En Brasil, el jueves pasado se difundió a través de redes sociales un video que mostraba a una joven de 16 años inconsciente y a un grupo de hombres que afirmaban que 30 de ellos la habían violado. El repudio que generó superó las barreras de Internet y llegó a las calles y a la justicia. En la misma semana de la marcha Ni Una Menos en Argentina, la lucha por los derechos de las mujeres atraviesa las fronteras en América Latina.
Todo comenzó con un video. Sin ese video, la prueba tangible del horror, quizás el caso no hubiese tenido tanta repercusión. En él se veía a una joven de 16 años, inconsciente y ensangrentada, rodeada de hombres celebrando que 30 de ellos acababan de violarla. El video comenzó a viralizarse, movido por el morbo y la indignación, a través de distintas redes sociales. En un primer momento, los comentarios machistas y ofensivos se multiplicaron como es normal en la impunidad de la Internet: frases como «se lo buscó por irse a emborrachar a una fiesta» o quienes relacionaban el hecho con sus supuestas conductas y los lugares que solía frecuentar no tardaron en aparecer. Pero luego, con el correr de las horas, una enorme ola de repudio e indignación inundó las redes con llamados a la reflexión y la demanda de que el tema fuera levantado por los grandes medios de comunicación de Brasil. Llegó la hora de dar un verdadero debate sobre el lugar de la mujer en la sociedad actual.
En un primer momento, los comentarios machistas y ofensivos se multiplicaron como es normal en la impunidad de internet: frases como «se lo buscó por irse a emborrachar a una fiesta» o quienes relacionaban el hecho con sus conductas y los lugares que decían que solía frecuentar no tardaron en aparecer. Pero luego, con el correr de las horas, una enorme ola de repudio e indignación inundó las redes con llamados a la reflexión y la demanda de que el tema fuera levantado por los grandes medios de comunicación de Brasil.
La joven de 16 años afirmó en una entrevista que creyó que iba a morir. Ese día salió de su casa y se dirigió a una fiesta con su novio, pero en un momento dado perdió la conciencia y se despertó drogada entre hombres armados que abusaban de ella. Estuvo desaparecida durante tres días y cuando finalmente regresó a su casa, tuvo vergüenza de contarle a su familia la situación que había tenido que enfrentar. Sólo después de que el video se hiciera público, se animó a hacer la denuncia en la comisaría, donde afirma que los mismos policías intentaron responsabilizarla al hacerle preguntas sobre por qué estaba en ese lugar o si ya había tenido sexo grupal en el pasado. La abogada que defiende a la joven está intentando separar al comisario del caso, ya que este afirmó que no se procederá con ninguna sentencia hasta que se pruebe que no hubo consentimiento y que los hechos realmente ocurrieron.
Según datos del Foro Brasilero de Seguridad Pública, en Brasil se registra una violación cada 11 minutos. El caso de esta joven no es aislado, sino que responde a lo que llaman una «cultura de la violación», donde las víctimas son socialmente señaladas por la ropa que llevaban puesta, su forma de hablar o las fiestas a las que deciden ir. Masivas movilizaciones se desarrollaron en las calles de Río de Janeiro, donde ocurrió el hecho, para manifestarse en contra de esta lógica machista que domina los lugares comunes. También denunciaron que un gobierno sin mujeres en el poder, como el que plantea el presidente interino Michel Temer, jamás podría representarlas. Dilma Rousseff, quien fue apartada de su cargo como presidenta por 180 días, mostró rápidamente su apoyo a través de su cuenta de Facebook.
Según datos del Foro Brasilero de Seguridad Pública, en Brasil se registra una violación cada 11 minutos. El caso de esta joven no es aislado, sino que responde a lo que llaman una «cultura de la violación», donde las víctimas son socialmente señaladas por la ropa que llevaban puesta, su forma de hablar o las fiestas a las que deciden ir.
Los reclamos y los prejuicios alrededor de la violencia de género en Brasil nos suenan familiares. En una semana en la que Argentina se prepara para su segunda marcha masiva a favor de los derechos de las mujeres, vale la pena conocer el panorama que se vive en otros países de Latinoamérica. «NiUnaMenos» y «EstuproNuncaMais» deben dejar de ser efímeras consignas de redes sociales para convertirse en firmes banderas en una lucha que atraviesa a todas las mujeres y hombres por igual.