En el marco de la inauguración de «Una Biografía Rayuelística» en el Café Cortázar (Cabrera 3797, Ciudad de Buenos Aires), una exhibición de 16 ilustraciones de Miguel Rep sobre la vida de Julio Cortázar, dialogamos con uno de los dibujantes más reconocidos de la actualidad. «Soy más amigo que lector de Cortázar», se define el propio Rep, quien ve al escritor como a un «buen tipo y antitotalitario». Además, señala que el humor gráfico en Argentina es un género popular y de calidad, como lo fue el tango, y que el actual gobierno de Macri es «horrible, todo lo contrario a lo que quería Cortázar».
El pasado jueves 26 de mayo se inauguró en el Café Cortázar, el primer bar enteramente dedicado al célebre escritor argentino, la muestra «Una Biografía Rayuelística», compuesta por 16 ilustraciones de Miguel Rep que recorren momentos de la vida de uno de los autores que más profundo pisó en la cultura argentina.
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En la exhibición que se podrá visitar de forma gratuita en las instalaciones del Café Cortázar, se puede ver la figura de Cortázar recreada por el particular estilo de Rep, quien casi logró convertirlo en uno de sus personajes, volviéndolo reconocible para cualquier espectador. Además, cada pieza aporta información biográfica sobre el Cronopio Mayor y datos que quizás pocos conocían.
Un detalle particular de esta muestra es que cada una de las piezas fue pintada a mano por el propio Rep, lo cual -además del tamaño- es una de las diferencias principales con el contenido del libro Julio Florencio Cortázar (Planeta, 2014). «Me gusta que estén exhibidas acá, todo dialoga con todo y ese es el plus. Si esta muestra estuviera en Parque Chas, Agronomía u otro bar, quizás estaría más forzado. Sin embargo, acá encuentra su cauce» señala Rep en la siguiente entrevista para La Primera Piedra.
– Si bien ya habías dibujado a Julio Cortázar en el libro Cortázar para principiantes, ¿cuándo surgió la idea de hacer este libro?
– El libro Julio Florencio Cortázar en realidad no era un libro, sino que era un mural en París, pero entonces vino un editor italiano y me dijo que para él esto se podía editar. Me gustó la idea, le dije que sí y después, cuando volví a Buenos Aires, la editorial Planeta se enteró y también lo quiso hacer. Finalmente, salió primero la edición en Argentina y luego la italiana, pero originalmente yo lo había pensado como un mural.
– ¿Y cómo fue el proceso de transformación de mural a libro?
– No le agregué nada al contenido, sólo el diseño de tapa. De todos modos, el libro siempre es algo distinto, es un objeto que vos lo pensás con el editor: qué color, qué formato va a tener; se transforma en otra cosa. Ahí sí me olvidé del mural.
– Para esta muestra en particular que está exhibida en el Café Cortázar, además del hecho de que cada pieza está pintada a mano, ¿qué diferencia puede encontrar el público en relación con el libro?
– La muestra es la mitad de lo que se encuentra en Julio Florencio Cortázar, es un recorte de la curadora, que eligió un poco qué años sí y qué años no. Después, fue darle un poco color como si fueran serigrafías. Me interesan como piezas, que además son más grandes que los originales.
Yo dibujo a muchos escritores, pero hay algunos que se me quedan en la mano y en el cariño. Es como dibujar a un personaje. Yo no lo conocí a Cortázar ni lo vi de cerca, pero al igual que me pasa con Borges, se me ha corporizado en mi mano y no me cuesta nada dibujarlo, lo compré.
– ¿Por qué decidiste exhibirla en el Café Cortázar?
– Me gusta que estén exhibidas acá, todo dialoga con todo y ese es el plus. Si esta muestra estuviera en Parque Chas, Agronomía u otro bar quizás, estaría más forzado. Sin embargo acá encuentra su cauce.
– ¿Cuándo surgió tu interés particular por dibujar a Cortázar?
