Todas las obras acabadas de Ioshua: «un amor que trasciende a quien lo ejecuta»

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Entrevista a Sebastián Goyeneche y Grau Hertt, editores de «Todas las obras acabadas», libro que reúne toda la obra completa de Ioshua y que fue presentado durante el pasado mes de noviembre por Nulú Bonsai. «Este libro contiene un montón de libros, pero no es que van todos en la misma línea», sostiene Hertt. «Ojala que con los años la obra de Ioshua siga teniendo el peso que tiene, o incluso más», reflexiona Goyeneche. La obra de un artista que siempre buscó la incomodidad y no quedarse atado a la etiqueta de «escritor maldito», contada por dos escritores amigos de Ioshua y editores de uno de los libros más esperados de este año.


Sobre el autor

ioshuaJosué Marcos Belmonte nació en Haedo en 1977. Más conocido por su nombre artístico, Ioshua, fue escritor, ilustrador, diseñador, editor, dj, periodista y un acérrimo militante por la autogesttión cultural y la libre identidad de las personas. También compuso música y realizó tres documentales. Entre 2010 y 2014 dirigió su propio sello editorial: Wachodelacalle. Como escritor, publicó nueve libros oficiales, además de fanzines, plaquetas de poesía y múltiples compilaciones.


– Ahora con el libro terminado, ¿cómo fue todo el proceso de hacerlo?
– Sebastián Goyeneche (SG): El libro arrancó por idea de Grau, cuando allá por principios del 2014 Ioshua ya estaba cansado del ambiente literario y nos dijo varias veces que iba a dejar de escribir, que iba a dedicarse a dibujar.
– Grau Hertt (GH): No es que estaba cansado del ambiente en cuanto si lo incorporaba o no, sino el ambiente que el mismo generaba como autor. Sentía que era repetir la misma fórmula: sacar un libro y ver a los mismos de siempre y quizás a un par nuevos. Era como una especie de meseta de la cual no se sale normalmente. Esto es realmente un camino de topos: no se sabe hacia donde se va con un libro. Ioshua notaba que el impacto de su obra en relación a cada libro que salía era proporcional  a la cantidad de gente con la que se vinculaba en ese momento y no había independencia de él persona íntima o privada y el lector.

Esto es realmente un camino de topos: no se sabe hacia donde se va con un libro. Ioshua notaba que el impacto de su obra en relación a cada libro que salía era proporcional  a la cantidad de gente con la que se vinculaba en ese momento y no había independencia de él persona íntima o privada y el lector.

– Es decir que no podía trascender más allá de sus allegados, formarse un «público», por así decirlo,¿no?
-GH: Claro, exactamente. Nos pasa a todos: de alguna manera convocamos más autores que lectores. Ioshua sentía que había llegado a un estancamiento y que el ambiente literario se moría en sí mismo, estaba frustrado con eso. Se empezó a pelear con editores y autores por más que seguía participando de ciclos y moviendo sus libros.
-SG: Sí, hacíamos eventos con él quizás medio peleados, pero él siempre estaba y participaba. Todo esto fue más o menos en marzo, abril del 2014, que fue la primera vez que nos tiró esa sensación. Grau le dijo «bueno, habrá que hacer tu obra completa. Compilemos todo lo publicado y hacemos un libro que tenga todo». Además también estaba el fantasma de que él había zafado de la muerte por muy poco.
-GH: También, si bien editó un montón de libros, siempre le tocó en tiradas cortas, en formatos pequeños. Nosotros veníamos reeditando sus libros en nuestro formato oficial, porque por ahí muchas veces el tamaño físico de un libro está vinculado al contenido del mismo. Sus libros eran muy pequeños, pero a nivel contenido algunos son gigantes o inabarcables. Así que ya veníamos con la idea de qué hacer con los libros de Ioshua de forma independiente y él nos cuenta ese estado en el que se encontraba. Además es importante destacar que siempre estuvo abocado a trabajar de él mismo. Ioshua era Ioshua las 24hs, esto lo decimos siempre. No había otra cosa en su vida que el arte.

