En los últimos días se sucedieron una serie de acontecimientos que resaltaron, una vez más, un fuerte machismo instalado en el discurso de sentido común de hombres y mujeres. Desde los violentos comentarios tras la aparición de Vanina Cáceres, la joven de 25 años que había estado desaparecida 10 días en Florianópolis, Brasil, hasta las más misóginas opiniones sobre las chicas que hicieron topless en Necochea que dejaron a la vista que, todavía hoy, queda un largo camino por desandar para la deconstrucción del patriarcado. (Foto de portada: M.A.F.I.A)
Esta semana, el tema que los medios instauraron en agenda fue el debate sobre si el topless entra o no en la categoría de “exhibicionismo y provocación sexual” penado por el Código Penal argentino. Mientras algunos tópicos quedaron en segundo plano, como fue el nuevo aumento en las tarifas operado por el gobierno de Cambiemos, las redes sociales estallaron con comentarios –varios de ellos infundados- que tuvieron como protagonistas a los pechos femeninos (que, aprovechamos para aclarar, no son genitales).
Una vez más, estos comentarios dejaron a la vista la estructura patriarcal y misógina que reproduce los lugares comunes y convierte a las mujeres en objetos de cosificación, violencia machista y debate sobre el placer y el deseo masculino.
Fue el domingo cuando un operativo de 20 policías y 6 autos de patrulleros se acercó a las chicas que hacían topless en las playas de Necochea. Mientras las jóvenes tomaban sol sin corpiño, fueron atacadas por la policía y por un grupo de personas de la playa. Entre ellos, un hombre sin camiseta, con sus tetillas al aire, gritó de modo violento: “Deben respetar la ley”. Las mujeres, que tenían un día en la playa como cualquier otro que disfruta de sus vacaciones, contestaron: «¡Tengo tantas tetas como los 50 tipos que hay acá! El exhibicionismo es cuando un tipo va caminando por la calle, te acosa y te muestra la pija. ¡Todo el mundo tiene tetas!«.
Ante lo ocurrido, finalmente, el juez del Tribunal en lo Criminal de Necochea, Mario Juliano, decidió archivar el caso por «carecer de relevancia contravencional» y le pidió «prudencia» a la policía. En un documento escrito por él y publicado en Cosecha Roja expresó su opinión: «Tal como se comprenderá, coincidir acerca de qué es lo que significa un acto obsceno o en qué consiste la decencia pública es una tarea imposible de lograr. Ero, independientemente de ese aspecto legal, lo cierto es que el hecho que una mujer descubra sus pechos no representa un acto objetivamente lesivo para terceros y, por ende, se encuentra exento de la autoridad de los magistrados»
¿Qué pasa cuando ni el cuerpo ni la sexualidad de la mujer no son para el consumo/deseo masculino? ¿Es casualidad que en la edición digital de Clarín de ese día se utilizara la palabra «escándalo» en el título que refiere a la noticia? ¿Por qué no se trata de un escándalo cuando el cuerpo es, como en el caso de Sofía Clerici, un cuerpo que cumple con los parámetros de belleza hegemónica? La mayoría de las quejas que se repiten en los comentarios no son por el topless, sino porque la acción no estaba destinada al placer masculino y porque los cuerpos que hacían topless en ese momento eran cuerpos no hegemónicos, no modelos, o incluso «no normales», como se atreve a comentar uno de los usuarios en el portal de TN.
Algo similar ocurrió con las reacciones que generaron la reaparición con vida de Vanina Cáceres, la joven que había estado desaparecida en Brasil. Como si para un gran sector del país, la búsqueda que se hizo «con los impuestos de todos» hubiera sido completamente «en vano» porque finalmente (y también, aparentemente, para el disgusto de muchos) «apareció con vida». Como si hubieran estado esperando el momento para decir, una vez más, que la mujer que desaparece lo hace por «haber viajado sola», en definitiva, «por ser mujer».
¿Qué pasa cuando ni el cuerpo ni la sexualidad de la mujer no son para el consumo/deseo masculino? La mayoría de las quejas que se repiten en los comentarios no son por el topless, sino porque la acción no estaba destinada al placer masculino y porque los cuerpos que hacían topless en ese momento eran cuerpos no hegemónicos, no modelos, o incluso «no normales» como se atreve a escribir uno de los comentaristas en el portal de TN.
¿Y qué pasa cuando reproducimos estos lugares comunes?
Estos comentarios que se repitieron una y otra vez en todos los portales de noticias no hacen más que reproducir una cultura patriarcal dominante, misógina y violenta que, incluso arraigada en las mujeres, perpetúa el mismo machismo que pregunta «¿por qué no decimos nadie menos?». Es el mismo machismo que no se molesta en ver desnudos en la TV, en horarios ATP, porque esos desnudos están «permitidos» por el deseo hegemónico del hombre. El mismo machismo que convoca a un «chotazo» el día en que las mujeres se organizan para movilizarse en repudio a lo ocurrido organizando un Tetazo en el Obelisco, haciendo una operación de equivalencia en la que las tetas pasan a ser «genitales» (cuando no lo son).
Es el mismo machismo que piensa que «a toda mujer le gusta un piropo», que «ella se lo buscó por viajar sola», que merecía ser violada «por ser una histérica», por usar un short corto, «por haber ido a la casa», «por salir de noche», «por ser una puta», «por pasear con libertad», como si fuera hombre, como si poseyera los mismos privilegios que un hombre, como si sus derechos fueran efectivamente los mismos. El mismo machismo que abusa, que viola y que mata a una mujer, «solo por ser mujer».
