La Baigorria Uke Band es una banda que reversiona melodías y canciones de los años ’20 a los ’60 y transita los géneros swing, country, jazz, hawaiano (y a veces, incluso, agregan cumbias y boleros). Actualmente, la banda contiene una formación de 4 ukeleles a la que suman, en algunas de sus versiones, el u-bass. Pero, a pesar de que el instrumento hawaiano es el protagonista en sus canciones, la banda fue adoptando otros instrumentos como el banjulele, el acordeón, la armónica, la melódica, los wiros de madera y metal, el lap steel, entre otros.
En una entrevista exclusiva para La Primera Piedra, los integrantes de La Baigorria nos cuentan sobre sus proyectos y sus expectativas de cara al último Festicultural Elepepé del año: “Buenos Aires es una mega metrópoli en el mundo con una impronta cultural muy fuerte. La gente sigue apostando por el arte, por el teatro, por la música”.
Los integrantes de La Baigorria Uke Band son: Marina Dominguez (ukelele soprano, banjulele, banjo-guitar, armónica, lap steel y voz), Lucas Laubenheimer (ukelele soprano, percusión, xilofón y voz), Diego Caro (ukeleles barítono y tenor, banjo-guitar y voz) , Celina Oggero (ukeleles soprano y tenor, percusión y voz) y Emanuel Negrete (bajo eléctrico, u-bass)
─¿Cómo surgió La Baigorria Uke Band?
─Nos conocimos en un Ensamble de Ukeleles. A partir de ese día nos empezamos a reunir y las fechas fueron surgiendo solas. Ponemos un montón de energía cada vez que tocamos y de esas fechas salen otras, y así. Nos invitaron a un programa de radio, alguien nos escuchó ahí y nos invitaron a tocar en una fecha y es buenísimo que pase así. Siempre se suele dar de manera muy orgánica.
─¿Por qué se llama “La Baigorria”?
─Esa es la historia que siempre le toca contar a Marina, jajaja. En mi casa (Marina) hay una parte baja que siempre se inundaba un metro veinte, y en una de las inundaciones, apareció un bagre. El bagre terminó equivocadamente en un pozo pluvial porque yo pensé que lo estaba mandando de nuevo al río. Me enteré, cuando vinieron los de la bomba, que teníamos un pescado ahí adentro, y como había caños, lo tuvimos como diez días atrapado, sin poder sacarlo. Lo alimentábamos con miguitas. Le pusimos de nombre “La Baigorria”. Y cuando los chicos vinieron a casa, les mostré el garaje pensando que íbamos a ensayar ahí, y les conté la historia de La Baigorria. Fue la primera vez que nos juntamos a ensayar. Y alguien dijo “qué buen nombre para la banda”. Así salió. Por eso, en nuestra gráfica está el bagre. Lo bueno de la historia es que al final logramos sacarlo del pozo fluvial y devolverlo al río. Baigorria tuvo un final feliz. Es una buena metáfora de la banda, que ahora que lo pensamos, podría hacerse canción.
─¿Por qué eligieron el Ukelele como instrumento principal?
─Cada uno se entusiasmó con el ukelele de manera diferente. Todos tocábamos desde antes otros instrumentos y con otras bandas. Es raro encontrar en Buenos Aires gente que toque el ukelele. Aunque ahora está un poco más de moda, no lo llamaríamos casualidad, sino causalidad. Nos juntamos en el ensamble de ukeleles, y desde ese día, no dejamos de tocar. Después llegó Emma en el bajo, y la pieza cayó perfecta, como en un Tetris. El bajo fue fundamental, ordenó un montón. Pero el ukelele nos apasiona, sigue siendo el instrumento principal, y todos lo tocamos.
─Hoy, el ukelele es un instrumento que aparece mucho más en escena. ¿Qué es lo que los diferencia a La Baigorria de otras bandas de ukeleles?
