La novela Quebec (Conejos, 2016) de Tamara Till plantea una historia donde los diferentes cambios de temperatura marcan el transcurrir de la historia. Como si fuera un constante diálogo entre el interior de la protagonista y las bajas temperaturas de la ciudad canadiense, las acciones pasan lentas, imperceptibles, igual que como cae la nieve: persistentemente hasta que, sin darnos cuenta, nos bloqueó todos los caminos posibles.
Sobre la autora
Tamara Till nació en Buenos Aires en 1971. Es narradora, dramaturga y docente egresada de la Escuela Municipal de Arte Dramático. Coordina talleres literarios para chicos. Realizó varias obras de teatro. Colaboró en las revistas Beglam, Lugares digital y el suplemento cultural del diario El País de Uruguay escribiendo crónicas. Quebec (Conejos, 2016) es su primera novela.
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El amor con un fondo de nieve
La novela Quebec (Conejos, 2016) de Tamara Till posee su propio ritmo desde la primera página, con una historia que avanza con la mirada interior de la protagonista del relato, quien nos hace ver con sus ojos todo lo que ocurre, inclusive a ella misma, en un constante cruce de introspección y exterioridad. Una especie de voz omnisciente que sabe todo lo que pasa, menos con ella misma.
Al contrario de los esquimales, que poseen más de 50 palabras para hablar de la nieve, la protagonista de Quebec no tiene ninguna para poder definir a su relación luego del exilio voluntario hacia la ciudad canadiense. Ante esa falta, la novela va transcurriendo al igual que las dudas, los silencios y todo lo que no se dice, con la ausencia de decisiones capaces de torcer un rumbo que tampoco está de todo claro y parece motorizado por la inercia de la costumbre. Puede leerse al respecto: «Todo su cuerpo parecía querer gritarme algo. Pero se quedó callado».
En ese sentido, no es casualidad que el primer capítulo esté centrado en cómo caminar sobre la nieve quebequense: la misma parsimonia es la que guiará cada gesto y pequeño movimiento de la novela. Así, Quebec no seduce por la acción, sino por la inacción, o más aún, por las respuestas veladas ante sentimientos que no terminan de descifrarse ni de traducirse, dejando a los protagonistas muchas veces como una parte del decorado: «Fernando estaba senado con las piernas abiertas, las mías estaban estiradas sobre la mesa ratona. No nos tocábamos. Hacía mucho que no miraba nuestros reflejos en la pantalla de la tele. No podía recordar cuándo había dejado de hacerlo. Tal vez cuando la televisión empezó a estar siempre encendida«.
Uno de los grandes aciertos de Till con esta novela es la justeza y falsa simpleza para narrar un universo tan complejo e intrincado como en el que están inmersos los protagonistas de Quebec. Con un presente dubitativo, un futuro poco prometedor y un pasado cargado se pesadas significaciones, la autora logra no asustar al lector y seducirlo suavemente al igual que la nieve que cae por la ventana. Sus cambios de temperatura, color y los riesgos de caminar sobre ella en las calles canadienses, son la metáfora perfecta de lo que ocurre con la pareja protagonista. Después de todo, ¿sabemos que hay debajo de nuestros pies cada vez que damos un paso?
Con un estilo fresco y atractivo, Quebec se inscribe dentro de la corriente narrativa contemporánea en Argentina, donde sin caer en nudos psicológicos ni en una catarata de acciones irreflexivas, el peso central de la historia cae en los hechos, los objetos y las circunstancias que sirven de escenografía para que los personajes avancen, retrocedan o, como en esta novela, se queden en el mismo lugar hasta dar el zarpazo definitivo.