«Ningún proyecto multinacional apostaría por autores nóveles. Malisia sí apuesta por eso y eso nos distingue», sostiene Francisco Magallanes, uno de los editores de Malisia Editorial, sello que nació del interior de la agrupación Malisia, integrada por Club Hem, Píxel y EME en la ciudad de La Plata. Esa unión, afirma Magallanes, «generó vínculos muy sólidos, algo que fue levantando el techo de la ambición». Conocé la historia de esta editorial independiente que apuesta por la diversidad en un catálogo que mezcla teatro, poesía, narrativa y literatura infantil.
Sobre la editorial
Malisia Editorial surge desde el seno del conjunto editoriales de La Plata denominado Malisia, integrado por Club Hem, Píxel y EME y que tiene como objetivo promover el desarrollo de productos culturales y artísticos nacionales, generar circuitos para su difusión, intercambio y comercialización. Malisia Editorial funciona, al igual que los otros tres sellos, de manera autónoma y su catálogo editorial es muy abarcativo, ya que reúne obras de dramaturgia, narrativa, cuento infantil y poesía.
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-¿Cómo surgió Malisia como editorial?
-Nació cuando se nos acercó Mariela Anastasio, que fue la autora de nuestro primer libro publicado. A diferencia de los otros proyectos de Malisia, nace de una necesidad, porque ninguna de las otras tres tenía planificada una colección de dramaturgia. Cuando recibimos su libro queríamos editarlo, pero no encajaba en esas planificaciones y lo mejor era que Malisia tuviera su propio sello que se especializara un poco en dramaturgia platense, sobre todo teniendo en cuenta los primeros títulos.
-Claro, pero después extendieron el catálogo.
-Sí, en el énfasis de la edición empezamos a sumar una biblioteca de narrativa, una de poesía y una de ensayos, porque nos fueron llegando proyectos que queríamos publicar. Como las otras editoriales tenían una planificación más a largo plazo que nosotros, no podían recibir más material, más por el presupuesto que por otra cosa.
-En definitiva, Malisia Editorial nació desde el interior del conjunto Malisia pero terminó siendo autónomo, ¿no?
-Tal cual, terminó siendo autónomo como son los otros tres: Píxel, Club Hem y EME. Sin embargo, trabajamos en conjunto con respecto a la difusión, la movilidad, la distribución. Nos sucedió por ejemplo con Mario Bellatín, que vino a nuestro espacio a proyectar la película de Salón de Belleza y, por un conflicto que tenía con su editorial, no se podía conseguir ese libro en ninguna librería. Mario nos propuso si nos animábamos a hacer una edición artesanal, accesible y en tiempo récord. Por supuesto que dijimos que sí, era un libro que ya nos encantaba desde antes. Malisia como sello editorial se fue construyendo así, con menos planificación y experimentando más, donde puedan entrar libros de arte o fotografía, pero que sigue con su fuerte en la dramaturgia platense.
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-En esa dirección, ¿cuál sería el factor que pensás que distingue a Malisia Editorial dentro del mundo de las editoriales independientes?
-Me parece que un factor que nos distingue es la apuesta por autores inéditos. Autores como Bellatín, que para nada es inédito, nos permiten apostar por primeros libros que creemos que son el número uno de una larga serie. En ese sentido, es muy difícil para las pequeñas editoriales apostar por un autor inédito, sabiendo que ni siquiera los que tienen mucho recorrido venden demasiados ejemplares. En ese sentido, hay una discusión inconclusa dentro del circuito independiente.
Autores que publican muchísimos libros y tienen todo el viento a favor venden 500 ejemplares, algo que para un primer autor sería glorioso. Ningún proyecto multinacional apostaría por eso, solo por los que ya tuvieron alguna repercusión con los sellos más chicos. Malisia sí apuesta por eso y eso nos distingue.
-¿Cuál sería esa discusión?
-Tiene que ver con que cuesta mucho sostener los proyectos a partir de las ventas de ejemplares. No hay ayudas externas, ya sean estatales o privadas. Autores que publican muchísimos libros y tienen todo el viento a favor venden 500 ejemplares, algo que para un primer autor sería glorioso. Ningún proyecto multinacional apostaría por autores nóveles, sólo por los que ya tuvieron alguna repercusión con los sellos más chicos. Malisia sí apuesta por eso y es eso lo que nos distingue.
-¿Cómo van pensando el catálogo teniendo en cuenta lo que comentaste anteriormente?
-Siempre pensamos distintas colecciones, por ejemplo, en narrativa, estamos ideando una serie de reediciones de autores contemporáneos con libros que ya no están en circulación, como Bellatín, Marina Arias, Ulises Cremonte, entre otros. En poesía, por su parte, una serie de poetas mujeres e inéditas, muchas de las cuales venimos siguiendo de ciclos de lectura.
-¿Cómo ves el mundo de las editoriales independientes tanto en La Plata como en el resto del país?
