Argentina Sin Narcotráfico: el precio de una utopía

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Hace unas semanas, el presidente Mauricio Macri anunció el plan “Argentina Sin Narcotráfico” en el predio de Tecnópolis, junto al jefe de Gabinete, Marcos Peña y los ministros de Seguridad, Justicia y Desarrollo Social, Patricia Bullrich, Germán Garavano y Carolina Stanley respectivamente. El programa implica una serie de promesas que, desde el propio título, enuncia lo que podría considerarse un eslogan utópico. ¿Cuáles son los alcances de los operativos que se están llevando a cabo para implementar el plan? ¿Hasta qué punto es comparable la situación argentina con la de países como Colombia y México?


Barrios seguros

A fines del mes de agosto, se anunció el plan “Argentina Sin Narcotráfico”, un documento de seis capítulos,  avalado por el presidente de la Corte Suprema, diputados, senadores y gobernadores, que se propone “no sólo dar la pelea sino también ganarla”. Los apartados delinean una serie de objetivos de diversas dimensiones, que abarcan desde la erradicación del paco, hasta la prevención y el abordaje integral de adicciones, pasando por la aplicación de estrategias policiales que refuerzan el accionar conjunto de las fuerzas de seguridad federales y provinciales y la creación de “Grupos Especiales”. Una serie de lineamientos programáticos reunidos bajo un enunciado utópico, que ha fracasado en todos los países que se han propuesto derrotar un negocio multimillonario al perseguir la oferta en lugar de reducir la demanda.

Si bien el plan fue presentado hace unas semanas, algunos de sus cursos de acción ya han sido implementados, como es el caso del despliegue del modelo “Barrios Seguros”, que comenzó en el mes de abril cuando se realizaron cuarenta allanamientos en las villas 31 y 31 bis del barrio de Retiro. En aquella ocasión, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, expresó que el objetivo era también “comenzar un plan que ha sido exitoso en otras ciudades de América latina, como Río de Janeiro, México, Medellín, para que haya barrios libre de droga”. Esa semana, los grandes medios celebraron la incautación de 30 kilos de marihuana y 20 mil dosis de paco, volúmenes incomparables con las magnitudes que se comercian diariamente.

El abordaje de la problemática parece confundir el narcotráfico, como expresión del crimen organizado, con la comercialización de sustancias por parte de bandas e individuos que, al interior de los barrios marginales, representan indefectiblemente el eslabón más bajo de una cadena borrosa, cubierta de complicidades.

Sin embargo, lo que no se menciona es que la realidad excede ampliamente los operativos proclamados como conquistas en una “guerra”. El abordaje de la problemática parece confundir el narcotráfico, como expresión del crimen organizado, con la comercialización de sustancias por parte de bandas e individuos que, al interior de los barrios marginales, representan indefectiblemente el eslabón más bajo de una cadena borrosa, cubierta de complicidades. De hecho, esta situación no sería posible sin la propia participación de las fuerzas de seguridad. Manuel Trufó, coordinador del área de Seguridad Democrática y Violencia Institucional del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), menciona en una entrevista concedida a Página/12 : “En algunos lugares es imposible que llegue la droga si no hay una zona liberada por la autoridad policial”.


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“Esto no es contra la gente que vive acá, sino contra los que se aprovechan de las condiciones de la zona para vender drogas», remarcó Bullrich en referencia al operativo en la villa 31. Las declaraciones entran en conflicto con las acciones y con la no criminalización de la demanda prometida por el plan del gobierno. Las circunstancias son mucho más complejas de lo que las etiquetas tajantes pueden llegar a contemplar y de lo que el discurso mediático y político sostiene.

Yanina Pietronave, colaboradora en el programa de inclusión y acompañamiento integral de usuarios de paco, «Hogar de Cristo», afirmó en diálogo con La Primera Piedra: “A un pibe cuando le sacas las oportunidades en un contexto de vulnerabilidad, los debilitás par el día de la mañana y los narcos se aprovechan. Usan a muchos para ventas y como soldaditos que se enfrentan a las fuerzas de seguridad”.

Yanina, que trabaja en el área social y salud del programa y acompaña a los chicos de la villa 31, observó de cerca el impacto de los aclamados operativos del mes de abril. La realidad es que siempre se apunta a los pibes con los que laburamos nosotros, no con los narcos en la villa. En los días siguientes al operativo, fue muy notoria la presencia de la policía que en realidad no está nunca o que son los mismos que están protegiendo a los que deberían estar agarrando».

