Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón (Coyoacán, 1907 – ibíd., 1954) fue una pintora y poetisa mexicana. De descendencia judeohúngara, española e indígena, Frida fue la tercera de las cuatro hijas de Matilde Calderón y del fotógrafo judío-alemán Guillermo Kahlo. Su juventud sufrida, sus amistades y amoríos, su visión feminista del mundo y su estilo de vida marcado por la política la llevarían a convertirse, posteriormente, en la pintora más renombrada del siglo XX y en la figura más conocida del arte mexicano.
Frida sufrió 30 intervenciones quirúrgicas a lo largo de su vida, y en medio de ese tiempo, empezó a pintar. A sus 22 años se casó con el muralista mexicano Diego Rivera, veinte años mayor que ella, y ambos compartieron el resto de su vida juntos entre divorcios, una segunda boda, amantes compartidos y no compartidos, separaciones y reencuentros. Viajó por el mundo y nunca dejó de vestir sus trajes indígenas que hoy son la marca de su identidad. Conoció a Pablo Picasso y André Bretón, fue amiga del revolucionario ruso León Trotsky y del poeta Pablo Neruda, y su casa siempre fue el nicho de pasaje de grandes artistas, directores de cine, políticos y fotógrafos.
En la 5° edición de Grandes personalidades femeninas de Argentina y América Latina, homenajeamos a Frida Kahlo, pintora latinoamericana que apostó por un estilo de vida sincero a sus pasiones, a sus gustos sexuales y artísticos, y a sus intereses políticos. Un estilo de vida revolucionario, orgulloso de su descendencia mexicana que conservó frente a una creciente americanización, todo en el contexto de una Latinoamérica conservadora y patriarcal y en un México que recién se estabilizaba después de los primeros años de la Revolución Mexicana.
Frida y la Revolución Mexicana
Pocos años después del nacimiento de Frida tendría lugar el acontecimiento político y social más importante del siglo XX en México: la Revolución Mexicana. Desde 1876 México vivía la dictadura del general Porfirio Díaz, conocida como “Porfiriato”. En 1910 (año en el que se sitúa el comienzo de la revolución por la proclama del Plan de San Luis, llevada a cabo por Francisco I Madero, opositor al gobierno de Díaz, que llamó a tomar las armas contra el gobierno del dictador), comenzó la llamada Revolución Mexicana.
Madero tenía grandes diferencias con otros líderes revolucionarios, como Emiliano Zapata y Pascual Orozco, que se levantaron en contra de su nuevo gobierno. Así, tras enfrentamientos, golpes de Estado, un levantamiento militar conocido como “Decena Trágica” que terminó con el asesinato de Madero, y la intervención norteamericana, la Revolución Mexicana se extendió hasta 1920, aproximadamente y con sus salvedades, y se llevó consigo la vida de los principales jefes revolucionarios: Zapata en 1919, Carranza en 1920, Villa en 1923 y Obregón en 1928 .
El nacionalismo fue una pieza necesaria para reconstruir al país y afianzar a los nuevos dirigentes tras los años agitados de la Revolución. El gobierno de Álvaro Obregón pretendió, por esos años, crear una línea de unión entre el Estado, las clases medias y las nacientes organizaciones agrarias y obreras. Frida es una muestra fundamental del orgullo mexicano de la época que se enfrentaba a la creciente americanización que se estaba dando a nivel Occidental, pero que tenía fuerte importancia en México, donde Estados Unidos había intervenido durante los años de la Revolución.
Esto se podía ver en la vestimenta típica de las mujeres del istmo de Tehuantepec, región del estado mexicano de Oazaca, con la que se la recuerda en sus fotos: faldas largas con encajes, llamativos bordados de colores vivos, a lo que siempre sumaba la corona de flores en su cabeza. Esta época era, para las mujeres mexicanas, una época de doble dominación: relegadas a las sombras de sus esposos por una sociedad patriarcal y heterosexista, por un lado, y marginadas hacia roles domésticos, por el otro. Pero Frida usó esa marginalidad para unir los retazos de su vida en pedazos con los retazos de una política que moría y nacía en México, y a través de su pintura, luchó por dar visibilidad a las mujeres.
