Un nuevo despertar es de esos films atípicos que reúnen grandes nombres pero, aún así, no son el resultado de producciones archi-multi-mega-millonarias sino más bien de una juntada entre amigos con ganas de encarar un proyecto compatible con sus gustos (he aquí los privilegios de haberse hecho la fama sin nunca echarse a dormir). ¿Qué grandes nombres se reunieron para hacer esta película que oscila entre el drama y la comedia?
Para empezar, el director es el oscarizado Barry Levinson (Toys, Bugsy, Rain Man, Good morning, Vietnam), 6 veces nominado como Mejor Director y ganador en 1989 por Rain Man. El protagonista es nada más y nada menos que Al Pacino, otro hombre oscarizado (repasar su filmografía nos ocuparía la mitad del artículo), 7 veces nominado a Mejor Actor y ganador en 1992 por Perfume de mujer. Además, el film está basado en la trigésima novela de Philip Roth titulada La humillación, la cuarta de sus obras en ser adaptada para la gran pantalla. La adaptación estuvo a cargo de Buck Henry y Michal Zabede, y Pacino fue secundado por Greta Gerwig en el rol de Pegeen. El producto de este curioso cóctel de nombres importantes es –paradójicamente– una película realizada al estilo independiente, ya que todo comenzó con sólo tres hombres: Al Pacino, Barry Levinson y Buck Henry, quienes se ocuparon de crear una atmósfera íntima y cómoda para el trabajo. “Teníamos un presupuesto bajo y ese fue nuestro único obstáculo. Creo que a esta forma de rodar se le solía llamar cine de guerrilla”, cuenta Pacino. “Debido al presupuesto, a veces piensas que vas a tener que sacrificar algo al no contar con un equipo de 150 personas trabajando ni los recursos necesarios. Sin embargo, lo que ocurre es que te vuelvas más creativo”, confiesa el productor Jason Sosnoff.
Desde la perspectiva de los géneros cinematográficos, se trata de una película que oscila durante sus 112 minutos entre el tono dramático de Roth y el tinte cómico propuesto por Pacino y Levinson, entre la pena consternada y la risa incómoda, entre el delirio, el ensueño y la realidad más pura. Todo eso condensado en los extensos monólogos de Pacino, matizados por su pose de desconcierto.
La historia se centra en las experiencias de Simon Axler (Al Pacino), un famoso actor de teatro que sufre un bochornoso bloqueo sobre las tablas durante una función de Macbeth. Para salir de esa situación engorrosa, no tiene mejor idea que arrojarse del escenario; ese acto marcará el declive (y posible final) de su carrera. A partir de este hecho, él decide retirarse de la actuación y se enfrenta consigo mismo en su estado natural, despojado de la fama y la fortuna, lejos de éxito y la gloria, ya sin su maravilloso don. Al hallarse sin ese único talento, Simon caerá en una profunda depresión, pues no encuentra nada que pueda definirlo más allá de sus dotes interpretativas. “Supongo que todas las personas se encuentran con los mismos obstáculos a medida que van madurando y envejeciendo. ¿Qué hago ahora? ¿A dónde voy? ¿Cuál es la razón? ¿Por qué no veo las cosas de la misma manera? ¿Cómo he llegado hasta aquí? ¿Cuándo y por qué ha ocurrido esto? A veces dejamos de preguntarnos cosas importantes y simplemente nos dejamos llevar. De pronto, todo se detiene, giramos la cabeza y descubrimos el paisaje real”, explica Pacino.
Luego de haber pasado un período en un centro mental y haber hacho algunas amistades peculiares, Simon regresa a su casa y en medio de su crisis aparece en escena una antigua conocida: Pegeen Mike Stapleford (Greta Gerwig), la hija de una vieja pareja de actores que solían ser colegas y amigos de Simon. La joven aparece para reavivar al protagonista y recordarle que no todo tiene que tender indefectiblemente hacia la decadencia, que hay una vida después de la humillación. Con su llegada todo parece repuntar, pero ciertas conductas de esta mujer que pasó por una experiencia de lesbianismo durante 16 años para volver a un amor idílico de juventud (edípico en cierta forma), lo desconciertan. La incorporación de Pegeen en la trama abre otras líneas narrativas, muy interesantes pero que a lo largo del relato van olvidándose o bien desdibujándose; una multitud de “dementes” desfilará por la puerta de la casa de Simon, personajes de un gran potencial cómico aunque no del todo explotado en la historia. Pacino y Gerwig tienen mucha química en pantalla y parecen entenderse bien.
El film oscila permanentemente entre el drama y la comedia: por momentos logra cierta intensidad de la mano de los parlamentos en boca de Pacino, y de pronto aparecen algunas chispas de esa ridiculización algo exacerbada. Sin embargo, el film está teñido de cierta monotonía, de cierto tinte grisáceo que por su misma mixtura no llega a definirse nunca. La gravedad y la seriedad inundan el relato y asfixian los tímidos pasos de comedia (las breves intervenciones de la desquiciada Sybil interpretada por Nina Arianda pudieron haber sido mejor aprovechadas).
La historia es buena y tiene potencial, pero quizás se ha desaprovechado la posibilidad de continuar con algunas líneas narrativas interesantes por fuera de la ridiculización y la decadencia del personaje principal. Aún así, se trata de un film que en su austeridad apuesta a un tono distinto, novedoso, un tono que no logra encontrar el mismísimo Pacino (quien quizás comparte algunos rasgos con su personaje) pero que sí se vislumbra en el relato final, aunque de modo fragmentado. Al Pacino no es malo, todos lo sabemos. Es grande y majestuoso en su actuación, pero a veces da la sensación de que es demasiado consciente de ese talento, de que siempre termina siendo Al Pacino, de que una y otra vez se interpreta a sí mismo. Aún dentro de esa dinámica repetitiva, de movimientos cíclicos y de ademanes recurrentes, no puede ser malo, pero tampoco del todo brillante. Si Pacino no logra hallar el condimento novedoso, vayamos nosotros a buscarlo.
FICHA TÉCNICA
Título original: The humbling
País: Estados Unidos
Año: 2014
Dirección: Barry Levinson
Novela: Philip Roth
Guión adaptado: Buck Henry/Michal Zebede
Reparto: Al Pacino, Greta Gerwig, Kyra Sedgwick, Charles Grodin, Dianne Wiest, Dan Hedaya, Nina Arianda, Dylan Baker