Los poemas de Morir delante de mamá y papá (Viajero Insomne, 2016) de Juana Roggero plantean la dificultad de ver la quietud del mundo mientras adentro nuestro la inestabilidad es el sentimiento que más pesa. Partiendo de la relación de una hija con sus padres, este libro hace un zoom especial en el afecto -ese lugar por excelencia donde se suele ir a buscar la calma- como un terreno sembrado por lo impredecible.
Sobre la autora
Juana Roggero nació en Buenos Aires en 1980). Es licenciada en Ciencias de la Comunicación y Correctora. Publicó Bipolaridad (pájarosló editora, 2008), Cromañón (La Propia Cartonera, 2010), Antro (La Parte Maldita, 2014) Morir delante de papá y mamá (Viajero insomne, 2016). Poemas suyos fueron publicados por diversas antologías independientes. Junto con Grupo Enjambre, produjo el CD de poemas musicalizados acántaros y coordinó el ciclo de poesía “¡…Oh aquellos banquetes avestrúsicos…!”.
La inestabilidad como un sentimiento clave
Nacemos y crecemos arriba del colchón de nuestros padres, protegidos en ambos costados por sus cuerpos tibios que sirven de contención a las posibles catástrofes. Sin embargo, al poco tiempo nos damos cuenta que nada de eso era así y quedamos solos a la interperie de lo desconocido, sobre todo porque mucho de lo que no comprendemos está adentro nuestro. Morir delante de papá y mamá (Viajero insomne, 2016) de Juana Roggero toma este sentimiento de incertidumbre como eje central en sus poemas.
En los primeros versos de este poemario, puede leerse: «Creo que voy a morir acá mamá/ me están aplastando/ ya no sé cuanto aguante/ mi respiración/ sé que no te hice caso». Esa sensación de soledad acompañada, de una falta de comprensión de lo que nos rodea una vez que estamos solos y con nuestra voluntad como único motor, van a marcar el rumbo de este libro que no tiene ningún temor en avanzar en lo que no se puede nunca terminar de saber. Después de todo, no hay nada más íntimo y ajeno que el afecto.
(Leer nota relacionada: ¿Qué es la poesía? #13 Osvaldo Bossi: “A veces los poemas tienen suerte de estar habitados por la poesía y otras no”)
Ese mismo afecto que es multisensorial, que puede tomar formas desconocidas y que lleva tiempo terminar de comprender, nunca se detiene en un solo lugar y Roggero emprende la difícil tarea de intentar traducirlo en palabras:«empiezo a nombrar y entonces/ no puedo seguir no puedo frenar/ la chica de al lado llora/ pienso que todos un día/ dejaremos de llorar/ por eso vuelvo al útero cada vez que puedo». Hay en Morir delante de papá y mamá una nueva aproximación a ese constante cálculo de la energía sentimental que desperdigamos al andar, que intercambiamos sin darnos cuenta, y que tanto nos cuesta recuperar.
Del amor sin sexo de los padres a la potencia del deseo de una pareja, el afecto desfila con una etiqueta que dice frágil a lo largo de todo el libro, donde el desborde de las pasiones no solo está en lo que explota, sino también en lo que se calla y se acumula para quedar ahí nomás, a unas palabras exactas de distancia pero que son difíciles de encontrar. Como la fuerza de las plantas, los poemas de Roggero en Morir delante de papá y mamá crecen silenciosos, sin hacer caso a la maceta que busca cercarlos.