Yanina, que trabaja en el área social y salud del programa y acompaña a los chicos de la villa 31, observó de cerca el impacto de los aclamados operativos del mes de abril. “La realidad es que siempre se apunta a los pibes con los que laburamos nosotros, no con los narcos en la villa. En los días siguientes al operativo, fue muy notoria la presencia de la policía que en realidad no está nunca o que son los mismos que están protegiendo a los que deberían estar agarrando. Paraban mucho en el barrio para pedir documentación, sólo por ser vecino del lugar. Todo lo que se hizo fue una pantalla. Las 20 mil dosis de pasta base no son nada en comparación con lo que hay en la villa. Está por ejemplo la ‘casa del pueblo’, una aguantadero que en teoría dijeron desbaratar, pero que hoy sigue funcionando”.


Modelo a seguir

Una de las características a partir de la cual se difundió el  plan «Argentina Sin Narcotráfico» es su cercanía a modelos como los iniciados en Colombia por el ex presidente Álvaro Uribe Vélez y en México por el ex mandatario, Felipe Calderón. Ambos países declararon la «guerra contra el narcotráfico» en 2002 y 2006 respectivamente. Cabe preguntarse qué tan factible es la comparación entre Argentina y lo que muchos especialistas e investigadores llaman “narco estados” al referirse a los otros dos países latinoamericanos. Según Manuel Tufró, si bien en Argentina existen bandas que han alcanzado poder territorial, Colombia y México han atravesado años de «violencia y degradación de autoridades». Esta situación ha conducido al afianzamiento de cárteles que están en condiciones de desafiar a los estados. De hecho, en ambos países estos grupos han llegado a ofrecer pagar la deuda externa de sus respectivas naciones.

Cabe preguntarse qué tan factible es la comparación entre Argentina y lo que muchos especialistas e investigadores llaman “narco estados” al referirse a los otros dos países latinoamericanos. La violencia y degradación de sus autoridades ha conducido al afianzamiento de cárteles que están en condiciones de desafiar a los estados. De hecho, en ambos países estos grupos han llegado a ofrecer pagar la deuda externa de sus respectivas naciones.

En contraposición a los elogios de funcionarios argentinos, los modelos a imitar distan de ser plenamente exitosos. En una entrevista para FM La Tribu, el activista colombiano Manuel Rosenthal, afirma que en su país “no se acabó el narcotráfico» y que “en Medellín existe una inequidad e injusticia social adornadas y un modelo militar y paramilitar político de sometimiento a la gente, en el que se teje narcotráfico y estado, y eso se ha vendido como paz y seguridad”.  Además, en el año 2014, el ex presidente Álvaro Uribe Vélez fue acusado ante el Senado luego de mantener relaciones comerciales con el cártel de Medellín.


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Foto: zonaselecta.com


Por su parte, México sufre uno de los niveles de violencia más altos de toda Latinoamérica y lo que múltiples organizaciones han llamado como una verdadera crisis de los derechos humanos. Luego de casi diez años del operativo que dio inicio a la “guerra contra el narcotráfico”, en el que más de 5 mil soldados y policías recibieron la orden de enfrentarse con el crimen organizado, se estima que fueron asesinadas alrededor de 100.000 personas, entre ellos, jóvenes, niños y periodistas que murieron durante enfrentamientos armados o en ataques directos. Se registraron, además, miles de desapariciones, secuestros, violaciones y torturas. México continúa siendo, aún hoy, uno de los principales mercados de consumo de drogas en el mundo.


Oferta por demanda

La declarada «guerra contra el narcotráfico» ha probado en distintos países alrededor del mundo haber generado más penetración del crimen organizado en lugar de lograr una reducción de la problemática. Y aunque el programa presentado recientemente en la Argentina propone abordar la disminución de la demanda, las asignaciones presupuestarias concentradas en las fuerzas de seguridad son comparativamente mayores a las partidas dedicadas a políticas de inclusión y reinserción social. Según la investigadora y periodista mexicana Cecilia Gonzalez, autora del libro Narcosur, en Argentina se destina sólo un 5% del presupuesto a la prevención y un 95% a acciones policiales o represivas.

El cambio cultural que el propio documento presentado por el gobierno propone, requiere un giro en las políticas de criminalización, para lo cual es necesario un diagnóstico conciso de la situación del narcotráfico que contemple alternativas a la de modelos que solo han generado un crecimiento exponencial de la violencia.


Foto de portada: bigbangnews.com

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