Foto: Leandro Gómez

Grau Hertt y Sebastián Goyeneche. Foto: Leandro Gómez

– ¿En ese mismo momento le propusiste hacer el libro?
-GH: Sí, en ese momento se lo propuse. Como él no tenía problema ni de mezclarse en distintos ambientes ni exhibirse, nos pareció una buena idea hacer un libro muy grande, exagerado, excéntrico, megalómano, absurdo. Hablemos de Ioshua como si fuera todo, que lo es al menos en lo que respecta a su obra y sus seguidores. La idea era jugar el juego póstumo, pero en vida.
– SG: A partir de ahí Ioshua se puso a recopilar todo y en octubre del 2014 nos trajo el material de su compilación. Hicimos un contrato informal que era que nos dibuje un boceto de la tapa. El libro se iba a llamar «Toda», no «Todas», y que fuera una pija dorada gigante. La idea era que salga este año, como terminó ocurriendo. Justo a mitad de año nos distanciamos un poco, él se recluyó mucho en Mariano Acosta (Provincia de Buenos Aires), donde estaba viviendo. Después, fue sorprenderse con que se murió en junio. El libro ya estaba encaminado.

– O sea, en el armado del libro participó Ioshua.
– SG: Sí, totalmente. El prólogo lo escribió él en la fecha que figura e incluso dice «febrero del 2014», que fue cuando surgió por primerísima vez la idea de hacerlo. Ioshua en un momento le quiso poner al libro «Política de lo popular» y después se dio cuenta que era un título poco específico, por decirlo de alguna manera, que no hablaba de su obra, sino de su intención. El prólogo está dedicado a la madre, él tuvo una relación muy fuerte con ella. La investigación se completó post mortem, porque él nos había entregado los libros oficiales que ya habían salido: los cuatro que salieron por Nulú Bonsai, los cuatro que editó por Guacho de la calle, uno que salió en Córdoba, uno en Paraguay. Nosotros sumamos el faximil del primer libro que él escribía a mano y que tuvo muchos nombres. Ahora aparece como «Piola petero», que es la versión que nos llegó y se lo respetamos. Después sumamos bocetos, cuadernos y recuperar esos textos que no estaban en ningún libro. También agregamos entrevistas porque para nosotros gran parte de su obra era él, con todo lo que hacía, decía y pensaba. Las entrevistas cobran un valor más importante en un libro así. Chocarse de frente con Ioshua no es lo mismo que leer un cuento de Ioshua.

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Portada del libro editado por Nulú Bonsai (2015)

– Para alguien que no conoce a Ioshua o su obra, ¿cómo lo describirían?
– GH: Es fuerte la pregunta…es increíble, si no sabés nada de Ioshua, que lo primero que veas sea este libro es fuerte, porque cuando pensamos el simple hecho de poner un consolador, o una pija en la tapa, en nuestro circulo más cercano de amigos y artistas podía parecer algo muy obvio: las pijas, las conchas, las drogas, el aborto, son una serie de temas que damos por sentados y vivimos como una ley que obviamente no existe, pero cuando los tenemos que mostrar no los mostramos. Tienen cierta virginidad estos temas a la hora de exponerlos. Hay que animarse a tener una librería y poner en la vidriera un consolador teniendo en cuenta que por esa calle pasa muchísima gente: desde menores de edad a gente totalmente conservadora. A su vez, este libro contiene un montón de libros, pero no es que van todos en la misma línea. Hay momentos en los que Ioshua arranca por una idea revisionista de su barrio, de su entorno, de su idea sobre la homosexualidad. Después va mutando hacia una poesía más clásica, más elevada. Cuando se mete con la novela pasa lo mismo: va de una novela costumbrista contemporánea a adaptar las tragedias griegas.
– SG: Claro, esa sería la diferencia entre «Loma hermosa» que es una historia bien de barrio, de pibes chorros y «Malincho» que son muchos relatos de la homosexualidad en espacios diferentes, que incluyen las tragedias griegas y ciertos arquetipos.
– GH: También está bueno esto: nosotros nunca hicimos ninguna caracterización con nuestros autores, ni si son mujeres, hombres, heterosexuales u homosexuales. Eso es totalmente secundario, lo importante es que tengan algo que decir. De hecho Nulú Bonsaí, está bueno aclararlo, es muy hétero en sus personas inmediatas que lo integran. Jamás la lectura fue por ese lado. Lo que queremos que se obtenga es un mensaje de amor y lucha muy concreto que nada tiene que ver con tu elección personal.

