Con la intención de desmitificar la idea de que los derechos humanos pertenecen al pasado y la memoria es algo que debería quedar en el olvido, el ciclo “Los derechos humanos son ahora” intenta recuperar testimonios, crónicas o entrevistas que indaguen su importancia y vigencia en la realidad actual.
La Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI) nace hace casi 25 años con el fin de denunciar que la represión aún pisaba fuerte en un país que la creía olvidada con la vuelta a la democracia. Casos como el de Walter Bulacio, Miguel Bru, la masacre de Budge, entre otros tantos se comenzaron a sumar a los índices de gatillo fácil, torturas y desapariciones que se siguen acrecentando año a año desde 1983. En esta nueva edición de “Los derechos humanos son ahora” conversamos con Lucía Sánchez Vilar, una de las militantes de CORREPI. “Nuestro planteo es que en un estado democrático en el marco del capitalismo, las fuerzas de seguridad no pueden superar su límite histórico que es la función social de la represión”, sentencia.
— ¿Por qué crees que es importante seguir luchando por los derechos humanos en la actualidad?
— El año próximo se cumplen 40 años del golpe cívico-militar y también, podemos decir, que se van a cumplir 25 años del movimiento antirrepresivo en democracia, debido al asesinato de Walter Bulacio en 1991. Fue el caso que provocó las primeras movilizaciones masivas de jóvenes en todo el país pidiendo castigo a los asesinos y denunciando que no era solamente un policía sino que era toda una institución que los perseguía y los asesinaba todos los días. Ese paralelismo no es inocente, en el sentido que al restaurar la democracia, el discurso que muchas personas honestas creyeron y abrazaron era que una vez terminada la dictadura, la represión era algo que nunca más íbamos a ver. A los pocos años nos dimos cuenta de que eso no era real. Se comenzaron a dar un montón de hechos represivos, fundamentalmente dirigidos a los jóvenes que viven en los barrios populares, con el hostigamiento constante, gatillo fácil, torturas en cárceles de comisarías y desapariciones. También comenzaron a hacerse visibles una serie de compañeros trabajadores y militantes asesinados en movilizaciones. En total desde 1983 hasta hoy, contamos más de 4.400 personas que murieron en manos del estado, 69 son los compañeros asesinados en movilizaciones, y más de 2500 los pibes que fueron víctimas de gatillo fácil. En los más de 30 años en democracia hay más de 200 personas desaparecidas. En ese sentido, la realidad nos obliga a seguir luchando por los derechos humanos, o como nosotros nos sentimos más cómodos, nos obliga a encarar una lucha antirrepresiva. Esa realidad que está definida fundamentalmente por un estado que no es que elige reprimir o no, sino que no pude dejar de reprimir.
En total desde 1983 hasta hoy, contamos más de 4.400 personas que murieron en manos del estado, 69 son los compañeros asesinados en movilizaciones, y más de 2500 los pibes que fueron víctimas de gatillo fácil. En los más de 30 años en democracia hay más de 200 personas desaparecidas.
— ¿Cómo fueron los inicios de CORREPI?