– Dibujo a muchos escritores, pero hay algunos que se me quedan en la mano y en el cariño. Es como dibujar a un personaje. No lo conocí a Cortázar, ni lo vi de cerca, pero al igual que me pasa con Borges, se me ha corporizado en mi mano y no me cuesta nada dibujarlo, lo compré.
– Claro, en ese sentido, tu representación de Cortázar ya se ve como uno de tus personajes, se mezcla con tu obra. ¿Qué te dice el público?
– Nadie se pregunta «¿quién es este?», todos saben que es Cortázar. Son tipos con una tipología muy fuerte, como lo es Borges. Los dibujás y cuando vas por la mitad de la cara, ya se dieron cuenta quién es. Eso es una gran ayuda. Cuando lo dibujo a Cortázar, lo hago en serio, lo hago con su ideología, con su literatura, con su fama de buen tipo que era. He investigado mucho acerca de él, conocí a la viuda, Aurora Bernardez, a Julio Silva. Por ejemplo, sé más de la obra de Borges, pero más de la persona Cortázar.
– Hay varios escritores contemporáneos y lectores que sostienen que la figura de Cortázar, además de generar respeto como escritor, provoca ese cariño como si fuera un amigo o persona cercana.
– Sí, yo soy más amigo que lector, no fui uno de los lectores de Rayuela. Sí me encantó Bestiario. Luego hice un seguimiento aventurero e ideológico de él, esa cosa sandinista, de izquierda que tuvo Cortázar, en un momento donde todavía era una respuesta moderna a los problemas pos-modernos. Además, me acerco mucho a su figura a través de la amistad que él tenía con un amigo mío: Osvaldo Soriano.
Yo cuando lo dibujo a Cortázar lo hago en serio, lo hago con su ideología, con su literatura, con su fama de buen tipo que era
– ¿Qué te comentaba Soriano sobre Cortázar?
– Me hablaba mucho de él, había una afinidad muy importante a pesar de los años de diferencia. Soriano lo adoraba.
– Más si se tiene en cuenta la ayuda que Cortázar le daba a los exiliados en Europa, sobre todo a los escritores, ¿no?
-Claro, era buen tipo y anti-totalitario.
– En Argentina hay una cultura del humor gráfico y de los dibujantes muy fuerte. Hay personajes muy reconocidos, ¿por qué pensás que se da eso?
– Claro, Quino es como un Dios, como Fontanarrosa y otros grandes. Algo así como los Dioses del Olimpo. Yo no estoy en ese grupo, me encuentro muy lejano. Sí me siento respetado por mis lectores, no tanto por la popularidad. En cambio, Fontanarrosa sí era muy popular.
– También está la fama de que dentro del mundo de la historieta y el humor gráfico, hay mucha camaradería. ¿Es así?
– Yo la tenía, pero no con todos. En la revista Humor Registrado la tenía con Quino, con Fontanarrosa, pero no con todos. Hay algunos a los que nunca les entré. Por ejemplo, nunca estuve con los del diario La Nación. Después ya me alejé bastante del humor gráfico.
– ¿Por qué pensás que es un género que impacta tanto en Argentina?
– Es verdad, no impacta tanto en otros países. Hay algo en este país que adora estos géneros más populares, ¿no? Y eso no les quita la calidad, porque el humor gráfico argentino tiene mucha calidad, como lo tiene el tango, el fútbol, los actores. Es algo que forma parte de la cultura popular y Argentina le da mucha bola a eso.
Hay algo en este país que adora estos géneros más populares, ¿no? Y que eso no les quita la calidad, porque el humor gráfico argentino tiene mucha calidad, como lo tiene el tango, como lo tiene el fútbol, los actores. Es algo que forma parte de la cultura popular y Argentina le da mucha bola a eso.
– La última, ¿qué sensación tenés del cambio político que está viviendo Argentina con Macri?
– Horrible, todo lo contrario a lo que quería Cortázar.