– Claro, puede pasar que muchas personas se confundan con el trasfondo del libro por su apariencia, ¿no?
– GH: Sí, si bien puede estar muy vinculado al mundo gay porque los dibujos son muy explícitos y él es totalmente abierto con sus preferencias, en todo momento deja entrever formas de relacionarse, formas de sentir, en medio de una idea de mundo por el que luchamos frente a un mundo que es el que rige y que no tiene nada de todo eso que se busca. Es un libro totalmente incorrecto para volver personas revolucionarias correctas. Esa sería una buena definición.
– SG: Tal cual, igual es difícil porque lo primero que ves son sus dibujos.Es muy difícil que llegue a un público homofóbico o conservador, pero ojalá suceda.
– GH: Es un libro que habla de un alquimista también, de una persona que viene del barro, de la noticia amarillista de los noticieros donde su destino tendría que haber sido el paco, los delitos, lo que fuera, y se volvió un artista que penetró en esferas donde personas de su clase nunca hubiera penetrado. Viajó y expuso en lugares que nunca hubiera visitado y eso surgió a partir de la autosuperación. Además que lo hizo siempre en una soledad total, más allá de que él se haya relacionado con gente del ambiente, fue después de un proceso individual que no contó con todas esa personas y sí con escasos recursos para poder nutrirse. Es importante destacar eso: ver el proceso de una persona. El primer libro estaba escrito a mano, por ejemplo. Ioshua siempre apuntó al libro, sentía que ese era su objeto, y hasta que lo logró, los hacía él a mano, ejemplar por ejemplar, hasta que su mano no dio más y empezó a hacer fotocopias. Llegó a firmarlos con sangre, para que aumentara el valor.

A su vez, este libro contiene un montón de libros, pero no es que van todos en la misma línea. Hay momentos en los que Ioshua arranca por una idea revisionista de su barrio, de su entorno, de su idea sobre la homosexualidad. Después va mutando hacia una poesía más clásica, más elevada. Cuando se mete con la novela pasa lo mismo: va de una novela costumbrista contemporánea a adaptar las tragedias griegas.

– Con lo que cuentan, entonces, se puede ver que detrás de la obra de Ioshua había toda una búsqueda artística y estética. Y eso va más allá de la vida personal que él tenía, como sucedió con el caso de Vicente Luy: es muy difícil dejar de lado las historias personales, que son lo primero que atraen, con lo que después es la producción literaria.
– SG: Sí, sin dudas. Ioshua lo que termina probando es que uno desde afuera pensaba eso: obra y persona eran lo mismo. Pero después de pasar por toda la obra de él y de releerlo varias veces, ver como fue evolucionando, te vas dando cuenta que en realidad era una construcción. Ioshua no era su obra: él no hablaba como hablaban sus personajes, dejó de vestirse como lo hacían sus personajes, era otra cosa. Apenas lo conocías, cuando lo escuchabas leer o por su apariencia, lo relacionabas directamente con su literatura, pero en realidad era una construcción estética y literaria. Por eso también el libro quiere reflejar eso: el movimiento que fue teniendo él. Por ejemplo, su último libro «Guárda bien este secreto», que no salió en vida, termina con un «Adiós, Ioshua» escrito a mano y lo siguiente que hizo que fue un proyecto que se llamaba «Yo no hice nada», dibujos en contra de la represión policial y el gatillo fácil, los firmaba como Josue Marcos Belmonte. Ahí ya se notaba que había dado muerte a su personaje Ioshua, para diferenciarse y pasar a ser una persona.
-GH: En «Malincho» se nota, cuando se harta que lo etiqueten como «Pija, Merca y Barrio» y se autodesafía a escribir una obra totalmente potente y clásica.

