Los poemas de Un cuarto azul (El Ojo del Mármol, 2016) de Emilio Herrera presentan pequeñas piezas poéticas como si estuvieran ordenadas en la intimidad del cajón de la cómoda. Con una nostalgia objetivista, el autor propone ver los recuerdos y sentimientos que quedan envasados en las cosas que componen el decorado de la vida diaria.
Sobre el autor
Emilio Herrera nació en el barrio de Belgrano en el año 1978. Estudiante de Letras. En el año 2006, publica para Ediciones Baobab, su primer y único libro Ocho lunas de una noche de Carlos Oquendo , donde presenta una selección de sus heterónimos, homenaje al poeta Fernando Pessoa. Participó en las Antología de El Rayo verde 2013, 2014, 2015. Un cuarto azul (El Ojo del Mármol, 2016) es su último libro publicado.
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La nostalgia que descansa en los objetos
La nostalgia puede cargar de sentimientos y volver animado a cualquier objeto inerte que tengamos alrededor. En ese sentido, Un cuarto azul (El Ojo del Mármol, 2016) apuesta por pequeños poemas que describen concretamente lo que ocurre alrededor, como si cada cosa hablara por sí sola.
Esa nostalgia objetivista atraviesa todo el libro de Herrera, en el que las personas parecemos simples testigos del movimiento y los sentimientos que quedan envasados en las cosas que nos rodean. Sin adjetivos rimbombantes y un idioma llano, simple y cotidiano, el autor logra llegar directo al lector mediante el atajo de versos honestos.
Algo tan desolador como las «chucherías del pasado/ que a nadie le importa» sin embargo esconde otra pretensión en Un cuarto azul, ya que la vida de los objetos puede verse en oposición a la quietud de las personas, a su incapacidad de demostrar un sentimiento o entender qué es lo que pasa a su alrededor. Una mudanza no es más que quitar el polvo a lo que somos y ya no somos para elegir lo que nos sirve.
De una sensibilidad moderna y un lenguaje ágil, todas las partes que componen Un cuarto azul («Un cuarto azul», «Patios de invierno» y «Hay nadie ahí») apuntan sus cañones a una misma dirección: ¿y ahora qué podemos hacer? Ya sean objetos acumulados, relaciones familiares, paisajes, el propio cuerpo o un amor que llegó a su fecha de vencimiento, Herrera mantiene su promesa inicial: versos concretos, sentimientos que dicen todo cuando más se ocultan.
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