Durante la madrugada del domingo 14 de febrero, un grupo de neonazis atacó Nevermind, bar céntrico de Mar del Plata que tiene como administrador a Javier Moreno Iglesias, presidente de la Asociación Marplatense de Derechos a la Igualdad (Amadi) y militante del colectivo “Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans” (LGBTIQ). Los atacantes rompieron los vidrios de la entrada y tiraron piedras al frente del bar mientras gritaban: “Homosexual, vamos a venir hasta que te podamos matar”.
Este no fue el único episodio, sino apenas un rebote de varios ataques de grupos neofascistas en Mar del Plata, como la pintada neonazi que tuvo lugar el año pasado frente a la casa de Silvina Elías, referente de La Alameda en Mar del Plata. El mismo Javier Moreno, que ya había sido amenazado de muerte con anterioridad, contó que ésta vez «el Rusito», conocido por arrebatarlo con anterioridad en la calle y violentarlo verbalmente con amenazas de muerte, «tenía un arma de fuego y se desplazaba por el medio de la calle apuntándole a algunas personas”.
Frente al ataque, distintas fuerzas políticas (entre ellos la UCR, el FPV y Acción Marplatense), autoridades municipales y entidades sociales expresaron su repudio. Nicolás Caputo, integrante de una banda de ultraderecha llamada “Bandera Negra”, fue denunciado por la La Alameda, pero recuperó su libertad a las pocas horas de haber sido detenido. Ante esta serie de acontecimientos, el intendente electo en General Pueyrredón, Carlos Arroyo (Cambiemos), guardó silencio y no se sumó a los repudios públicos. Esto no es de extrañar ya que, si realizamos un archivo en materia de derechos humanos del partido, no sólo muchos de sus candidatos votaron en contra del Matrimonio Igualitario, sino que el propio Mauricio Macri, en un reportaje realizado en 1997, expuso claramente su opinión acerca de la homosexualidad:
“No se trata de una persona ciento por ciento sana. Es una desviación no deseada ¿Usted festejaría que se hijo fuera homosexual? Por favor. El mundo está hecho para que nos juntemos con una mujer ¿Por qué nos vamos a juntar con un hombre? Está bien que es más cómodo, se puede ir a jugar al tenis y después se puede ir a….todo con el mismo tipo” (Mauricio Macri, 1997).
Palabras como éstas deberían ser imperdonables. La memoria del pueblo no debería sucumbir ante un olvido tan temprano, sino que debería ser crítica, hoy más que nunca. No basta con los repudios a las agresiones, violaciones y ataques que atentan contra los derechos humanos de los colectivos LGBT -y en general, de ningún tipo. No basta con palabras que , al momento de ser pronunciadas, mueren en su enunciación. No basta con la palabra vacía.
Aunque no se desestima el poder del discurso, éste deberían ir aparejados con acciones que encarnen las denuncias. Y los discursos antidiscriminatorios, así como los pedidos por una Ley Antidiscriminatoria, deberían tener acceso a los medios de comunicación oficiales que no les dan lugar. Es por ésto que se necesita la movilización de un pueblo que parece adormecido, al que se pide que despierte de su letargo, para no retroceder en el camino de logros obtenidos durante los últimos años con respecto a los derechos humanos y al respeto a la diversidad: Ley de Matrimonio Igualitario, Ley de Fertilización Asistida, Ley de Identidad de género.
Imagen de portada: quedigital.com.ar