Se suele decir que la mejor poesía siempre está en estado de pregunta, interrogando sobre lo que pasa, o al menos cómo es que suceden las cosas. La cuestión del pellejo (Alto Pogo, 2016), de Mónica Rosenblum, utiliza el arma de la pregunta como una forma de ser incisivo, haciendo de las interrogaciones el arma clave para avanzar entre los relatos bíblicos y el tormentoso presente. ¿Cómo responder las preguntas retóricas cuando estas viajan a través la poesía?
Sobre la autora
Mónica Rosenblum nació en La Paz, Boliviam en 1960. Publicó: Última Piedra (Tierra Firme), Umbral (pájarosló), Mantra de Palo (Tocadesata), El caso peralta o por hache o por bé (Zindo & Gafuri), entre otros. Forma parte del Grupo Enjambre: poesía + música, con quien realizó diversas acciones, entre ellas la edición del CD Acántaros. Coordina el ciclo ¡Oh, aquellos banquetes acestrúsicos!
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La pregunta incisiva
Si es que la poesía tiene alguna función, bien se podría decir que esa es interrogar. La cuestión del pellejo (Alto Pogo, 2016), de Mónica Rosenblum, hace de la interrogación el combustible indispensable para avanzar a través de unos poemas que buscan provocar no solo al lector, sino a los personajes involucrados en los textos y en los sucesos históricos a los que se hace referencia. Abel, Caín y Dios puestos bajo la lupa de la poesía, después de todo, pueden dar un resultado más que particular, como se puede observar en la primera parte del libro: «preguntas frecuentes para Caín», para luego abrir el juego a otros personajes y temporalidades.
¿Fue un arrebato o lo fuiste saboreando?/ ¿o las dos cosas?. Esos versos son los primeros que se pueden leer del libro y ya abren el terreno para lo que vendrá: una provocación en forma de pregunta, una interrogación que esconde dentro suyo no solo la curiosidad, sino también la aseveración. La cuestión del pellejo propone una poesía incisiva, no apta para neutros ni para aquellos que busquen una belleza gratuita.
¿Cómo responder las preguntas retóricas cuando estas viajan a través la poesía? Puede leerse: ¿Y para qué/ andás preguntando/ por lo que ya/ sabes? . En este poemario, ni la propia interrogación se salva de ponerse bajo la luz acosadora de la pregunta, en un constante juego de dar y tomar donde se provoca a una respuesta que da paso a una nueva pregunta. Tal como escribe Rosenblum: «no es mi intención que respondas preguntas/ ni éstas/ ni las que no te estoy haciendo».
Así entonces, como un combustible indispensable, afirmar a través de la supuesta duda engaña con su inocencia para que las aseveraciones amargas pasen más ligeras, pero más profundas al mismo tiempo. Después de todo, «a veces duele/ menos/ ser objeto/ que sujeto». La cuestión del pellejo es, sin dudas, un libro para leer y encontrar pistas solapadas en su interior. Pistas que se camuflan de inseguridad para luego de ser leídas, quedarse adentro rebotando como las afirmaciones más taxativas.