-Es un ambiente que depende mucho de cómo uno se mueva. Encontramos mucha generosidad y ganas de compartir experiencias, aunque también hay gente que tiene otra energía. En La Plata, nos estamos tomando el proyecto de las editoriales como una punta de lanza para generar circuitos: lecturas, críticas, presentaciones, difusión. Hay un cambio de mirada con respecto a la Ciudad de Buenos Aires: ya no es más la meca a la que hay que ir sí o sí, tenemos nuestro propio circuito por más de que los grandes medios de producción se concentren allá. Suele pasar que muchos autores reconocidos o de peso están publicando en editoriales pequeñas o medianas donde su libro va a seguir existiendo con el paso del tiempo. Agrupaciones como Malisia, La Coop, entre otras, no son casualidad.
Hay un cambio de mirada con respecto a la Ciudad de Buenos Aires: ya no es más la meca a la que hay que ir sí o sí, tenemos nuestro propio circuito por más que los grandes medios de producción se concentren allá.
-¿Qué ventajas y qué desventajas ves en ser ese tipo de editoriales pequeñas?
-La mayoría de estas editoriales son de personas de clase media, clase media trabajadora y eso es importante remarcarlo, porque las grandes editoriales generalmente nacen con una inversión capitalista atrás, como todo negocio. En nuestro caso, el haber construido proyectos sin dinero nos pone siempre en posición de riesgo, porque el sistema sigue operando. Esa inseguridad permanente es una gran desventaja, nos hace pensar en tiradas más chicas, ir paso a paso.
-¿Y las ventajas?
-Las condiciones de trabajo que se generan, al no estar regidos por esa idea del negocio a priori, devienen en un clima de amistad. El no tener un jefe que te esté marcando la diferencia de roles genera que los proyectos tengan una potencia que hace que borres lo económico por una parte. La pasión por lo que hacemos es algo que se nota a simple vista. Desde que trabajo acá, me cuesta irme, cuando siempre me pasaba lo contrario. Eso es algo que vale mucho en esta sociedad.
-Está la frase hecha dentro del mundo editorial de que la poesía no se vende. ¿Por qué pensás que pasa eso?
-No sé si es verdad del todo. Me parece que se instaló después de que las multinacionales a principios del 2000 se compraron entre sí y achicaron los catálogos borrando mucha poesía de los mismos. En lo que son números de mercado a grande escala, capaz la poesía no vendía tanto, pero si te movés a algo más micro, me parece que la diferencia a nivel de ventas tiene que ver con la militancia del autor. No en el sentido de vender el libro, sino cómo se mueve en los ciclos, las entrevistas. Los lectores suelen ser bastantes conservadores a la hora de elegir un autor, y eso pasa con la narrativa y con la poesía, se termina vendiendo más o menos lo mismo en este tipo de editoriales.
La pasión por lo que hacemos es algo que se nota a simple vista. Desde que trabajo acá me cuesta irme, cuando siempre me pasaba lo contrario. Eso es algo que vale mucho en esta sociedad.
-¿Cómo se fue dando la conformación de Malisia como colectivo?
-No sé si fue casual o causal, pero hubo distintas historias de cómo nos fuimos conociendo. Con Club Hem, editorial en la que también trabajo, estábamos preparando el primer libro, El último día del verano. Queríamos hacer una primera edición que fuera una co-edición con otra editorial y nos acercamos a Píxel. Ellos también estaban necesitando encontrarse con alguien después de pasar por distintas experiencias, lo mismo que EME. Cuando con Píxel lanzamos el libro, compartimos la difusión de los lanzamientos en algo que se llamó «El triciclo», donde cada semana se presentaba un nuevo lanzamiento y lo movíamos entre todas las editoriales. Ahí hubo muchísima gente y quedamos muy contentos, por lo que el paso directo fue ir a la FLIA juntos y presentamos el proyecto de formar Malisia como distribuidora. Siempre entendimos que era juntos y para adelante. Hubo que conocerse en el baile y eso generó vínculos muy sólidos, algo que fue levantando el techo de la ambición. Siempre se piensa en superarse.
-¿Superó sus expectativas el juntarse?
-Sí, todo se fue dando muy vertiginosamente y para bien. El otro día, haciendo la cuenta, nos daba que en promedio entre las cuatro editoriales lanzamos un libro cada tres días, lo cual es un montón, porque en un poco más de tres años ya llevamos 100 libros publicados.
El otro día, haciendo la cuenta, nos daba que en promedio entre las cuatro editoriales lanzamos un libro cada tres días, lo cual es un montón, porque en un poco más de tres años ya llevamos 100 libros publicados.
-¿Las nuevas tecnologías facilitaron el surgimiento de nuevas editoriales?
-Sí, en nuestro caso me parece que sí, fue fundamental. Si bien Facebook es una especie de falsa realidad, a veces sirve para motivarte y seguir con tu proyecto. No es lo mismo que nadie conozca tu proyecto a que haya 200 me gusta, por decir un ejemplo. Nuestra difusión fue mayoritariamente por redes sociales. Lo mismo sucede con el contacto con otros sellos de otras provincias, es más fácil conocernos entre nosotros. Todavía podríamos pensar en cómo aumentar la circulación de los libros, esos 500 ejemplares materiales, sin perjudicar las ventas. Es una tarea pendiente a la que hay que darle la vuelta.
Contacto con Malisia Editorial
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Mail: malisiaeditorial@gmail.com
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