En el libro Los Inquietos (Santos Locos, 2016) se pueden encontrar poemas que desafían los bordes de la poesía mezclando estilos y voces. Propio de lo contemporáneo, San Delmal se corre de algunos lugares comunes de la corriente actual del género para crear un estilo propio que se nutre de distintas épocas, logrando un estilo particular: «a lo salvaje», como sostiene el propio autor. ¿Cómo escribir desde la desilusión de una generación? San Delmal ensaya una respuesta.
Sobre el autor
¿Quién? ¿Sandel?
Corría el año 1983,
San Delmal
nació desde el epicentro de una tormenta
en una soleada tarde de otoño
en la provincia de los Buenos Ayres.
San Delmal
trajo la lluvia en los ojos,
San Delmal
no le teme a sus fracasos
y adora todos los triunfos:
los propios
y los ajenos.
San Delmal
Sufre, teme, quiere, ríe, bebe, sale, duerme,
San Delmal está vivo.
La inquietud de lo contemporáneo y lo salvaje
«Yo soy de la generación del 2000/ y no me voy a dormir». Quizás esos versos puedan resumir a Los Inquietos (Santos Locos, 2016), donde hay una búsqueda constante de desafiar los estilos poéticos establecidos de la actualidad y se nutre de elementos de otras épocas para hablar desde la desilusión de una generación que esconde un optimismo en su hacer. Será por eso que sostiene «No le debemos nada a nadie».
Es el propio San Delmal el que lo define con su particular estilo: «Así creamos nosotros: a lo salvaje». Los poemas de Los Inquietos van en esa dirección: la inquietud y su salvajismo a la hora de hablar de un mundo que desilusionó a una generación que creyó en todas las bondades que el avance tecnológico traería y que todavía no asomaron. Sin embargo San Delmal desafía y no se queda ahí, pone su estilo propio al servicio de grandes temas como el amor, el miedo y el desamor.
A pesar de la obsolescencia programada que envuelve todas las cosas, asoma en los versos de San Delmal, si se presta la suficiente atención, una esperanza que se diferencia del resto de los poemas cuando habla del amor, dejando ahí quizás los últimos restos del optimismo de una generación que fue criada con los valores de un mundo que ya no existe y así encarga de denunciarlo el autor.
Mi generación no puede quedarse quieta./ No podemos concentrarnos en una cosa, afirma San Delmal en el poema «Los inquietos», el cual le da nombre al libro y es un claro reflejo de su poesía salvaje que va desordenando todo a su alrededor, sin dormir dos noches seguidas en una misma corriente literaria, sin rendirle cuentas a nadie.
Los inquietos es un llamado de atención que el lector decidirá si escucharlo o no.
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