El genocidio perpetrado por la dictadura cívico-militar en Argentina, durante el gobierno de Mauricio Macri ronda entre su negación y la legitimación. Si bien los mismos funcionarios debaten al interior sus puntos de acuerdos y desacuerdos, hay ciertos ejes que se han empezado a replantear desde la llegada del macrismo al poder. ¿Cuáles son los cinco puntos con los que el actual gobierno contribuye a la legitimación del genocidio ocurrido a fines de la década del setenta? Te los contamos en la siguiente nota.
1. Deslegitimar la lucha de los organismos históricos de derechos humanos
El denominado «curro de los derechos humanos» es una de las frases iniciales con las que el macrismo puso un pie en el poder. Desde allí, su relación con los organismos no hizo más que confirmar lo que se esperaba de Macri y sus funcionarios: una relación distante y casi nula, sin aceptar o escuchar las opiniones sobre el proceso de verdad y justicia de quienes hace casi 40 años trabajan en cuestiones de memoria y derechos humanos.
Esto sumado a las descalificaciones de distintos funcionarios respecto a la historia de lucha de estos organismos, el intento de dividir una jornada consolidada como lo es el 24 de marzo como el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia y la necesidad de poner en constante cuestionamiento la veracidad e importancia del proceso de justicia llevado adelante en los juicios de lesa humanidad.
2. Cuestionar un símbolo necesario: los 30.000 detenidos-desaparecidos
Como si pareciera apropósito, ni bien se apaga el debate en la agenda mediática sobre el número de los detenidos desaparecidos por la dictadura cívico-militar, un nuevo funcionario del actual gobierno sale a discutir la existencia de un genocidio y el número de las vidas que se llevó la bota militar (si es que no lo minimiza el mismo Mauricio Macri al no querer «entrar en esa discusión»). Casi pareciera que la necesidad de volver a traer el debate a la agenda es sistemática.
La exigencia de los archivos de la represión, que se consta que existieron, hay que reclamarlos a quienes perpetraron y fueron cómplices del genocidio.
Lo peligroso es establecer un número cerrado cuando las cifras son inacabadas y parciales. Esto no tiene otro significado que la intención de poner en discusión, una vez más, el número de los desaparecidos para deslegitimar luchas históricas. Así, los actuales funcionarios demuestran un desconocimiento absoluto sobre el genocidio perpetrado en la Argentina. No obstante, aunque se estime que el número 30.000 en realidad quede corto frente al horror planificado, la exigencia de los archivos de la represión, que se consta que existieron, hay que reclamarlos a quienes perpetraron y fueron cómplices del genocidio.
3. Replantear la teoría de los dos demonios
En todas las declaraciones que se escucharon desde la llegada de Mauricio Macri a la presidencia, la teoría de los demonios volvió a entrar en vigencia con una insistencia peligrosa. Esta denominada teoría de «los dos demonios» refiere a que a un determinado tipo de violencia se respondió con otro tipo de violencia, como dos caras de una misma moneda o, en los términos expresados por el mismo presidente, a una «guerra sucia». Esta forma de analizar la dictadura cívico-militar no sólo equipara dos «violencias» totalmente diferentes (y con fines radicalmente diferentes) sino que minimiza el horror de lo ocurrido: ni guerra ni demonios, un genocidio.
La teoría de los demonios minimiza el horror de lo ocurrido: ni guerra ni demonios, un genocidio.
4. Negar el plan sistemático de persecución, tortura y muerte
En distintas declaraciones de los funcionarios actuales, al negar la existencia de un plan sistemático que planificó exterminar a una parte concreta del conjunto social, se niega la existencia del genocidio planificado, de la persecución, de la desaparición, de la tortura y de la muerte. Así, la generación de los diferentes centros clandestinos de detención establecidos en todo el país, pasarían a ser una respuesta causal (y natural) a la violencia de las organizaciones armadas y militantes de los setenta. Sí, suena absurdo.
El genocidio no fue una respuesta a «un tipo de violencia», sino que fue planificado con el fin de implantar un modelo económico de hambre, miseria y exclusión.
5. Profundizar el modelo económico neoliberal
El debate sembrado en los grandes medios de comunicación esquiva un eje fundamental de la dictadura. Mejor dicho, encubre la verdadera necesidad de aquellos militares que querían «reorganizar la nación» junto a los grandes poderes económicos: implantar un modelo económico neoliberal que comenzaba a imperar en el mundo y favorecía tan sólo a unos pocos. Pero necesitaban de un plan sistemático de persecución, tortura y exterminio para eliminar a todo aquel se oponga a este proyecto.
Necesitaban de un plan sistemático de persecución, tortura y exterminio para eliminar a todo aquel se oponga a la implantación de un modelo económico neoliberal.
El gobierno actual, amparado ante la pantalla de los grandes medios de comunicación, no hace más que profundizar el mismo modelo económico que se impuso con sangre.
El debate es necesario pero el genocidio no se niega
El gobierno de Mauricio Macri intenta negar las luchas de 40 años de historia y legitimar, así, un genocidio en el que la totalidad del Estado se volcó a la represión. La dictadura cívico-militar de 1976 coordinó un plan sistemático de secuestro, tortura y exterminio dirigido a un amplio sector de la población argentina para lograr reprimarizar la economía, desindustrializar la nación y achicar el Estado con el fin de dar paso al libre mercado, el endeudamiento y la especulación.
Si el genocidio perpetrado por la dictadura cívico militar en Argentina es legitimado por los funcionarios actuales, ¿cuáles son los métodos que adoptarán para seguir profundizando el mismo modelo económico?