A los trece años, la artista había comenzado a militar en organizaciones estudiantiles de izquierda, y a los diecisiete ya formaba parte de la Juventud Comunista. El arte fue una herramienta fundamental para alcanzar los fines de este nuevo nacionalismo que intentaba unir una sociedad que se recuperaba de unos años sangrientos. Muchos artistas se comprometieron con la nueva causa, y entre ellos estuvieron Diego Rivera y Frida Kahlo, y convirtieron a la pintura en la máxima expresión de un sentimiento de respaldo a todos los mexicanos frente a los trágicos acontecimientos vividos.
El muralismo fue muy importante ya que los artistas intervinieron en muchos de los principales edificios públicos de México y no temieron marcar en ellos la historia de su país y las influencias de las clases populares. El elemento indígena y los símbolos de la cultura prehispánica, por ejemplo, son recurrentes en su obra, como se aprecia en el cuadro Mi nana y yo (1937) en donde una mujer indígena con el rostro tapado por una máscara alimenta, desde uno de sus propios senos, a una Frida que descansa en sus brazos.
Frida es una muestra fundamental del orgullo mexicano de la época que se enfrentaba a la creciente americanización que se estaba dando a nivel Occidental, pero que tenía fuerte importancia en México, donde Estados Unidos había intervenido durante los años de la Revolución. Esta época era, para las mujeres mexicanas, una época de doble dominación: relegadas a las sombras de sus esposos por una sociedad patriarcal y heterosexista, por un lado, y marginadas hacia roles domésticos, por el otro.
Hayden Herrera, una de las biógrafas de Frida, opina sobre este cuadro: “[…]hace patente su fe en la continuidad de la cultura mexicana, en la idea de que el antiguo patrimonio de México renace con cada nueva generación y de que Frida, como artista adulta, seguía siendo nutrida por su ascendencia indígena. Funde lo que ella siente acerca de la propia vida con el énfasis que la cultura precolombina ponía en la magia y el rito, el paso cíclico del tiempo, el concepto de la cooperación entre las fuerzas cósmicas y biológicas y la importancia de la fertilidad”.
“Lo único que sé es que pinto porque lo necesito”.
La vida de Frida Kahlo fue una vida llena de sufrimiento. A los seis años contrajo poliomielitis, enfermedad que le dejaría la pierna y el pie derecho deformados, y tuvo que pasar nueve meses en cama. A sus dieciséis años, mientras se dirigía a la escuela en compañía de su novio, Alejandro Gómez Arias, el medio de transporte en el que viajaban fue arrollado por un tren y Frida resultó ser una de las víctimas más afectadas. Su columna se quebró en tres partes, así como tres de sus costillas, la clavícula y su hueso púbico quedaron.
Este accidente obligó a Frida a vivir acostada o en silla de ruedas, con un corsé de yeso, y es en este tiempo que comienza a pensar en la pintura como un modo de alejarse de tanto sufrimiento. Esto se puede apreciar en obras como La Columna rota (1944) en la que ella misma aparece retratada con un aparato ortopédico de metal y con el cuerpo abierto mostrando una columna rota en lugar de la columna vertebral. Después de varios años en los que la artista pintaba “para pasar el tiempo”, finalmente, Frida pudo recuperarse casi por completo.
Diego Rivera, muralista, comunista y veintiún años mayor que ella, fue una gran marca en su vida y la causa de su gran sufrimiento emocional. El 21 de agosto de 1929 se casaron en el Ayuntamiento de Coyocán en lo que sería “el segundo gran accidente” de su vida, como ella misma lo diría años después. Ambos se enriquecieron artísticamente desde la visión del otro, y ambos sufrieron la convivencia monstruosa con el otro.