─En primer lugar, en las formaciones actuales de esas bandas, creo que somos la que más ukeleles tiene. Es decir, somos una banda de ukeleles, y lo seguimos siendo. Todas las otras bandas empezaron con más y terminaron con menos, pero nosotros seguimos siendo una formación de distintos tipos de ukelele, y a pesar de que metemos otros instrumentos, seguimos siendo 4 ukeleles, más el u-bass. Siempre alguien cede, con mucho dolor, dejar de tocar el ukelele para hacer la percusión, jajaja. Vamos cambiando un poco los roles. Todos los de la banda cantamos en algún u otro tema, no tenemos roles definidos y fijados. Nos incorporamos todos en todo lo que hacemos. También creemos que el repertorio es bastante diferente. Palta y Las Créme Brulee tienen muchos temas propios, y nosotros, por ahora, no los tenemos. Siempre está la idea revoloteando de hacer algo, pero por ahora la prioridad del grupo es tener un repertorio que contagie alegría, que a la gente le guste y le llegue. Hay muy buena onda con esas bandas y nos encanta tocar juntos, compartir fechas, y se puede hacer porque, aunque estamos en el mismo circuito, sonamos diferente.
Somos una banda de ukeleles, y lo seguimos siendo. Todas las otras bandas empezaron con más y terminaron con menos, pero nosotros seguimos siendo una formación de distintos tipos de ukelele, y a pesar de que metemos otros instrumentos, seguimos siendo 4 ukeleles, más el u-bass.
─También agregan algunos elementos cotidianos, por ejemplo, en una fecha, me acuerdo, tocaron con cucharitas. ¿Cómo introdujeron estos elementos como instrumentos?
─De las cucharitas, además de sonidos, salen moretones, jajaja. Es como cualquier otro instrumento. Por ahí, el hecho de que sean dos cucharas llama la atención, pero, en definitiva, es como agarrar una guitarra. Me gusta que cause impacto y que la gente se anime a hacerlo en sus casas. También sumamos el lap steel, que es como una guitarra hawaiana que se toca horizontalmente. Se toca con una barra de metal y es el típico sonido de la música hawaiana. No somos muy estructurados. Lo que puede sumar, lo sumamos, y lo que vemos que no queda, lo descartamos. Pero no hay algo preestructurado. Incluso nos pasa con las canciones. Me acuerdo que en un show incluimos una cumbia porque queríamos sumar un tema en español para levantar un poco, pero no tenía nada que ver con el resto del repertorio, y le hicimos un corte para que terminara como un swing.
─En ese sentido, ¿cómo deciden qué canciones incluir en el repertorio?
─Vamos proponiendo temas. Con el tiempo fuimos construyendo una identidad de la banda. Muchos temas se fueron, otros volvieron, y se trató de buscar lo que nos identificara. Como es una banda de ukeleles, tratamos de que las canciones sean acordes a su melodía, tocar temas que tengan que ver con el estilo para el que se usó el instrumento desde su nacimiento. Por más que ahora está de moda, el ukelele se usa desde los ’20 o los ’30, y nosotros desempolvamos muchas canciones de esa época y le agregamos nuestra esencia festiva.
─¿Qué es lo que intentan agregar a esas versiones de otras épocas?
─La impronta que tenemos es la buena energía que le ponemos. Nos divertimos en escenario y queremos hacer divertir al público. Tratamos de estar siempre muy arriba, y al estar tocados en formación de ukeleles, se le agrega un tinte de alegría. El público aplaude y la pasa bien, y si no pasara de esa forma, para nosotros sería raro. Esa es la impronta que le damos. Por ahí escuchás esa cumbia uruguaya de la que te hablamos, y está buenísima, pero la versión de La Baigorria la rompe. En un paralelismo con lo que pasó con Los Auténticos Decadentes, aunque ese paralelismo saque completamente de eje el género del que estamos hablando, lo que intentamos es, más que dar una clase de virtuosismo, aceptar que La Baigorria es una banda que arrancó con sus deficiencias, y con el tiempo, fue mejorando. La gente sale divertida del show. Aún en situaciones raras. En enero, por ejemplo, tocamos en Casa Rock, en Mar del Plata, y después de nosotros tocaba una banda tributo a Pappo. No te imaginás que te vayan a escuchar con atención porque hay un prejuicio del rockero contra el ukelele, pero no fue así, y los chicos de la banda estaban fascinados.
