La semana pasada se dieron a conocer los resultados de la Primera Encuesta Nacional sobre Ambiente Escolar dirigida a jóvenes LGBT de entre 13 y 20 años. En ella, los estudiantes que no se identifican desde los cánones heterosexistas y que no viven su vida según los parámetros heteronormativos expresaron los insultos discriminatorios más comunes que siguen reproduciéndose en el aula y la falta de involucramiento de gran parte del personal de la institución educativa.
Estamos hablando de una Primera Encuesta Nacional dirigida a jóvenes LGBT. Es decir que, hasta este momento, no existían datos a nivel nacional que pudieran servir para diseñar políticas públicas de inclusión LGBTIQ aplicables en los colegios. Esta histórica propuesta viene de una invitación de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) a nivel regional, y en, Argentina, fue llevada a cabo por la organización 100% Diversidad y Derechos.
Que palabras como “puto”, “trava”, “torta” o “gay” sigan utilizándose de manera negativa o discriminatoria nos habla de un discurso dominante, heteronormativo, que todavía impera en la política y en la sociedad civil. Nos habla de una cultura que tiene arraigada en lo más profundo de su médula y de sus organizaciones las construcciones de un sentido que ha servido, durante siglos, para oprimir y organizar socialmente las conductas individuales en base a cánones heterosexistas.
De 781 estudiantes de 23 provincias argentinas y de la Ciudad de Buenos Aires que realizaron la encuesta, el 58% se identificó como gay o lesbiana y el 33% como bisexual o pansexual. Respecto del género, un 51,7% se identificó como femenino, un 35% como masculino, y un 5% como transgénero. Los principales resultados confirmaron que existe un clima escolar hostil hacia la diversidad sexual y que la violencia y la discriminación por orientación sexual e identidad de género sigue siendo un grave problema en las aulas. Lxs alumnos LGBT que experimentaron mayores grados de victimización, también reportaron menor rendimiento académico, menores expectativas educativas y menor sensación de pertenencia en la escuela.
Les compartimos algunos resultados:
Un 76.2% escuchó comentarios homofóbicos como “maricón” o “torta” utilizados de modo negativo con frecuencia.
Un 74.1% escuchó “gay” usado de manera negativa.
Un 72,4% reportó sentirse “bastante” o haberse sentido molestado “muchísimo” por los comentarios homofóbicos.
Un 72,1% fue verbalmente acosadx por su orientación sexual
Un 67,8% fue verbalmente acosadx por su expresión de género
Un 32,7% de lxs estudiantes LGBT fueron físicamente acosadxs en la escuela por su orientación sexual y por su identidad de género.
Un 51,4% de lxs estudiantes dijo haber informado alguna vez sobre el acoso recibido
Un 42,7% dijo que la intervención del personal en la escuela, cuendo denunciaron los casos de violencia, fue completamente inefectiva.
Podés leer el resumen completo de la encuesta aquí.
Estos no son sólo datos duros. Los números hablan de una realidad que sigue viviéndose diariamente en la escuela: 7 de cada 10 alumnxs se sienten insegurxs por su orientación sexual o identidad de género. Además, los estudios expresan que, en nuestro país, lxs estudiantes no heterosexuales están expuestos de manera abrumadora al lenguaje peyorativo, prejuicioso y discriminatorio: casi 8 de cada 10 informó haber escuchado comentarios como “puto” o “torta” usados de manera negativa. Un 30,6% informó que el personal de la escuela no intervino cuando se expresaron ese tipo de comentarios a pesar de que casi tres cuartos de los estudiantes LGBT dicen que les molestan en alto grado.
Los estudios expresan que en nuestro país lxs estudiantes no heterosexuales están expuestos de manera abrumadora al lenguaje peyorativo, prejuicioso y discriminatorio: casi 8 de cada 10 informó haber escuchados comentarios como “puto” o “torta” usados de manera negativa. Un 30,6% informó que el personal de la escuela no intervino cuando se expresaron ese tipo de comentarios a pesar de que casi tres cuartos de los estudiantes LGBT dicen que les molestan en alto grado.
Que palabras como “puto”, “trava”, “torta” o “gay” sigan utilizándose de forma negativa o discriminatoria nos habla de un discurso dominante y heteronormativo que todavía impera en la política y en la sociedad civil. Nos habla de una cultura que tiene arraigada, en lo más profundo de su médula y de sus organizaciones, las construcciones de un sentido que ha servido, durante siglos, para oprimir y organizar socialmente las conductas individuales en base a cánones heterosexistas.
Hace tiempo que se exige una Ley Antidiscriminatoria que logre aggiornarse a los logros LGBTIQ de los últimos años. El problema de la institución educativa es el problema de todos los chicos que crecen en una institución basada en los cánones del siglo XIX, en la modernización heterosexista y fascista de un siglo imperialista. Exigimos al Estado que atienda de manera urgente el problema de la falta de inclusión de estudios sobre sexualidad y diversidad en los programas educativos, y que incluya, de manera urgente en sus instituciones, un Manual de Uso del lenguaje y la Comunicación LGBTIQ, para evitar la discriminación en todos las formas de comunicación.