«Lac’n Roll» es el primer libro de Sabrina Haimovich, autopublicado en Cielo Abierto ediciones. ¿Cómo conviven Lacan, Sartre, Magritte, Popper, entre otros, en un mismo libro? ¿Qué hay detrás de la venta de panes rellenos en las facultades de la UBA? ¿Una canción de Pink Floyd puede ayudarte a resolver problemas en la vida? Esas respuestas se encuentran en los ocho cuentos que conforman «Lac’n Roll» y que ponen el humor al servicio de la literatura y la psicología. «No hace falta haber pisado la carrera de Psicología ni la facultad para entender este libro», advierte la autora.
Sobre Lac’n Roll
Ocho cuentos breves con personajes ilustres y desenlaces inesperados componen «Lac’n Roll», el primer libro de Sabrina Haimovich, licenciada en Ciencias de la Comuniación y en Psicología, ambas en la UBA. Lejos de un afán intelectual, el libro se alimenta del humor y el absurdo para compartir saberes y chistes propios del campo de la psicología al resto de los mortales. Así, teorías extravagantes, personajes sorpresivos (como una población de emoticones) y autores reconocidos se van mezclando.
Con un humor cortazariano al estilo de «Historia de Cronopios y Famas» – no es casualidad que la autora lo nombre como su autor referente-, los cuentos empiezan a tejer una telaraña entre sí, guiñándole el ojo al lector, en una complicidad que se mantiene intacta desde la primera a la última hoja. Ahora bien, este humor no da como resultado final un libro despreocupado y liviano, dejando lugar a una mirada crítica de la vida moderna.
En una edición coqueta de bolsillo, de la mano de Cielo Abierto ediciones, editorial creada por la propia Sabrina Haimovich, «Lac’n Roll» es un libro ideal para tener cerca, en el bolsillo/cartera/mochila y leer siempre que haya un rato libre. Quien lo haga, puede encontrar una nueva teoría sobre este famoso cuadro de Magritte.
Entrevista a la autora
-¿Cómo se fue gestando Lac’n Roll? Me imagino que después de cursar psicología.
-Sí, en realidad antes de estudiar Psicología ya me interesaba Lacan, me generaba misterio, sobre todo cuando cursaba Ciencias de la Comunicación. Después de entrar a la carrera me pasó otra cosa, porque tuve la sensación de que se transmitía un Lacan muy básico. Hay una cultura de «lacaniosos» en la facultad de psicología, gente que se aferra a cierta imagen asociada a Lacan y banaliza incluso hasta algunos aportes interesantes que pudo haber transmitido este señor. Me da la sensación que es una cuestión identitaria, de grupo, incluso de clase, de secta. También hay referencias a la carrera de Comunicación en el libro: Popper, Sartre, salieron de ahí. Por ahí aparecen para dinamizar un poco el campo, ahora que lo pienso.
-¿En la Facultad de Psicología compiten los lacanianos con los freudianos?
-En verdad, me da la sensación de que le ganan, están «en el poder», tienen varias cátedras, etc. El lacanismo en Argentina tiene su historia, esto me puse a leer después de haber escrito el libro. El psicoanálisis fue prohibido durante la última dictadura cívico-militar. En ese momento, se fue transmitiendo a través de grupos de estudio en forma clandestina. Cuando volvió la democracia, Lacan tuvo más lugar y en cierta forma llegó a una posición de poder en la Universidad. El psicoanálisis en el poder es casi una paradoja, y puede atentar contra sí mismo, contra sus principios básicos, que creo que es lo que sucede. Me he cruzado con personajes extraños, enojados con la vida, con otras corrientes de pensamiento, que intentan defender un saber o un lugar de poder sin argumentos. Llamemos a Foucault para que nos lo explique. Esto llega a los alumnos de forma muy velada. Por ejemplo, cuando se transmite algo como la verdad sin una explicación, sin un contexto. Te doy un ejemplo, había varas materias en que repetían que el corte de sesión «es LA técnica a utilizar» para el obsesivo. Se volvía repetitivo, aburrido, monótono, aunque con el tiempo terminé por verle el lado gracioso porque los empecé a caracterizar como personajes. Creo que partió de ahí el libro, de esos personajes que estaban ahí a mi alrededor
Había varias materias que decían lo mismo (sobre Lacan), se volvía repetitivo y aburrido, aunque con el tiempo ya se volvía gracioso porque los empecé a caracterizar como personajes. Creo que partió de ahí el libro, de reírme de esos personajes que estaban a mi alrededor.
-Los cuentos que integran Lac’n Roll, ¿se te fueron dando solos y de ahí surgió el libro, o al revés: primero vino la idea general?
-Los primeros cuentos partieron de esa sensación que te comentaba recién y después algunos, los últimos, quizás no. La idea era hacer algo divertido con la psicología. Si se va al origen de la palabra diversión, se puede ver que está asociada a lo diferente, a dar otras versiones de lo que existe. No es casualidad que la diversidad esté tan cercana a la diversión, etimológicamente hablando.