– ¿Sentía que el personaje que había creado al principio, lo había terminado superando?
– GH: Sí, porque él realmente no hablaba así, en su vocabulario no estaba esa jerga, en su tono de voz era muy suave, dulce, pausado, hasta alegre. A veces en chiste le decías «vos no sos puto», era tanta la distinción que había que nos sorprendía. Además le vimos muy pocas parejas, le costaba mucho. Y eso se nota en la evolución de su mensaje, donde la falta de un amor total se notaba. Él decía «yo soy medio Susanita», él quería una pareja de años con la cual construir un proyecto.
– SG: Ojala que con los años la obra de Ioshua siga teniendo el peso que tiene, o incluso más. Cuando yo empecé a trabajar en la revista THC me pasó algo similar: al principio era ilegal hablar públicamente de marihuana y con los pasos de los años empezaron a surgir proyectos de ley para reparar esas situaciones. Con Ioshua pasó lo mismo: cuando salió «Pija, birra y faso» como proyecto de la editorial, incluso yo no tenía ganas de publicarlo porque me parecía que solo quería polemizar antes que generar la obra. Cuando lo leí, se notaba claramente que había un contenido, a pesar de que la dirección del título era marketinera. Fue algo contestatario que fue surgiendo y logró su lugar en la sociedad con los años, como el logro del matrimonio igualitario, y él sintió que fue perdiendo ese peso rupturista su obra por esa forma de hipocresía que tiene el pueblo.
– GH: Eso se da también a partir del conformismo al que estamos acostumbrados. Porque el matrimonio igualitario cubre solo una parte de los derechos, no todos. Ioshua se para en contra de eso: ni matrimonio gay ni matrimonio y se gana a todo el movimiento homosexual en contra. Por eso la obra de Ioshua sigue siendo actual: todavía faltan miles de derechos por cumplir y respetar. Sobretodo ante el contexto conservador que se viene en Argentina.
– SG: En el libro «Clasismo Homo» eso queda muy claro. Ahí se compilan los manifiestos, panfletos y textos relacionados a estos temas. Es la obra más cruda para poder saber qué opinaba Ioshua ante esos escenarios. Y así siguió en la búsqueda de tocar temas que no sean visibles: sacó su obra del Gran Buenos Aires y la puso en lugares donde la homosexualidad no es tan visible, como en «Campeón» donde habla de la homosexualidad en el fútbol, un tema que es bastante tabú. También en «Violeta es el color del odio» hablaba de la violencia infantil.

Es un libro que habla de un alquimista también, de una persona que viene del barro, de la noticia amarillista de los noticieros donde su destino tendría que haber sido el paco, los delitos, lo que fuera, y se volvió un artista que penetró en esferas donde personas de su clase nunca hubiera penetrado. Viajó y expuso en lugares que nunca hubiera visitado y eso surgió a partir de la autosuperación. Además que lo hizo siempre en una soledad total

– Ustedes como editores de Nulú Bonsai, ¿cómo ven que lo que le pasaba a Ioshua al final de su vida en relación al reconocimiento de su obra, sea lo que le pasa la gran mayoría de los escritores? Sobretodo en lo que es el mundo de la poesía, donde se suele pensar que hay más escritores que lectores, ¿cómo ven la escena actual?
– GH: En lo personal me parece que logramos algo que va a tardar en verse, incluso los propios protagonistas vamos a tardar en verlo. Cuando yo era menor de edad escribía, cuando empecé a salir escribía, y hasta hace 4 años me daba vergüenza decir que era poeta. Hasta en ciertos círculos de arte me reservaba decir que era editor de libros también. Por otro lado, no quiero exagerar, pero debe ser uno de los momentos donde más poesía se produce, se vende, se difunde, se distribuye, de la historia de Argentina por lo menos. Ningún escritor vive de ser poeta, lamentablemente, porque sería algo que le haría muy bien al mundo, porque sería una persona que estaría vinculada todo el tiempo a encontrar el detalle. Si hay tantos poetas, también, es porque hay una sensación de incomodidad. No hay poesía si no hay incomodidad. Y la incomodidad va desde una irrupción con un momento social que estemos viviendo puntualmente, como también inclusive un poema de amor, porque es siempre algo que no dijo a tiempo, que no pudo decir, o que lo está encontrando pero que no lo puede aplicar para uno. Porque siempre se escribe de uno hacia afuera, y el afuera no es un lector, sino simplemente sacar algo de adentro.