— CORREPI es conformada por poquísimos compañeros que discutían con el discurso oficial que planteaba que en democracia no había represión. Los compañeros empiezan a ver una sucesión de hechos, y empiezan a entender que no estaban aislados, porque tenían que ver con una política de estado, que es necesaria para su existencia porque no puede dejar de usar sus fuerzas de seguridad para controlar y eliminar a la gran mayoría del pueblo trabajador, que son básicamente los que generan las ganancias de las cuales viven los sectores que influyen al poder en este país y que las fuerzas de seguridad siempre han protegido. Más allá de eso, muchas veces el discurso oficial actual dice que el policía que mató tal o cual pibe es un resabio de la dictadura, pero antes de la última dictadura también existía la represión en democracia como política de estado. Lo que los compañeros a fines de los ‘80 planteaban es que la represión seguía existiendo, pero a diferencia de la dictadura, ahora el objetivo era discriminar y controlar a ese joven de barrio que cargaba sobre sus hombros un modelo económico que había venido a implantar ese mismo golpe militar. Es decir, era ese pibe de barrio que sufría las limitaciones de un modelo económico que vino a sesionar y limitar las posibilidades de su vida. De esas 4.400 personas asesinadas en democracia la mayoría son jóvenes de 18 a 25 años, exactamente el 65% de los casos, y la gran mayoría son pibes pobres. Entonces, estos compañeros empiezan a transitar este camino y les toca dar la discusión de que el gatillo fácil también es represión, porque la represión también se valía de los métodos que utiliza la policía en los barrios. Al no encontrar una recepción de las organizaciones de derechos humanos en esa época, empiezan a conformarse como organización antirrepresiva con una política de denuncia constante contra la represión del estado. Por supuesto, el caso de Walter Bulacio fue el caso que terminó de consolidar a CORREPI como organización antirrepresiva.
— ¿Cuándo y por qué te sumaste?
— Milito en esta organización desde que tengo 18 años, como muchos compañeros, no vivimos las jornadas del 19 y 20 de Diciembre del 2001 en las calles, sino que éramos muy chicos como para estar tomando partido en ese momento. Sí lo que vivimos es al gobierno kirchnerista como el primero del cual tenemos conciencia. En un contexto general de un gobierno que tiene una política para interpelar a la juventud y a la militancia como si no existiera otra. En ese camino, todos los jóvenes que hoy por hoy militan de alguna forma anticapitalista, han tenido que transitar un camino mucho más complicado hasta llegar al punto en donde estamos hoy. Hubiera sido mucho más sencillo sumarse al aparato kirchnerista porque cuentan con recursos, el apoyo estatal y el de las fuerzas de seguridad en algunos casos. A mí lo que me motivó es también una confrontación con ese discurso de derechos humanos que plantea el gobierno kirchnerista.
— Pensando en las fuerzas de seguridad, ¿cómo crees que debería ser su rol en un estado democrático?
— Es una pregunta muy interesante. Nuestro planteo es que en un estado democrático en el marco del capitalismo, las fuerzas de seguridad no pueden superar su límite histórico que es la función social de la represión. A lo largo de la historia y en todo el mundo, se han reglamentado distintos proyectos, recursos o lo que se nos ocurra para “humanizar” a las fuerzas de seguridad. En Argentina las cúpulas corridas de la policía y de todas las fuerzas que se nos ocurran son infinitas, pero vemos que ninguna de esas medidas influyen en las consecuencias represivas, es decir, le podemos lavar la cara a las fuerzas de seguridad pero siguen reprimiendo. Por ejemplo el caso de Rodrigo Corzo es muy paradigmático, tenía 23 años y fue asesinado en Morón en el 2006, quién fusiló a Rodrigo era un policía que tenía un promedio de 9.9 en su carrera policíaca y era el encargado de dictar clases de derechos humanos en la policía federal. Pero cuando el policía aprieta el gatillo, porque está entrenado para identificar a un enemigo y eliminarlo, no se pone a defender los derechos humanos. Entonces, dentro de los marcos del capitalismo, aún en un contexto democrático, las fuerzas de seguridad no tienen otra función que la de reprimir.
— Para ustedes, ¿en un contexto no capitalista no existirían las fuerzas de seguridad?
— Nosotros somos una organización de base que tiene sus acuerdos básicos y eso es lo que nos permite militar en conjunto contra la represión en general. CORREPI no tiene un programa de superación capitalista porque no es lo que le corresponde, ese programa lo tienen algunos partidos políticos.
En Argentina las cúpulas corridas de la policía y de todas las fuerzas son infinitas, pero vemos que ninguna de esas medidas influyen en las consecuencias represivas, es decir, le podemos lavar la cara a las fuerzas de seguridad pero siguen reprimiendo.
— Actualmente, ¿con qué tipo de actividades están trabajando desde CORREPI?
