Cuando callar cuenta como no mentir: El nuevo Indec

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Uno de los puntos más criticados al gobierno de Cristina Fernandez de Kirchner fue la aparente manipulación de  los índices de precios del Instituto de Estadísticas y Censos (INDEC). Los primeros en hacerse eco de dicha queja fueron las principales figuras de la oposición, entre los que se encontraba el actual Presidente de la Nación, Mauricio Macri. Dentro de sus promesas de campaña, Cambiemos prometió no mentir con las cifras del Indec, como en el acto del microestadio de Ferro a días del cierre. A los cinco días del mes de febrero de 2016 y dada la ausencia de cifras oficiales,que ahora corren por cuenta del líder de Cambiemos, nos preguntamos: ¿Callar cuenta como no mentir?

La emergencia estadística

El ministro de hacienda y finanzas, Alfonso Prat Gay, confirmó en los últimos días de diciembre del 2015 que se declaraba la emergencia estadística “hasta nuevo aviso”, por lo cual, no se publicarían datos oficiales de la inflación. El supuesto objetivo de dicha medida fue “darle al Indec las herramientas legales para que pueda normalizar su funcionamiento” para que éste “deje de mentir”. Lo curioso de todo este accionar es que el famoso índice de inflación del Congreso no tuvo demoras ni dificultades para establecer estudios para conseguir cifras, por lo tanto, no deja de ser llamativo la necesidad de tanto reacomodo. ¿Tan dificil sigue siendo decir los números reales? ¿Será que la ausencia sirve para manipular otros temas?

El ministro de hacienda y finanzas, Alfonso Prat Gay, confirmó en los últimos días de diciembre del 2015 que se declaraba la emergencia estadística “hasta nuevo aviso”, por lo cual, no se publicarían datos oficiales de la inflación.

Objetivos claros y turbios

Al retrasar el sinceramiento de cifras oficiales, se retrasa la posibilidad de poder conocer la cantidad de pobres e indigentes que hay en el país. También se coarta la posibilidad de que las paritarias gremiales surjan de datos concretos para recuperar el nivel adquisitivo. La ecuación es simple: si la inflación anual es, por ejemplo, del 25%, en las paritarias debería negociarse ese mismo porcentaje de aumento. Por otro lado, las familias argentinas no necesitan estadísticas para saber cuánto aumentan los productos. En las góndolas de supermercado y en otros rubros del mercado, los mismos son palpables, como la carne, que aumentó un 20% en diciembre. Muchos esperaban que con el nuevo Gobierno los precios bajen, que de por sí es una situación muy pocas veces vista. Pero por lo menos, los votantes de Cambiemos esperaban que la cifra de aumento no suba tanto. Por el contrario, sucedió que todo aumentó de golpe y sin piedad. Hay que sincerar un tema: ¿recuerdan los conceptos de oferta y demanda? Ahí está la clave de una de las patas de los aumentos de precios. Luego podemos hablar de especulación sin tapujos, de manipulación de los industriales, del campo, de las exportaciones.

Con el gobierno kirchnerista los niveles de consumo interno fueron altos. Cuando un bien es más demandado, su precio sube, inevitablemente, si el Estado no controla el mercado. Si los precios suben y el nivel adquisitivo no, es imposible que la misma cantidad de gente siga pudiendo acceder a todos los bienes que antes compraba. Así, cada vez van a ser menos los “afortunados”: baja la demanda, bajan los precios. El problema es que cuando esos precios bajan, los salarios ya están destrozados y muy pocos trabajadores pueden pagar lo que cuesta el producto. ¿Preferimos que pocos consuman para que bajen los precios? ¿Pensaste que tal vez vos mismo puedas ser uno de los que no van a llegar a comprar? ¿No es mejor que toda la población pueda acceder al consumo, antes que solo unos pocos? Sí, este tipo de maniobras lo único que hacen es perjudicar a los asalariados.

Dada la probabilidad de que los gremios no puedan conseguir más de un 25% de aumento en las paritarias, si hacemos las cuentas, es claro que no llegamos a alcanzar los niveles de inflación del año pasado. Si calculamos una inflación anual, que según el índice Congreso llegaría para octubre al 26,60%, sumado al aumento inevitable de los componentes importados por la devaluación del 40% de diciembre, las cuentas no le cierran a ningún trabajador. Con un razonamiento simple, del estilo del recién propuesto, es entendible que el Gobierno no quiera sincerar las cifras del Indec, ni medir nuevas.

Dada la probabilidad de que los gremios no puedan conseguir más de un 25% de aumento en las paritarias, si hacemos las cuentas, es claro que no llegamos a alcanzar los niveles de inflación del año pasado.

Los medios siguen callando

Durante el gobierno K, las notas sobre aumentos de precios en los medios masivos ligados al multimedio Clarín, eran moneda corriente. Hoy, con la protección mediática que el grupo le presta al Presidente, muy pocas veces desde que asumió el mismo se realizó una nota sobre los aumentos de precios. Si bien es cierto que durante la década K los precios subieron una enormidad, también lo hicieron en buena medida los salarios. Por lo tanto, los niveles adquisitivos fueron manteniéndose si hablamos de los productos de la canasta básica. Fue muy común escuchar entre los trabajadores que “le estamos corriendo de atrás a la inflación”, pero por lo menos alguien podía correrle. ¿Por qué no se habla más de esto? ¿Los precios dejaron de subir? La respuesta está en cada monedero a la hora de pagar la cuenta en la caja del supermercado.

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