-¿Crees que la gente que no estudia psicología puede entenderlo sin mayores problemas?
-Sí, no hace falta haber pisado esa facultad. De hecho, yo fui compartiendo mis cuentos con mi hermana que es adolescente, es apto para todo público.
-A lo largo del libro, hay un personaje llamado «Cecilia» que se va repitiendo en algunos cuentos, ¿puede ser?
-Sí, está muy bueno que lo hayas visto. En general cada uno de los cuentos tiene referencias hacia los otros. Lo fui creando más hacia el final cuando le estaba dando forma de libro para que sea como un único viaje.
-Vos hiciste un taller de creación de textos con Diego Arbit y Alejandro Berón, ¿no?, ¿qué rescataste de esa experiencia a la hora de escribir el libro?
-El libro lo venía armando desde antes, tenía escrito la mayoría de los cuentos previamente. El último relato («Una mejor escucha es posible»), en cambio, sí lo escribí a la par de hacer el taller, que creo que comparte un poco el humor que se trabaja ahí. Fue algo que me pasó, cuando empecé a escribir, el pensar «¿y este tipo de humor donde lo encuentro?». Después conocí a la gente del SUCEDE, por ejemplo, y me gustó saber que hay gente que comparte mi humor y lo puede plasmar en obras muy buenas. Creo que es un fenómeno, el del humor absurdo, que se está dando ahora en las producciones del tipo artísticas.
-¿Vos cuando empezaste a escribir o sentir el interés al menos?
-Es una pregunta medio compleja, no sé. De chica, mi maestra de primer grado decía que iba a ser escritora, tengo ese recuerdo. En el secundario hacía muchos cadáveres exquisitos con mis compañeras, cosas típicas de adolescentes.
-¿Qué autores te influenciaron?
– Tuve una época muy cortazariana en mi vida donde quería leerme todo, no llegué, pero me había dejado fascinada. Me gusta mucho la literatura fantástica, esa que vuela. Sergio Bizzio, un escritor argentino, también me gusta mucho. Pero más allá de eso, no sé si tengo muchos más autores referentes que me acuerde ahora.
-Al ser este tu primer libro, ¿cómo fue el proceso de edición y decidir publicarlo?
-Lo quería publicar, me parece que está bueno hacerlo para compartir lo que uno escribe y más si pensás que lo que escribís tiene algo lindo para aportar al mundo. Si uno se va guardando lo que hace, nunca va a llegar a la gente que le gustaría llegar. También se hace para uno mismo, tener un libro siempre es un impulso para seguir escribiendo. Lac’n Roll es una auto-publicación, la editorial Cielo Abierto ediciones la creé yo, porque me parecía más sencillo publicarlo que empezar el recorrido de editoriales. Tampoco tenía millones de contactos para hacerlo. Hoy en día publicar no es algo tan complicado, lo podés armar casi todo vos, sin necesidad de andar rogando a distintas editoriales, me parecía algo que no iba con mi persona.
«Me parece que está bueno hacerlo para compartir lo que uno escribe. Si uno se va guardando las cosas que hace, nunca va a llegar a la gente que le gustaría llegar. Además, con cada nueva obra que se publica se transmite un poco más de optimismo hacia el mundo. Por último también se hace para uno mismo, siempre está esa idea de «sacar un libro», por más que siempre se puedan trabajar y corregir cosas, tener un libro siempre es un impulso»
-¿Qué ventajas y desventajas le ves a publicarlo independientemente?
– Que se yo, tal vez está bueno trabajar con alguna editorial porque tenés cierto circuito de distribución que ya está armado. Pero este libro y lo que ya está armado no se si van muy de la mano. En mi caso fue más un decir «¿bueno y ahora?», entonces me fui a recorrer librerías, me acerqué a la FLIA, estaba todo por hacer. La ventaja es que lo llevas donde vos querés, sos más libre como escritor, no dependes de nadie y si tenés suerte hasta te cruzás con gente buena onda que muy difícilmente te hubieras cruzado de otra forma. Además vas conociendo cómo funciona el circuito editorial desde un rol más activo y no tan mediatizado. Conocés cuáles son las librerías copadas, cuáles no. Es diferente. Yo, que tuve la oportunidad de hacerlo así, la verdad es que no lo cambio por nada.
-Volviendo a Lac’n Roll, ¿qué comentarios te llegaron del libro por parte de los lectores?
-A todos les pareció divertido por suerte, gustó ese tipo de humor, sorprendió un poco, más por ser lo primero que publico. La única excepción es el cuento «Aplicar un corte» que lo había mandado a un concurso que se organizaba en la Facultad de Psicología y obtuvo una mención y se publicó, aunque lo modifiqué un poco de esa versión.
-¿Tenés planeado un próximo libro a futuro?
-Sí, lo tengo en la cabeza, estoy trabajando un poco el estilo. Lo que tengo en la cabeza se acerca un poco más a una novela, y al ser más extenso, a veces pienso que habría que bajar un poco el nivel de delirio que hay en Lac’n Roll, o al contrario, potenciarlo a niveles inauditos. No sé, lo estoy investigando.