– ¿Y qué errores o cosas para mejorar encuentran?
– GH: Me parece que en todos estos años, en lo que fallamos, y esto es una crítica a los editores y editoriales, entre los que nosotros estamos incluidos, no supimos valorar que reconstruimos una industria que no tiene ningún tipo de contención. No tiene sindicato, no tiene órgano, no hay nadie que asegure o legitime nuestro trabajo. Casi ningún editor de las editoriales actuales hizo la carrera de Edición en la universidad, ahí también hay una gran desconexión que no es menor. No hay medios, no hemos sabido crear medios, siendo muchísimos escritores y periodistas, que superen a los tres o cuatro medios dominantes. Tenemos que estar en un lobby permanente a ver si figuramos. También fallamos en no darle la relevancia a los nuevos medios que surgieron. Eso hace que a la hora de difundir una nota, nos desesperamos por las de los medios hegemónicos que es una vez cada cinco mil años, y por ahí los nuevos medios hacen notas más profundas, leyeron realmente los libros, que saben de lo que hablan, no lo valoramos. Tendríamos que estar a full difundiéndolos y consumiéndolos. Nosotros mismos nos tenemos que dar peso, porque somos una generación que donde más le pegaron fue en la confianza. Sin embargo esa falta de confianza hizo que creáramos un mundo paralelo de artistas, medios, empresas, que transitan y adquieren y asimilan valores a partir de lo que hacemos. Hay gente que leyó a partir de Ioshua o de una nota en un medio nuevo. Hay que cortar con lo establecido y empezar a caminar con lo establecido. Tampoco hay que estar desconectado con los pibes, hay que evitar que las generaciones se desconecten, porque sino vamos a tardar mucho más.
– SG: Sí, yo creo que como trabajo de editores tenemos que sumar el no reproducir ese prejuicio estúpido de que la poesía no vende, de que no hay buenas editoriales de poesía, de que no hay lectores de poesía. Que lo único que sirven son los clásicos o las obras completas de los autores que ya murieron. Ese prejuicio está instalado y es una representación social contra la que luchamos.

También fallamos en no darle la relevancia a los nuevos medios que surgieron. Eso hace que a la hora de difundir una nota, nos desesperamos por las de los medios hegemónicos que es una vez cada cinco mil años, y por ahí los nuevos medios hacen notas más profundas, leyeron realmente los libros, que saben de lo que hablan, no lo valoramos. Tendríamos que estar a full difundiéndolos y consumiéndolos. Nosotros mismos nos tenemos que dar peso, porque somos una generación que donde más le pegaron fue en la confianza.

– Y es una tarea bastante difícil…
– SG: Es bastante difícil, porque a cualquier editor le preguntás y te contestan eso. Libreros te lo dicen en la cara. Y no es así, sí vende. Construimos toda una editorial de poesía desde cero. Perfecto, comparándola con otro mercado somos menos, pero el mercado editorial es muy amplio. Los libros de medicina, de biología, ¿venden más o menos que los de poesía? ¿A quién le importa? Venden su cantidad, lo mismo que pasa con lo que hacemos nosotros.
– GH: También con Goyo (Sebastián Goyeneche), cuando creamos Nulú Bonsai, entendemos que más que vender libros, tenemos que luchar porque se vuelva a leer. Y la lucha por el contenido, no por lo comercial. Un editor amigo decía que publicaba cualquier libro porque quería recuperar el espacio de las bibliotecas en las casas. Actualmente los televisores y las computadoras son cada vez más grandes. Entras a una casa y es como una exposición de electrodomésticos.
– SG: Sí, a nivel mercado pasa algo parecido como con Ioshua. Cuando sacó su primer libro nadie daba dos mangos y de repente estamos haciendo una obra completa después de seis años, que en un punto es un tiempo corto para un libro. Ese es el proceso que queremos con todos los autores: que publiquen su segundo libro con nosotros, que se note una evolución, que el lector también lo pueda apreciar. Ahí se construye el mercado y la carrera de escritor. Nunca fue nuestra idea el libro como fin, sino como un anclaje de un proceso que está fuera del libro.
– GH: La poesía crece porque es un arte que puede estar en cualquier lugar. Nosotros hemos leído en lugares totalmente opuestos entre sí, desde un hospital, un hostel, centros culturales, boliches, clubes de barrio, la calle, la plaza. Crece a partir de entender que además del proceso individual de escritura, el cuerpo tiene un lugar protagónico.

– Por último y para volver un poco al libro, ¿qué se va a encontrar alguien que no conocía a Ioshua y alguien que sí lo conocía?
– SG: Una versión del amor que trasciende a quien lo ejecuta. El libro termina con dos pibes abrazándose y dándose un beso que ni siquiera es en la boca. Y arranca con una pija entrando en un culo. Es decir, los dos extremos. En el medio hay un montón de desamor, de poemas de destrucción y eso no tiene nada que ver con la homosexualidad. Ahí se ve la lucha de Ioshua por la lucha de la identidad de cada quien. Esto es realmente un camino de topos: no se sabe hacia donde se va con un libro. Ioshua notaba que el impacto de su obra en relación a cada libro que salía era proporcional  a la cantidad de gente con la que se vinculaba en ese momento y no había independencia de él persona íntima o privada y el lector

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