
— Exactamente. Nosotros antes del libro, sacamos una plaqueta que se llamaba «Si va a morir gente, votemos quiénes», por el poema homónimo, que tenía 16 poemas. Era una especie de adelanto que salía $2 en esa época, imaginate. Hicimos 500 y volaron, porque en la F.L.I.A y ese tipo de circulación las plaquetas se mueven mucho. Nos fue bastante bien. Después se puso un poco más intenso Luy.
— ¿Por qué?
— Apenas editado Poesía popular argentina, nos dice: «Chicos, tengo una nueva antología para publicar» y nosotros le decíamos que todavía tenemos que hacer circular el otro libro, que hacía apenas dos meses estaba terminado. Ahí nos respondió que él necesitaba un editor «que compre sin ver». Ahí hubo roces pero no pasó a mayores, cada vez que lo invitábamos a leer a ciclos que armábamos acá en Buenos Aires, Luy venía de Córdoba en avión sin chistar, muy agradecido. Después ya hubo otros roces más relacionados al estado en el que él se encontraba, fue el momento más intenso.
Antes de que muera Luy, el libro circulaba pero a niveles normales. El mismo día que murió, el 23 de febrero de 2012, nos empezaron a llegar mails de miles de librerías que nunca nos habían dado bola para tener los libro
— ¿Cómo influyó su muerte en la circulación de su obra?
— Antes de que muera Luy, el libro circulaba pero a niveles normales. El mismo día que murió, el 23 de febrero de 2012, nos empezaron a llegar mails de miles de librerías que nunca nos habían dado bola para tener los libros de Luy. Ahí mantuvimos nuestro perfil de venderlos nosotros y ese año se agotó. En la reedición, la familia de Luy nos dio el ok para seguir. Por momentos fue áspero el trato con Vicente, pero no tenemos nada para reprocharle.
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— Volviendo al trabajo editorial de Añozluz, ¿con qué criterio van armando el catálogo?
— No tenemos un criterio estético definido, no va detrás de una corriente poética o narrativa definida. Vamos revisando material y publicando lo que nos parece que tiene la calidad suficiente, que a nosotros nos gusta y que nosotros compraríamos. Obviamente una editorial pequeña como nosotros no puede editar todo l|o que quisiera, por lo que tiene que recortar de algún modo. Eso es algo que también le comunicamos a los autores: somos conscientes de nuestro tamaño y de nuestro alcance. Hay gente que lo entiende y gente que no tanto.
— Dentro del amplio universo de editoriales independientes, ¿cuál pensás que podría ser el factor que distingue a añosluz de otros sellos?
— Hay tantas editoriales que es difícil decir en qué se distingue una de otra. Capaz lo que hacemos nosotros, sobre todo con los autores más jóvenes, es buscar escritores que no hayan sido publicados por muchas editoriales y, más aún, editoriales amigas. Queremos que dentro del catálogo de La Coop no estén siempre los mismos autores, buscamos ampliar el espectro. Hay muchas editoriales que, como no pueden publicar todo, solo eligen leer lo que les llega por recomendación. Lo cual en cierta medida es lógico, pero corrés el riesgo de perderte muchas cosas valiosas. En añosluz estamos atentos y tratamos de leer la gran mayoría de las cosas.
Cualquier persona que más o menos sabe usar una computadora tiene acceso a poder publicar su propio libro y poder armar una editorial. El tema es ver de todas editoriales, cuántas logran sobrevivir después del tercer año. O ver cuáles son las que crecen, las que buscan alcanzar más visibilidad.
— ¿Y como ves el ambiente en general de las editoriales independientes?
— Está bueno pero también puede ser un poco peligroso, donde ya no hay un filtro y se publica todo. Cualquier persona que más o menos sabe usar una computadora tiene acceso a poder publicar su propio libro y poder armar una editorial. El tema es ver de todas editoriales, cuántas logran sobrevivir después del tercer año. O ver cuáles son las que crecen, las que buscan alcanzar más visibilidad. Habría que tender un poco más a la profesionalización si se quiere. Hay muchas que en el camino fueron quedando y también cada dos meses salen cuatro nuevos sellos, por ejemplo. Con La Coop también nos gusta ayudar a editoriales más chicas o del interior en ese proceso.
— ¿Cómo fue el proceso de entrada de Añozluz a La Coop? ¿Qué ventajas les dio como editorial?