— Tenemos actividades en distintos frentes. Actualmente venimos de toda una seguidilla de juicios, donde se han conseguido condenas más o menos favorables, a policías asesinos. Nos organizamos en determinados barrios de zona sur, norte y oeste, donde los compañeros de CORREPI se organizan en función de la intervención barrial que va desde una radio abierta, a un taller del “Manual del pequeño detenido”, hasta una jornada cultural o lo que pensemos que nos va a servir para llegar a ese objetivo que es plantar una semilla, y que el día de mañana puedan hacerse una pregunta y generar conciencia. En esta parte del año nos preparamos para presentar el Informe Anual sobre Represión, que es la actividad más importante que tenemos como organización. La realizamos todos los años en Plaza de Mayo, donde se informa sobre la situación represiva y presentamos un panorama más general de la represión y de los sectores de trabajadores que han sido reprimidos, o de las políticas estatales donde funciona esa represión: como las leyes antiterroristas, el ministerio de seguridad, etc.
— ¿A qué apuntan con su militancia?
— A que ese pibe que agacha la cabeza cuando ve un policía, se dé cuenta de que un policía no le puede pegar. Te cuento una anécdota puntual, una vez estaba dando una charla sobre el “Manual del pequeño detenido” en un colegio y un chico de 13 años levantó la mano y dijo: “Sé que es ilegal que la (policía) federal te pegue pero es legal que la gendarmería lo haga”, es decir, que este chico pensaba que si la gendarmería lo torturaba eso entraba en el marco de la legalidad, y además la legalidad entendida como lo que está bien. Entonces, esto es el disciplinamiento de un pibe llevado a cabo. Saber que nos fuimos de ese colegio, con un pibe que ese día se enteró que eso no podía ser, que él tenía que responder en la medida de sus posibilidades frente a la represión estatal, es a lo que apuntamos.
Desde los inicios del kirchnerismo, la discusión que teníamos con el gobierno y con sus militantes, era si había o no represión, pero los militantes la negaban de hecho. Entonces Carlos Fuentealba, Mariano Ferreyra y los pibes asesinados por métodos represivos en las barreras populares parecía que no existían.
— Volviendo a la relación con el gobierno actual y la creación de la Campaña Contra la Violencia Institucional, entiendo que CORREPI mantiene una posición crítica respecto a esta.
— La Campaña Contra la Violencia Institucional hay que enmarcarla en un cambio discursivo del gobierno. En junio del 2004, Néstor Kirchner afirma que no se iba a reprimir la protesta social “con esta policía de gatillo fácil”. Desde los inicios del kirchnerismo, la discusión que teníamos con el gobierno y con los militantes de las distintas organizaciones oficiales, era si había o no represión, pero los militantes la negaban de hecho. Entonces Carlos Fuentealba, Mariano Ferreyra y los pibes asesinados por métodos represivos en las barreras populares parecía que no existían. En paralelo, nosotros afirmábamos que no sólo había represión, sino que se duplicaban los índices de asesinatos. Desde el 2010, el gobierno comenzó a decir que sí había represión pero que su origen era por resabios de la dictadura, las manzanas podridas, los policías locos, etc. En ese contexto es que se lanza la Campaña Contra la Violencia Institucional. Y ahora lo que discutimos es que no es un resabio de la dictadura, sino que es una política estatal y que va a seguir sucediendo gobierne quien gobierne. Entonces, la creación de la Campaña es, por lo menos, engañosa. Los casos en donde nosotros hemos conseguido una condena judicial a un policía asesino han sido los que fueron acompañados de la organización independiente y la lucha consecuente, en cambio, la Campaña Contra la Violencia Institucional tiene una política de inserción en los barrios que hace que esas familias no se organicen, que sólo vayan por un camino judicial, pero lo que nosotros buscamos es la organización colectiva. Esta es una de las políticas que el estado se ve obligado a llevar adelante, porque no pudo sostener más su discurso de que no había represión. Si nosotros agarramos los índices que se dieron durante el mismo período que existió la Campaña Contra la Violencia Institucional, evidentemente no solucionó nada, hay más casos de gatillo fácil, hay más desaparecidos, hay más compañeros asesinados en movilizaciones. Lo cierto es que las políticas que se han dado para contrarrestar a la misma política estatal de represión han sido infinitamente menores a las otras, por ejemplo, la respuesta a la represión en el Parque Indoamericano no fue la creación de un ministerio de vivienda social sino que fue la creación de un ministerio de seguridad, que actualmente es el ministerio que recibe más dinero. Evidentemente las políticas estatales han estado más enfocadas a garantizar la represión que a contrarrestarlas.
