El domingo pasado hubo un encuentro multitudinario en Parque Centenario encabezado por el ex ministro de Economía y actual diputado de la CABA, Axel Kicillof, donde se desarrolló una charla abierta y debates en torno a las medidas económicas recientemente implementadas por el gobierno de Mauricio Macri.
El domingo pasado a las 16 hs. en el Parque Centenario de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, tuvo lugar un importante acontecimiento social, político y comunicacional que, lamentablemente, fue reproducido por muy pocos medios de comunicación. Como producto del arduo trabajo territorial que han encarado algunos de los exponentes más reconocidos del Frente Para la Victoria (FPV) desde la campaña electoral hasta la fecha –tal es el caso de Axel Kicillof, Mariano Recalde o Gabriela Cerruti–, algunos vecinos del barrio expresaron una plausible petición a la militancia kirchnerista: organizar un encuentro a modo de charla abierta para esclarecer algunas cuestiones en torno a las medidas económicas recientemente implementadas por la actual gestión de Mauricio Macri y anunciadas el pasado miércoles por el Ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat Gay.
El encuentro no aspiraba a una convocatoria masiva, ni pretendía ir mucho más allá de los límites territoriales del barrio en cuestión. Sin embargo, el boca a boca y la organización a través de las redes sociales, hicieron posible que asistieran miles de personas entre militantes, miembros de organizaciones sociales, movimientos populares y auto-convocados. Así, el Parque Centenario, inesperadamente, quedó chico. La cantidad estimada ronda las 10.000 personas, para precisar cifras (algo que a partir de ahora, parece, ya no estará de moda).
El encuentro no aspiraba a una convocatoria masiva, ni pretendía ir mucho más allá de los límites territoriales del barrio en cuestión. Sin embargo, el boca a boca y la organización a través de las redes sociales, hicieron posible que asistieran miles de personas entre militantes, miembros de organizaciones sociales, movimientos populares y auto-convocados. Así, el Parque Centenario, inesperadamente, quedó chico.
Si bien se contó con el apoyo incondicional de la joven militancia kirchnerista, el encuentro no estaba destinado exclusivamente a sus miembros sino a todos los que se acercaron esa tarde en busca de esclarecimientos y argumentos sólidos en materia de economía, un elemento imprescindible a la hora de dar discusión y entrar en debate con el ciudadano de a pie. Es por eso que luego de una efusiva introducción propia de los discursos netamente militantes, Kicillof pidió a la plaza: «Por favor, permítanme hacer una breve exposición, déjenme hablar un poquito de economía para tener material y para poder explicar».
Lo primero que puntualizó el ex Ministro de Economía (luego de identificarse a sí mismo –no sin humor– como una “especie en extinción” dado que ese cargo ya no existe en el actual gabinete y ha sido reemplazado por el primer eufemismo esgrimido por Macri: Ministerio de Hacienda y Finanzas), fue en qué condiciones entregó el país la gestión anterior en materia económica: «La economía está creciendo, no hay hiperinflación, la inflación se está desacelerando, las reservas están sólidas, y el déficit fiscal no está descontrolado, de modo tal que si el gobierno de Macri quiere hacer el ajuste, quiere crear recesión, quiere bajar los salarios, es porque esa es la vocación de su gobierno y de quienes quiere representar, no porque le haya dejado algún problema el gobierno anterior. Que no pongan excusas, que no mientan más, que se hagan cargo de sus acciones, que se saquen la máscara y digan lo que quieren hacer, porque ganaron con el 51%, pero sin decir que venían a bajar salarios y a crear desempleo».
Por otra parte, aludió a las constantes acusaciones de autoritarismo y crispación que recibieron por parte de la antigua oposición (hoy gestión), y distinguió entre dos nociones muy barajadas en tiempos de campaña y aún por estos días: conflicto y diálogo. ¿De qué hablamos cuando hablamos de estas cosas? Sin lugar a dudas han sido dos recursos retóricos decisivos que se incluyeron en los discursos de campaña con grandes resultados, pues, al parecer han impulsado a más de un votante a colocar en la urna la boleta de Cambiemos. «La economía es un campo donde siempre hay intereses contrapuestos; no hay forma, en economía, de tomar una medida que deje contento a todo el mundo. Es un campo, también, donde reinan las presiones. El problema no es la voluntad de dialogar, los modales o las buenas costumbres. Muchas veces, en economía, hay que tomar decisiones y siempre hay intereses contrapuestos, pero muchas veces, cuando se tiene vocación de representar al pueblo, a la gente, a los trabajadores, a los vulnerables, hay que tomar decisiones que son duras porque contradicen los intereses de unas pequeñas minorías poderosas. Y eso no significa que haya crispación o vocación de enfrentamiento. ¿Cuál es la forma de estar bien con esos sectores sumamente poderosos, concentrados, que dominan los mercados mundiales? Cuando hay que tomar decisiones en contra de esos intereses y a favor de las mayorías, no es cuestión de querer provocar un conflicto. El conflicto de intereses existe; el problema es que para tomar esas decisiones hay que tener vocación de representar al pueblo y enfrentar a quienes haya que enfrentar». Pero también aludió a la idea de diálogo, advirtiendo: «Dialogar es hacerle caso a los poderosos. Eso es lo que ellos llaman dialogar».