Frida perdió tres embarazos, el último en 1934, cuando decide que nunca sería una madre. Ese fue el año en el que descubrió que Diego le había sido infiel varias veces. En la lista de esos engaños estaba el nombre de su hermana pequeña, Cristina, y ese fue el punto decisivo para decidir divorciarse. Frida comenzó sus años de descubrimiento sexual con amantes como Isamu Noguchi, León Trotsky, y Jacqueline Lamba, la esposa de André Breton.
Aunque llevó muchos años en la marginalidad mexicana, su pintura comenzó a trascender por su fuerte defensa del folklore del país frente a los modelos europeos que se habían transnacionalizado. Sus autorretratos comenzaron a ser famosos y ella explicó: “Pinto autorretratos porque estoy sola muy a menudo y porque soy la persona que más conozco”. En 1939 Diego pidió a Frida que se casaran de nuevo, petición que aceptó bajo una serie de condiciones: que ella se mantendría independientemente con la venta de sus obras, que pagaría la mitad de los gastos de la casa y que no mantendrían relaciones sexuales. Él aceptó.
La vida de Frida Kahlo fue una vida llena de sufrimiento. Diego Rivera, muralista, comunista y veintiún años mayor que ella, fue una gran marca en su vida y la causa de su gran sufrimiento emocional. Frida perdió tres embarazos, el último en 1934, cuando decide que nunca sería una madre. Ese fue el año en el que descubrió que Diego le había sido infiel varias veces. En la lista de esos engaños estaba el nombre de su hermana pequeña, Cristina, y ese fue el punto decisivo para decidir divorciarse.
Su arte sería diferente a partir de esta época: una vida más rutinaria, un arte más armonioso. Cuando cumplió cuarenta, su salud empeoró y empiezó a pensar en el suicidio, idea que siempre le había dado vueltas por su cabeza. Finalmente el destino se adelantó a sus ideas, y la noche del 13 de julio de 1954, Frida enfermó de neumonía y falleció. Su cuerpo fue incinerado, como fueron siempre sus deseos, y las cenizas descansan en un jarrón precolombino en la casa que Frida compartió con Rivera.
Homenajeemos a Frida
Frida también sufrió la cultura dominante de su época y su arte fue ignorado por la sociedad a la que tanto dio. Muchos de los acontecimientos mencionados de su vida la llevaron a crear un estilo de arte feminista en un México donde las mujeres aún no tenían puestos en el gobierno ni trabajos por fuera de la casa o de la iglesia. Ella siempre compartió la simpatía de la causa con las mujeres.
Centró sus obras de arte en el interior de las mujeres y se fijó, principalmente, en sus propios sentimientos y sensibilidades. Su estética se enfocó en el sufrimiento y su obra es el mejor reflejo de una vida llena de dolor. Quizás Las dos Fridas (1939) es el cuadro que más refleja ese dolor: a la izquierda, una Frida con una abertura alrededor de su corazón y la sangre que gotea sobre su vestido blanco tiñen la imagen de su dolor amoroso para toda su vida; y una segunda Frida, a la derecha, que la toma de la mano y se conectan por la vía intravenosa.
La vida de Frida Kahlo merece numerosos apartados: cada etapa de su vida marca las diferentes etapas de su pintura, los estilos con los que sublimó su sufrimiento, y el reflejo de una historia surcada por el amor, la desidia sentimental y le compromiso político se encuentra en cada una de sus pinturas. Es por todo esto que homenajeamos a Frida Kahlo como una de las mujeres más influyentes del siglo XX latinoamericano, luchadora y activista por la visibilidad de las mujeres en una sociedad conservadora y machista. Una artista que comprendía que el arte y la política son inseparables y que no temió usar sus pinturas para expresar los peores sufrimientos humanos, muchos de ellos, los de su propia vida.
Frida también sufrió la cultura dominante de su época y su arte fue ignorado por la sociedad a la que tanto dio. Muchos de los acontecimientos mencionados de su vida la llevaron a crear un estilo de arte feminista en un México donde las mujeres aún no tenían puestos en el gobierno ni trabajos por fuera de la casa o la iglesia.
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