— Cuando nos cruzamos con Marcos Almada y nos tiró la propuesta, pensamos en qué es lo que fallamos todas las editoriales. En Añosluz nosotros muy a paso de hormiga ya veníamos trabajando en eso, yendo a ferias en el interior por ejemplo. Cuando nos enteramos de la propuesta fue muy bueno, porque ya teníamos la experiencia de hacerlo, obviamente no en todos los lugares a los que después pudimos llegar con La Coop. Dentro de nuestra precariedad estábamos medianamente bien armados, pero gracias a La Coop ahora tenemos más reconocimiento. También aumentamos mucho la cantidad de viajes, fuimos a más de 70 ferias en todo el país.
— Antes hiciste referencia a que la narrativa tiene más alcance a nivel medios. También está la frase hecha que dice que «la poesía no se vende». ¿Por qué pensás que pasa eso, si es que realmente es así?
— Es cierto que dentro de los medios se reseña mucho menos poesía que otros géneros. Nosotros nos manejamos mucho más con poesía y se va vendiendo, no nos podemos quejar mucho de eso. Obvio que no tanto como quisiéramos. Es natural que la narrativa se lea más que la poesía, porque hay una cuestión de oscurantismo que la rodea: que no se entiende lo que dice, que es hermético. Desde el colegio que casi no se lee poesía, siempre se centra en la narrativa. En la facultad misma tampoco se da poesía, a lo sumo se da Borges y Girondo, pero dejá de contar. Es difícil luchar contra la desinformación que hay con la poesía.
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Es cierto que dentro de los medios se reseña mucho menos poesía que otros géneros. Nosotros nos manejamos mucho más con poesía y se va vendiendo, no nos podemos quejar mucho de eso. Obvio que no tanto como quisiéramos.
— La poesía, de todas formas, tuvo un reflorecimiento de ciclos de poesía. ¿Ayuda ese fenómeno a mover los libros?
— Sí, obviamente que eso ayuda. No sé si inmediatamente en la venta, pero sí en el conocimiento de los autores. Para las editoriales a veces es muy difícil seguir el ritmo de los ciclos, pero hay autores que te piden los libros y ellos los mueven. También creo que hay más editoriales de poesía que de narrativa porque hay una suposición de que es más fácil editarla. Es mucho menos texto, menos trabajo de diagramación de texto, sobre todo por lo que veo. Lo mismo pasa con los ciclos, la poesía es más dinámica que la narrativa.
— ¿Qué ventajas y qué desventajas ves en ser una editorial independiente?
— Las ventajas son totales. De todas formas, es difícil pensar el término de editorial independiente. Por ejemplo, Eterna Cadencia también es llamada así, pero el tema es que ellos tienen mucho más recursos que nosotros. Cada editorial publica lo que quiere, pero sí las más grandes tienen la estructura para funcionar. Nuestra ventaja es que trabajamos como queremos y podemos, por ende no nos apura nadie.
También creo que hay más editoriales de poesía que de narrativa porque hay una suposición de que es más fácil editarla. Es mucho menos texto, menos trabajo de diagramación de texto
— ¿Qué proyectos tienen con Añosluz para este año?
— Con Añosluz estamos con la intención, como todos los años, de sacar seis o siete títulos. Lo que también hacemos ahora es reimprimir viejos títulos que antes no podíamos hacerlo. Tenemos una novela de Carlos Eguía, un libro que reúne tres libros de poesía de Mario Arteca. También en la colección de traducciones, estamos preparando una traducción por primera vez al castellano de obras de teatro de Marina Tsvietáieva, junto a una antología de románticos rusos. Otra cosa que siempre hacemos con Añosluz es guardarnos un espacio para una reimpresión o una sorpresa que surja en el camino. También queremos expandir la poesía para el lado latinoamericano y ampliar las traducciones para no quedarnos solo en Rusia
—¿Y con La Coop?
— Con La Coop por suerte está mucho mejor la distribución y el paso que queremos dar este año es ir a Ferias Internacionales a las que no pudimos ir hasta ahora. También está la idea de generar un circuito de representación de nuestros propios autores para conseguir que se traduzcan o editen en otros países. Ahí hay un trabajo más estratégico para sacarle un plus a todo el trabajo que venimos haciendo. También queremos expander la propuesta de La Coop a sellos del interior para que los esfuerzos se unan y puedan circular mejor los libros.
Contacto con Añozluz Editora
Web : www.aniosluz.com.ar
Facebook: Añozluz Editora
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