— Dentro del mismo estado, evidentemente, hay ciertas contradicciones que permiten que existan en paralelo tanto la Campaña Contra la Violencia Institucional como las fuerzas represivas que reprimen al pueblo. En relación a esto, ¿qué análisis hacen?
— Siempre que existen contradicciones, hay una relación entre por lo menos dos puntas y esa relación nunca es igualitaria. No podemos comparar la Campaña Contra la Violencia Institucional a toda la estructura que ha sido creada justamente para centralizar las fuerzas de represión de éste país, entonces en esa relación de contradicciones siempre hay uno que lo define y es la que garantiza la represión estatal, porque de otra forma el estado no se sostiene. Igualmente, no estamos de acuerdo con las lecturas esquemáticas, el consenso es otra de las grandes herramientas que utiliza el estado para construirse y seguir sosteniéndose, porque no están las grandes masas en la calle pidiendo que el estado capitalista no exista más, eso lo tenemos claro. Entonces una cosa se retroalimenta de la otra, entender al estado como sectores separados o en pugna, para nosotros es una visión errada, si hay dos partes siempre va a haber una relación, y en esa relación siempre va a haber una que domine en mayor medida a la otra.
Se pueden agarrar los programas de Daniel Scioli, Mauricio Macri, Sergio Massa y los partidos patronales, para dar cuenta de que las propuestas que tienen son las de mayor seguridad, que en términos prácticos es la de mayor represión para los que viven en los barrios.
— Pensando en las elecciones, ¿qué opinan que va a suceder en los próximos años pensando en estos ejes de represión, justicia y derechos humanos?
— En los últimos años, los trabajadores se ven enfrentados por el ajuste económico, esto se ha empezado a ver a través de muchas luchas y la respuesta a esa organización es la represión. Entonces, lo que nosotros analizamos es que frente a ese contexto de ajuste, la represión va a ser más cotidiana y sistemática. En ese contexto de cara a las elecciones, se pueden agarrar los programas de Daniel Scioli, Mauricio Macri, Sergio Massa y los partidos patronales, para dar cuenta de que las propuestas que tienen son las de mayor seguridad, que en términos prácticos es la de mayor represión para los que viven en los barrios. Frente a eso nosotros obviamente nos estamos organizando y seguimos luchando como lo hemos hecho en momentos en que también el panorama era terriblemente desfavorable, los `90 son un ejemplo de eso.
— En paralelo a esta idea que mencionabas de la inevitabilidad de que las fuerzas represivas actúen de ese modo, ¿qué objetivos buscan como organización en el contexto actual del país?
— Como lo sintetiza nuestra consiga apuntamos a la organización y a la lucha, y entendemos que esa organización independiente no sólo nos ayuda a cuestiones de poder meter en cana a un policía, sino que también nos enseña y nos hace aprender de forma colectiva, a transitar un camino en conjunto, porque en ninguna otra parte te enseñan a organizarse. El objetivo principal es la deslegitimación del estado y la construcción de conciencia, alrededor de que un policía no te puede pegar y que los vecinos se pueden organizar para salir a manifestarse. Esas cuestiones pequeñísimas en el día a día, pero que nunca abandonamos desde hace 25 años.
Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI)
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