Luego puntualizó las medidas implementadas por el actual gobierno de Mauricio Macri, y detalló –en su rol de economista– cuál será el impacto que dichas políticas tendrán concretamente sobre el poder adquisitivo de la clase trabajadora (algo que sospechosamente parecen haber pasado por alto los nuevos muchachos en el poder). Kicillof sostuvo: «Si un gobierno piensa devaluar fuertemente la moneda, obviamente lo que está haciendo es bajar la demanda de dólares, entonces ¿para qué endeudarse? Resulta contradictorio. ¿Para qué contraer una deuda de 20 mil millones de dólares? Si se apunta a la devaluación y a un endeudamiento, entonces ¿para qué además bajar o quitar las retenciones?, ¿para qué abrir a las importaciones/exportaciones? Parece un festín a la vista de todo el mundo. ¿Todo junto querían hacer?». Y aprovechó para hacer memoria, retomando medidas que el pueblo argentino ya ha experimentado en el pasado: «Aquellos planes en los que se devaluó muy fuerte y se bajaron las retenciones, tuvieron un solo resultado: el incremento del costo de los alimentos de la canasta básica familiar para los 42 millones de argentinos. Esto puede servir a unos pocos, pero indudablemente perjudica a las mayorías».
También explicó que la devaluación como medida económica (anunciada solapadamente bajo el nombre de “fin del cepo”), no puede ser tomada aisladamente si lo que se intenta es preservar el poder adquisitivo y el bienestar de las mayorías. Para ilustrar esto colocó el ejemplo de la corrida cambiaria que él mismo debió sortear al frente del Ministerio de Economía durante la crisis económica global que afectó aún a las principales potencias mundiales: «Las devaluaciones son inflacionarias. Cuando a nosotros nos tocó tener una corrida cambiaria, ni bien detectamos esos intentos de devaluación, los combatimos e inmediatamente implementamos una batería de medidas para que, si había un movimiento en el tipo de cambio, eso no afectara a las clases populares. Para eso hubo que crear el Ahora 12, Precios Cuidados, PROGRESAR, PROCREAR, PROCREAUTO, e impedir a los banqueros que fijaran cualquier tasa de interés a los préstamos, una medida que estaba planteada en la reforma de la Carta Magna del Banco Central y que Macri acaba de echar para atrás».
A partir de esos señalamientos, Kicillof explicitó desde la teoría económica keynesiana el círculo virtuoso al que apuntaban las medidas económicas implementadas en la gestión de Cristina Fernández de Kirchner a fin de incrementar la demanda, y contrastó esta visión con las perspectivas provenientes de la teoría liberal clásica a la que siempre adscribió la derecha. «Durante años, los economistas de la derecha nos enseñaron que primero la economía debía crecer para después –cuando hubiese crecido lo suficiente, al nivel de Alemania, Suiza o Estados Unidos– recién ahí tenía que empezar a ocuparse de la distribución de la riqueza, y entonces, la distribución del ingreso no llegaba nunca. ¿Qué es lo que hicieron Néstor y Cristina? Dieron vuelta la tortilla y empezaron por la redistribución de la riqueza, dándole a los que menos tenían, ocupándose de los que nadie se ocupaba, aumentando el salario mínimo, vital y móvil, las jubilaciones y las asignaciones. Y así dieron clase de teoría económica. No soy yo quien tiene que estar acá; son ellos. Ellos refutaron a los liberales que decían que nunca llegaba la hora de los pueblos porque había que crecer y darle a los que más tenían. Ellos demostraron que redistribuir los ingresos no era clientelismo ni eran dádivas, sino la mejor política económica de crecimiento que podía tener la Argentina, porque cuando se inyectaban recursos por abajo en las clases populares, esto generaba demanda, y esa demanda generaba mercado, y ese mercado daba lugar a la producción, y esa producción daba lugar a mayor empleo, y ese empleo a su vez aumentaba la demanda y, por ende, el crecimiento económico».
«Néstor y Cristina refutaron a los liberales que decían que nunca llegaba la hora de los pueblos porque había que crecer y darle a los que más tenían. Ellos demostraron que redistribuir los ingresos no era clientelismo ni eran dádivas, sino la mejor política económica de crecimiento que podía tener la Argentina, porque cuando se inyectaban recursos por abajo en las clases populares, esto generaba demanda, y esa demanda generaba mercado, y ese mercado daba lugar a la producción, y esa producción daba lugar a mayor empleo, y ese empleo a su vez aumentaba la demanda y, por ende, el crecimiento económico»
Además, el diputado del FPV dejó en claro cuál debe ser, conforme a sus convicciones políticas e ideológicas, el rol de un Estado: «No se puede gobernar estafando a la gente. El Estado debe estar al servicio de las mayorías y no al servicio de las corporaciones».
