En Argentina, la lucha feminista creció radicalmente en los últimos años y alcanzó su máximo punto en este 2016. El trabajo de deconstrucción de los cimientos machistas arraigados en un Estado cada vez más ausente y en sus instituciones de cuna patriarcal y de reglas heteronormativas que le dan respaldo, no es tarea fácil. Esta es una radiografía de las luchas feministas del 2016 para tener presente los logros y para empezar el 2017 bien empoderadas.
El 2016 fue histórico para el feminismo. Por primera vez en Argentina llegó a la Justicia el caso de una víctima de red de trata de personas, Alika Kinán, activista por los derechos de las mujeres y abolicionista de la prostitución. Después de haber sido explotada sexualmente durante más de 20 años, fue rescatada de un prostíbulo en 2012. El juicio contra sus captores y también contra el Estado por falta de protección culminó el pasado mes de noviembre, con una sentencia histórica que reconoció la responsabilidad de los proxenetas y del Estado.
También se resquebrajaron las viejas “reglas de admisión” de un feminismo conservador y excluyente. Por fin, el activismo feminista comenzó a ser un movimiento masivo. Un ejemplo de esto fue la movilización #NiUnaMenos, que se realizó por primera vez el año pasado y que este 2016 se replicó con igual concentración multitudinaria. La convocatoria a esta marcha, como bien se sabe, se realizó a través de las redes sociales, y las demandas de género fueron encaradas por sectores cada vez más jóvenes, niños incluidos, y acompañada por todos los géneros.
Este año, además, comenzaron a romperse algunos discursos dominantes de personas con lugares privilegiados en los medios masivos de comunicación. Concientes de que el discurso es el fundamento de la dominación, la tolerancia empezó a romperse ante algunos comentarios como “Te gustan las minas. Peor sería que te gusten los hombres”, frase de “la diva” Susana Giménez que culminó en la convocatoria indignada bajo el nombre de “Escrache Putazo” para que se retractara por sus dichos. Algo similar ocurrió cuando la comunidad LGBTIQ acompañó, bajo la lluvia de un lunes, el “Tortazo” en el bar La Biela de Recoleta, en apoyo a Belén y su pareja, quienes fueron violentadas por el personal por estar dando muestras de afecto en el establecimiento. Ese día se dejó en claro que ningún tipo de agresión machista, heterosexista o misógina sería nuevamente aceptada.
Más adelante, el 19 de octubre, por primera vez en Argentina, se llamó a un Paro Nacional de Mujeres. Así, una nueva convocatoria, más multitudinaria que nunca, visitó las calles de negro y pintó las paredes con las demandas feministas que las instituciones gubernamentales no quieren escuchar. Pintadas que dejan inmortalizadas y visibilizadas las tareas que los mediocres gobiernos siguen ignorando, para recordarles diariamente que en todas estas muertes ellos tienen una cuota de responsabilidad no asumida.
Octubre fue un mes agitado para el movimiento. Un nuevo Encuentro Nacional de Mujeres se movilizó a Rosario con más de 90 mil mujeres, superando la convocatoria del año anterior. Allí, todas congregadas, participaron en 69 talleres y en más de 140 actividades, en donde se debatió y se manifestó por la igualdad de derechos, el cumplimiento de las leyes logradas y la urgente necesidad de las que aún no fueron sancionadas, empezando por una por un “aborto seguro, legal y gratuito para no morir”.
Más adelante, el 19 de octubre, por primera vez en Argentina, se convocó a un Paro Nacional de Mujeres. Durante el mes había ocurrido un promedio de un femicidio por día, y el caso de Lucía Pérez, la joven marplatense que fue violada, empalada y abandonada en la sala de emergencias de Playa Serena, fue el llamado alarmante de emergencia al Estado. Así, una nueva convocatoria, más multitudinaria que nunca, visitó las calles de negro y pintó las paredes con las demandas feministas que las instituciones gubernamentales no quieren escuchar. Pintadas que dejan inmortalizadas y visibilizadas las tareas que los mediocres gobiernos siguen ignorando, para recordarles diariamente que en todas estas muertes ellos tienen una cuota de responsabilidad no asumida.
No tratamos, acá, de invisibilizar un problema que sigue vigente: el de una cultura asesina que se lleva la vida de una mujer cada 30 horas, muerta por ser mujer. No dejamos de resaltar el hecho de que, una vez más, el Encuentro Nacional de Mujeres fue reprimido violentamente por las fuerzas policiales. No obviamos el hecho de que los discursos hegemónicos, en sus cunas privilegiadas de oro y de acceso a los medios masivos de comunicación, siguen educando a las familias para reproducir un status quo machista y opresor. Pero tampoco pasamos por alto la lucha de las miles de mujeres que se unieron y salieron en todas estas ocasiones y en muchas más que acá no nombramos pero que fueron igual de importantes
En este espacio, no invisibilizamos un problema que sigue vigente: el de una cultura asesina que se lleva la vida de una mujer cada 30 horas, muerta por ser mujer. No dejamos de resaltar el hecho de que, una vez más, el Encuentro Nacional de Mujeres fue reprimido violentamente por las fuerzas policiales. No obviamos que los discursos hegemónicos, en sus cunas privilegiadas de oro y de acceso a los medios masivos de comunicación, siguen educando a las familias para reproducir un status quo machista y opresor.
Pero tampoco pasamos por alto la lucha de las miles de mujeres que se unieron y salieron en todas estas ocasiones y en muchas más que acá no nombramos, pero que fueron igual de importantes. La unión y el activismo feminista que crece es motivo de celebración. Este 2016 fue un año duro, pero algo cambió: el amiguismo y falso oportunismo político ya no es tolerado por el feminismo. Las mujeres queremos un cambio de estructura, profundo y verdadero, y vamos a seguir tomando las calles y los medios hasta que nos dejen de matar.
Vivas nos queremos.
¡Por un 2017 lleno de lucha y unión!