Con el tiempo fuimos construyendo una identidad de la banda. Muchos temas se fueron, otros volvieron, y se trató de buscar lo que nos identificara. Como es una banda de ukeleles, tratamos de que las canciones sean acordes a su melodía, tocar temas que tengan que ver con el estilo para el que se usó el instrumento desde su nacimiento. Por más que ahora está de moda, el ukelele se usa desde los ’20 o los ’30, y nosotros desempolvamos muchas canciones de esa época y le agregamos nuestra esencia festiva
─¿Cómo sienten que es la recepción por parte del público?
─Se da de manera muy orgánica. Por ahí hay alguien que nos escucha y nos empieza a seguir de un modo un poco pasional, y nos ayuda mucho a estar atentos a las fechas, se mueven con nosotros. Y nosotros intentamos contribuir con eso. Intentamos invitar a nuestras fechas a músicos que no son profesionales, que están aprendiendo, que están emergiendo, y los hacemos parte del escenario. Cuando nos escriben, contestamos. Si se nos acercan a charlar, conversamos. Cuando hacemos cosas con mucho amor, como lo es todo lo que surge de la mano La Baigorria, hay siempre un feedback positivo. Lo percibe el público y las otras bandas que tocan con nosotros, también. La mezcla suma si estamos todos con la misma energía.
─Tienen un EP con 5 temas: ¿planean convertirlo en un disco?
─El EP lo grabamos en un estudio. El papá de Diego toca en una banda de Jazz tradicional hace mucho tiempo, y él había grabado muchos discos con Kimono Records y lo grabamos ahí. Todos los aportes fueron buenísimos, enriquecieron mucho a la banda. Y por supuesto que la idea es convertirlo en disco.
─¿Pensaron empezar a componer canciones propias?
─La idea siempre está. Queremos componer temas que mantengan el estilo de lo que hacemos, pero no es un género fácil, ni tampoco es fácil componer canciones de swing. Nos gusta hacer las cosas bien. Ya vendrá. Preferimos que tarde, pero que esté bueno, y no por el simple hecho de hacer un tema cualquiera, terminar haciendo cualquier cosa, meterle un par de arreglos de ukeleles, y pensar que ya está la canción. Todo fue muy vertiginoso desde que arrancamos, nos fueron llevando las circunstancias, entonces no tuvimos esa “reunión” en la que todos nos sentáramos a decir “vamos a componer”. Es una banda joven, con muchas ganas, que recién empieza.
─¿Cómo ven el escenario porteño para las bandas que están emergiendo?
─Está buenísimo. Hay un montón de lugares para tocar, hay un montón de público que paga la entrada para ver bandas nuevas, y Buenos Aires es una mega metrópoli en el mundo con una impronta cultural muy fuerte. La gente sigue apostando por el arte, por el teatro, por la música. Al porteño le gusta de todo. Hay personas a las que les gusta la música china, hay otros a los que les gusta el rock nacional, hay oferta y demanda para todos, y no se quedan ahí, sino que van a ver las bandas, las bancan, apoyan. Es una cultura del fanatismo.
Nos gusta hacer las cosas bien. Preferimos que tarde, pero que esté bueno, y no por el simple hecho de hacer un tema cualquiera, terminar haciendo cualquier cosa, meterle un par de arreglos de ukeleles, y pensar que ya está la canción. Es una banda joven, con muchas ganas, que recién empieza.
─¿Qué expectativas tienen para el próximo Festicultural Elepepé?
─Nos encanta la idea. Todo suma. Por ahí nos escucha gente que no nos conoce. Por ahí llegan a nuestros discos. Nuestro principio es compartir. Queremos divertirnos y que la gente la pase bien. Escuchar bandas nuevas. Es la fecha de cierre de año.