Por último, recordó el aniversario de aquellos trágicos episodios que tuvieron lugar el 19 y 20 de diciembre de 2001 a raíz de la cruenta represión llevada a cabo por la Alianza, con Fernando De la Rúa a la cabeza. «Tenemos que recordar a los compañeros caídos por la represión del gobierno de De la Rúa, de la Alianza; otra alianza que, como dijo el compañero Máximo Kirchner, cerró las cuentas con la gente afuera y con represión. Lo que ocurrió en el 2001 no fue otra cosa que el resultado de políticas como las que hasta ahora se han tomado, pero esperemos que muestren otra cosa, que reorienten sus políticas y anuncien aunque sea una sola medida a favor del pueblo».
Finalmente, a modo de cierre, dejó un mensaje de arenga para el 49% de argentinos que votó por la continuidad del proyecto nacional, popular y democrático: «Me preguntaban qué hacer. Tenemos que juntarnos, tenemos que organizarnos, tenemos que movilizarnos. No nos van a callar. Vamos a tener paciencia. Somos democráticos. Queremos libertad de expresión. Queremos que nuestra voz se oiga. Hay un 49% de la Argentina que votó por más políticas de crecimiento e inclusión social, por más derechos, por menos desempleo, por más bienestar y justicia social, por más industria argentina, por menos deuda externa, por más soberanía económica, por más independencia (…) Nosotros no nos vamos a olvidar de la gente. Vamos a acompañar desde todos los lugares: en la calle, en los barrios, en el Congreso Nacional, en las organizaciones, en los movimientos sociales, ampliamente, con todos los que se reconozcan como nacionales, populares y democráticos».
«Tenemos que juntarnos, tenemos que organizarnos, tenemos que movilizarnos. No nos van a callar. Vamos a tener paciencia. Somos democráticos. Queremos libertad de expresión. Queremos que nuestra voz se oiga. Hay un 49% de la Argentina que votó por más políticas de crecimiento e inclusión social, por más derechos, por menos desempleo, por más bienestar y justicia social, por más industria argentina, por menos deuda externa, por más soberanía económica, por más independencia»
Lo que ocurrió el pasado domingo en el Parque Centenario no sólo fue un hecho memorable desde la arista político-social, sino que se trató de un acontecimiento inédito en materia comunicacional, digno de ser observado a la lente de analistas y expertos en el campo. Frente al blindaje mediático y el apagón informativo denunciado en los escasísimos foros que aún resisten (denuncias por ningún medio masivo replicadas), el 49% del pueblo argentino que apostó por un proyecto nacional y popular y rechazó de antemano la batería de medidas neoliberales harto anunciadas en campaña y finalmente implementadas desde la semana pasada por la gestión de Mauricio Macri, decide reunirse en una plaza de la Capital Federal para discutir acerca de algo tan intrincado y aparentemente complejo como la economía, al mejor estilo de una clase abierta con claros momentos de arenga militante. Lo que está ocurriendo aquí no es un hecho aislado, porque durante los últimos días se han registrado varias convocatorias a nivel nacional por parte de distintas organizaciones sociales y agrupaciones militantes en defensa de los derechos adquiridos (tal es el caso de la marcha convocada en varios centros urbanos el día jueves, en repudio a los decretos macristas que atentan contra la aplicación de la LSCA y la autarquía de los organismos de AFSCA y AFTIC).
Lo que ocurrió el pasado domingo en el Parque Centenario no sólo fue un hecho memorable desde la arista político-social, sino que se trató de un acontecimiento inédito en materia comunicacional, digno de ser observado a la lente de analistas y expertos en el campo.
Finalmente, lo que puede observarse en este tipo de manifestaciones populares es un desplazamiento de las discusiones desde el espacio público mediático (con su gran carga de virtualidad y cierta fragilidad en los compromisos) hacia espacios mucho más concretos como la plaza pública (con un mayor nivel de compromiso que va desde el solo acto de poner el cuerpo en una marcha, hasta corear los cánticos colectivos o –y esto es lo más importante– participar activamente en las discusiones y por qué no en la toma de decisiones). Indudablemente estamos asistiendo a nuevas formas de hacer política, a nuevos modos de compromiso con las causas populares y con los propios derechos, a nuevos modos de participación colectiva, a nuevos enfoques del debate ideológico. Hoy muchos argentinos están apostando a un mayor involucramiento en el terreno político, donde ya no basta con poner una boleta en la urna sino que se requieren otro tipo de compromisos, otro nivel de participación. Cuando las anchas avenidas de los medios masivos se cierran, millones de canales, callejuelas, callejones y grietas se abren; sólo es preciso atreverse a recorrerlos.