Luchemos por la ida (Milena Caserola, 2016) de Walter Godoy propone un viaje similar a un city tour irreverente por un terreno tan familiar y desconocido como puede ser la poesía. En los poemas que forman las distintas partes del libro, Godoy demuestra que el género es un terreno flexible donde la ironía, la publicidad, los sentimientos, los elementos cotidianos, entre otras cosas, son el puntapié inicial de los momentos poéticos.
Sobre el autor
Walter Godoy nació en Morón, provincia de Buenos Aires, en julio de 1984. Publicó las plaquettes Los proselitistas del rock, y El mercado de la carne (Casi incendio la casa, 2009). Formó parte de la antología 2017 Nueva poesía contemporánea. Tomo 1 (Milena Caserola, 2009). Participó de la colección de libros del Slam! de Poesía Oral Argentina en 2012 y de la colección de plaquettes de Difusión A/terna Ediciones con Auto lobby (2013). En 2014 participó de la Antología Rayo Verde, a cargo de Osvaldo Bossi. Su última publicación fue la plaquette Cómo matar al Papa en 3 días (Subpoesía, 2015).
Algo tan flexible como la poesía
Si bien Luchemos por la ida (Milena caserola, 2016) de Walter Godoy es un libro tradicional de poesía donde predomina la palabra escrita, también se lo puede considerar una suerte de libro objeto. No en el sentido de que tenga fotos, ilustraciones o extras que exceden a cualquier poemario impreso, sino por que su poemario termina siendo un objeto que atrae a los curiosos de la poesía y les propone un recorrido (no tan) guiado por el género.
En ese sentido, Godoy explora las flexibilidades que la poesía tiene para ofrecer. Hay un collage de propuestas del que el lector primero tiene que tomar distancia para ver en su totalidad pero del cual querrá acercarse inmediatamente para ver en profundidad los detalles. El humor, la ironía, la narrativa de la vida cotidiana, publicidades antiguas, amores reciclados, son algunas de las imágenes que componen este libro.
Un ejemplo cabal de eso son los poemas (re)construidos a partir de publicidades antiguas. Ahí, Godoy muestra como la distancia con los sucedido ayuda a vislumbrar la fuerza poética que viene envasada en las cosas. Esa habilidad la va a desarrollar no solo en objetos inertes como las publicidades antiguas, sino en sensaciones tan vivas como una ex relación sentimental con una mujer que decidió volverse policía.
Otro aspecto a destacar es que el autor de Luchemos por la ida parece moverse como pez en el agua dentro de un terreno donde los límites son confusos y todo puede llegar a pasar. A veces con un tono lírico, otras con una voz coloquial, Godoy no se casa con ningún estilo y logra una voz propia donde el híbrido es el rasgo distintivo.
Luchemos por la ida le aporta a la poesía contemporánea un aire desfachatado que si bien pareciera que abunda, termina siendo más premeditado que otra cosa, por lo que la potencia de muchos poemas se termina diluyendo. Ese no es el caso de Godoy, que logra cautivar con su juego personal . Quizás la explicación de eso se encuentre de la misma forma que en uno de los poemas reconstruidos por el autor, donde «los salamines tandileros wilson/-Realmente exquisitos-/inspiran absoluta confianza/ por la bondad de sus ingredientes».